veintidós

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Punto de vista Anahi
Octubre del 2012
Italia

Desperté sin Paulo a mi lado porque tenía entrenamiento según lo que él me había dicho, así que me quedé unos minutos en la cama viendo televisión y respondiendo unos mensajes de mamá.

Cuando se hicieron las diez de la mañana decidi levantarme y hacer mi rutina de todas las mañanas. Ya cambiada y arreglada, me dirigí hasta la cocina dónde me serví un vaso de yogurt de frutilla y comi unas masitas que Paulo se había encargado de comprarme antes de irse.

Era gracioso que Paulo quisiera hacer buena letra conmigo después de lo que pasó con Antonella, aunque también era algo bueno para mi porque me conscentia demasiado.

Estuve un rato en la cocina y aproveché que Paulo no estaba para limpiar un poco la casa. Él era demasiado limpio, pero había cosas que no tocaba y tenían un poco de tierra. Vi algunos cuadros suyos de cuando era un nene y quedé encantada con lo tierno que se veía. Pero una foto en especial llamó mi atención.

Era la foto que nos habían tomado para su cumpleaños, el día que nos besamos frente a mi hermano y toda su familia. No podía creer que él tuviera ese recuerdo a la vista de todos y tampoco podía creer que no me había dado cuenta antes de que esa foto estaba ahí.

Sentí como la puerta de la casa se abría y entraba Paulo con una sonrisa de oreja a oreja. Tiró el bolso en el piso y vino hasta dónde yo estaba para besarme.

- ¿Que hacías? -preguntó cuando ya no habíamos separado.

- Estaba limpiando un poco hasta que vi los cuadros, no sabía que tenías esa foto acá. -respondí sonriendole.

- La tengo en ese cuadro y acá también. -dijo poniendo su mano en el lado izquierdo de su pecho.

Sonreí mirándolo para después pasar mis brazos por su cuello y besarlo, poniéndome de puntita de pie. Poco a poco Paulo me fue empujando hasta chocar con mueble y me subió al mismo, corriendo con su mano los cuadros que había en éste.

Sus manos se encargaron de subir mi remera y tirarla al piso. Me tomó de los muslos para cargarme hasta el cuarto y sentarse en la orilla de la cama conmigo en sus piernas mientras sus labios atacaban mi cuello a besos.

- Sos la mujer más hermosa del mundo. -susurro en mi oído.

Sus manos subieron hasta mi espalda, buscando el broche de mi corpiño para desprenderlo y dejarlo caer por mis brazos lentamente. Nos giro en la cama dejándome debajo de su cuerpo y besando mi cuello una vez más mientras acariciaba mi cintura.

Mis manos tomaron el borde de su remera para comenzar a subirla y quitarsela cuando sus labios abandonaron mi cuello. Acaricie su pecho sintiendo como desprendía mi pantalón y lo deslizaba por mis piernas con lentitud.

Antes de que pudiera desnudarme por completo, desprendí el botón y baje el cierre de su pantalón ante su mirada penetrante para después mirarlo fijamente esperando a que siguiera con lo suyo.

Paulo se encargó de quitarme la última prenda que me quedaba e hizo lo mismo con sus boxers, dejandonos completamente desnudos y con el corazón latiendo a mil. Bastaron un par de segundos para que él comenzará a besarme y abriera mis piernas, posicionandose en el medio de éstas.

Sus caderas chocaron contra las mías y mi cuerpo tembló bajo el suyo, sintiendo como entraba por completo em mi mientras apoyaba su frente en la mia. Comenzó a moverse lentamente, haciéndome cerrar los ojos y suspirar de placer.

Mis manos se posicionaron en su espalda desnuda para acariciarla mientras lo escuchaba jadear en mi oído y sentía como acariciaba una de mis piernas. Mordi su hombro sintiendo como sus movimientos comenzaban a ser más rápidos y fluidos, haciéndome gemir.

El placer aumentaba con cada segundo que pasaba hasta que no pudimos más y Paulo nos hizo tocar el cielo por unos segundos. Él cayó rendido sobre mi pecho y yo le acariciaba la espalda mientras mantenía mis ojos cerrados.

- Soy el hombre más afortunado del mundo. -murmuró jadeante y mirándome con los ojos cansados.

- Sos el hombre más hermoso del mundo. -respondí de la misma forma.

- Estoy más cansado que cuando estaba entrenando, me matas. -dijo riendo y yo reí con él.

- Pau.

- ¿Qué pasa mi amor? 

- ¿Nene o nena?

- Yo me conformo con cualquiera de los dos. Si es nene va a ser un ganador como su papá, y si es nena va a ser una princesa. Vos sos mi reina.

Fue imposible para mi no emocionarme al escuchar eso y las lágrimas no tardaron en caer por mis mejillas, lo que hizo que Paulo sonriera viéndome y tratará de secar mis lágrimas.

- Te amo. -susurré con la voz quebrada.

- También te amo, no llores gorda.

Seque mis lágrimas y abracé a Paulo, pegandolo más a mi pecho y él se acomodó cerrando sus ojos. Su mano estaba en mi vientre, acariciandolo con dulzura.

¿Cómo iba a permanecer tres meses lejos de él?

"Mi Gloria" Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora