Punto de vista Anahi
Octubre del 2012
Italia
Tomé un vuelo desde Argentina a Italia en la madrugada y había llegado en la mañana. Paulo no veía los mensajes que le había dejado antes de despegar y me preocupé un poco, tenía miedo de llegar y no encontrarmelo en el aeropuerto.
Y eso pasó, cuando bajé del avión y me metí en el interior del aeropuerto no lo encontré. Me metí en la cabeza la idea de que llegaría tarde por algún asunto de trabajo o algo así, por lo que espere unos minutos hasta que por fin lo vi. O él me vio a mi.
Casi me da el susto de mi vida cuando me tocó el hombro, aunque claramente no iba a enojarme. Apenas lo vi me lancé a sus brazos para llenarlo de besos por toda la cara, a lo que él reía y me abrazaba por la cintura. Nos besamos después de mucho tiempo y casi me muero en sus brazos.
Salimos del aeropuerto tomados de la mano y nos cruzamos con algunos periodistas que querían saber quien era o qué era de Paulo. Yo me escondía de los periodistas y las cámaras porque no me gustaban esas cosas, aparte de que me daba muchísima vergüenza aparecer en los medios.
Cuando pudimos alejarnos de la gran cantidad de periodistas, subimos al auto en el que Paulo había llegado, cargamos mis valijas y nos dirigimos hasta su casa que estaba a un par de minutos del aeropuerto.
No se cuanto tiempo estuvimos hablando porque me quedé dormida en el camino y Paulo me despertó cuando llegamos. Bajamos las valijas del auto y él se ofreció a subirlas mientras yo me encargaba de abrir y cerrar la puerta de su casa.
Cuando estuvimos dentro de la casa él dejó las valijas al lado de la puerta y me abrazo con fuerza, provocando mi risa mientras sentía como me levantaba del suelo.
De un momento a otro él se había ido a llevar mis valijas a su cuarto, ahora nuestro, mientras yo observaba lo hermosa que era la cocina de la casa. Seguramente iba a pasar mucho tiempo ahí.
Mi alegría cambio a desagrado cuando noté que volvían las náuseas que había estado teniendo durante el vuelo y fui hasta donde estaba Paulo para preguntarle dónde estaba el baño. Él me acompaño y le cerré la puerta en la cara para que no pudiera saber que tenía náuseas, pero eso fue imposible cuando comencé a llorar por la horrible sensación en mi cuerpo.
Paulo tocaba la puerta del baño para que le abriera pero en mi momento de angustia ni siquiera tenía ganas de levantarme y hacerlo, así que él la abrió con la llave, entrando sin preguntar.
En cuanto me vio me abrazó e intentaba calmarme sin entender que había pasado, todo estaba perfecto y de la nada me había puesto así. Me obligó a salir del baño para llevarme hasta el living, dónde nos sentamos en el sillón y él seguía intentando calmarme.
Fue ahí cuando le confesé lo de mi embarazo, había venido para eso y no iba a cambiar mis planes. Su reacción me asusto un poco, se quedó callado y me abrazo mientras se lo notaba pensativo. Temi que me dejará sola con el bebé pero él negó rotundamente querer hacer aquello.
Estuvimos aclarando un par de cosas antes de que me quedará dormida en sus brazos como en los viejos tiempos, sin dudas extrañaba tenerlo así conmigo.
****
Me desperté en la cama con Paulo durmiendo a mi lado y sonreí al verlo dormir como un bebé, era hermoso hasta cuando dormía. Le acaricie el pelo hasta que tuve que despertarlo a besos porque teníamos que almorzar algo sino moririamos de hambre.
- Pau, despertarte. Hay que comer algo. -susurré para después dejarle besos en su cara.
Él se quejó dándose la vuelta y yo comencé a reír mientras me apoyaba en su espalda, abrazandolo por detrás.
- Yo no tengo hambre, dejame dormir. -dijo con la voz ronca sin darse la vuelta.
- Pero yo si, tengo el doble de hambre que podrías llegar a tener vos. Dale amor.
Quejándose se dio la vuelta para mirarme con la mirada perdida a causa del sueño e iba a volver a dormirse pero no lo dejé porque intenté abrirle los ojos con mis dedos. No podía ser tan dormilón.
Después de haber estado media hora rogandole a Paulo que se levantará, por fin lo hizo y nos fuimos a la cocina dónde comenzamos a preparar lo que comeriamos.
- Antes amaba tus vestidos pero ahora los odio porque no me dejan verte la panza. -dijo mientras picaba algunas verduras.
- Todavía no se nota mucho pero voy a tratar de usar otra ropa para complacerte.
- ¿Cuantos meses ya?
- Dos.
- Me acuerdo de esa noche.. -susurró sonriendo sin mirarme y tirando las verduras picadas en una olla.
Sonreí tímida mientras lo miraba cocinar sin ningún apuro, estaba un poco aburrida porque Paulo no me dejaba hacer nada por él bebé. Estaba embarazada no enferma, pero nadie iba a hacerle entender eso al pobre.
Paulo se dio cuenta de mi aburrimiento y prendió la televisión poniendo un canal de música, por suerte pasaban música que se escuchaba en Argentina.
"Solamente Tú" de Pablo Alborán empezó a sonar y Paulo rápidamente se limpió las manos para después acercarse hasta dónde yo estaba, tomándome de la cintura y mirándome a los ojos.
Se apoyó en mi hombro mientras sus manos seguían en mi cintura y dejaba pequeños besos en mi piel. Acaricie su pelo mientras sentía sus labios en mi hombro, para después escuchar con atención lo que Paulo susurraba en mi oído.
"Haces que mi cielo vuelva a tener ese azul, pintas de colores mis mañanas, solo tú. Navego entre las olas de tu voz. Y tú, y tú, y tú, y solamente tú.
Haces que mi alma se despierte con tu luz. Tú, y tú, y tú."
No pude evitar emocionarme al escucharlo cantar aquello y él se alejó de mi hombro para besarme dulcemente mientras sus manos comenzaban a acariciar mi espalda.
En un momento me tomó de los muslos para cargarme pero en cuanto me sostuvo con sus manos, la olla que había dejado en la cocina comenzó a hacer un ruido extraño y tuvo que dejarme en el piso mientras se quejaba.
- Esto no va a quedar así. -dijo mientras movía el contenido de la olla.
- ¿Ah no?
Negó con su cabeza mientras me miraba con las cejas alzadas y esos ojazos en los que me perdía siempre. Lo había extrañado tanto que no quería tenerlo lejos otra vez.
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