ocho; mi más sentido pésame.

502 44 8
                                    

Tyler Hoechlin.

― ¿Qué pasó? ― Pregunta la castaña ― ¿No te alegra la noticia del compromiso de tu hermano?

No sé qué decir, al fondo se escuchan aplausos de los invitados y por un momento siento vértigo.

― ¡Hermano, ven acá! ¿No me piensas felicitar? ― Habla Henry segundos después de que los aplausos cesaron.

Sydney aprieta mi brazo y bajamos con delicadeza los escalones.

― Tengo miedo de caerme ― susurra volteando a mí.

― Yo estoy aquí, descuida― la miro a los ojos transmitiéndole seguridad.

Cuando pisamos por fin el suelo Henry se acerca a nosotros junto con, junto con su prometida. Ni siquiera lo puedo creer.

― Hermano, te presento a Gia Lombardo, mi futura esposa ― La pelinegra sonríe ampliamente estrechándonos la mano.

―Que gusto volver a verte, Tyler; con compañía, por lo que ahora veo ― Gia mira de pies a cabeza a Sydney que aún me tomaba del brazo.

― Ella es Sydney, está de vacaciones por acá; es una buena amiga ― le sonrío a la morena y ella me devolvió la sonrisa.

Aparta su mano de mí y los saluda a ambos.

― Soy de Wisconsin, Sydney Patterson, mucho gusto.

― ¿Wisconsin? ― Pregunta Gia ― Las familias de alta alcurnia de allí no son muchas. Mi padre tiene grandes empresas trabajando allí y en los años en los que he estado no he escuchado hablar de ninguna familia Patterson, ¿Cómo se llama tu padre?

― Bernard Patterson ― respondió Sydney con total seguridad.

― ¿Bernard? Mmm, no, no me suena.

― Tal vez porque su familia suele viajar cada cierto tiempo por negocios ― respondo tratando de arreglar las cosas.

― Deja que Sydney nos cuente, Tyler ― abre la bocota Henry; sólo para decir estupideces.

― Mi familia y yo no solemos quedarnos más de un año en la misma ciudad. Yo he nacido en Wisconsin, pero durante mi vida he viajado al rededor del mundo, y del país.

Miro con una gran sonrisa a Sydney, aunque en el fondo quiero soltar una carcajada; no por lo que dice, sino por todo el teatrito que hemos formado juntos. ¿De dónde ha sacado tanto?

― Syd tengo sed, ¿me acompañas? ― Pregunta a la castaña y ella asiente rápidamente.

― Gracias por las felicitaciones hermano ― Henry me sonríe hipócritamente, mas no quise responderle la sonrisa por que podría ser todo, menos hipócrita como él.

Junto con Syd camino entre la gente hasta salir de ahí y nos sentamos en la banca más alejada de los alrededores. A lo lejos se puede apreciar la pista que se ha montado y a todos los invitados bailar.

―¿Crees que lo he hecho bien? ― Pregunta cuando tomamos asiento.

― ¿Bien? ¡Fue extraordinario! ¿De dónde sacaste tantas ideas?

― Siempre he querido viajar por el mundo ― sonríe apenada bajando la mirada.

― ¿Y tu padre se llama Bernard?

― Bernardo, pero creí que Bernard "se escucharía más de alcurnia"― imita el tonito de voz y los gestos de Lombardo.

Ambos comenzamos a reír.

Me encanta, es tan carismática y ella misma que lo trasmite por doquier.

―¿Qué pasa? ― Pregunto al instante de que ella deja de sonreír.

― Nada, descuida...

― ¿Es sobre tu familia?

― Es que... ― da un gran suspiro quedándose por unos segundos callada―, no es nada, no importa.

― Sydney...

― Pronto se cumplen dos años de la muerte de mis padres... Hablar de ellos me trae mucha melancolía.

Me quedo callado sin encontrar las palabras correctas para decirle, en cierto modo también siento lo que ella. Mi padre ha muerto hace tan sólo una semana atrás y el dolor seguía tan latente como cuando el médico anunció su deceso.

― Oh, lo siento en verdad ― dijo ― . No me acordaba de lo que dijiste ayer, sobre tu padre. Mi más sentido pésame. Aunque no te conozco sé que es lo que sientes, yo lo he vivido. Perder a un padre no es fácil, pero estoy segura de que sabrás cómo salir adelante, cómo hacer que tu padre se sienta orgulloso de ti.

Es la primera que me dan condolencias con total sinceridad. Las demás personas, familiares lejanos y demás, sólo llegaron al sepelio de mi padre con la curiosidad de qué iba a pasar con la herencia que había dejado. Algunos tíos lejanos habían venido desde Croacia sólo para fijar fechas de una nueva inversión a un proyecto que gracias a mi padre había florecido. Nada como las palabras verdaderas de Sydney, que sentía lo mismo que yo; porque ni siquiera mi hermano se acercó a darme un abrazo cuando la noticia de la muerte de mi padre salió a la luz.

Sus ojos se enfocan totalmente en los míos, por un segundo siento lo que todos dicen que pasa cuando logras conectarte con ese alguien especial. Yo no sabía qué era sentir que se para todo a tu al rededor, que el ruido del exterior se desvanece por completo para dejar que sólo ella y yo estuviésemos en ese lugar. No creía que algo como eso me volviera a pasar, estaba seguro que nunca más lo volvería a sentir.

¿Me gustaba tanto esa chica?

―Eres... ― tuve que tomar un respiro―, eres la primera que me dice algo con tal sinceridad―. Miro a mi alrededor, ella no está a gusto de estar ahí y se nota― ¡Vámonos de aquí! ― Me levanto y tomo su mano para que me siguiese.

― ¿Qué? ¡¿A dónde?!

― A cualquier lugar que no sea este, está muy aburrido ¿no crees?

Ella sonríe, aprieta mi mano y salimos de la mansión. Caminamos dos cuadras hasta llegar a mi auto y la invité a entrar. Paseamos por toda la ciudad, era una bella noche. Lo mejor de todo era que Sydney se veía en verdad alegre, mostraba su sonrisa cada dos por tres y volteaba a verme para preguntarme cualquiera cosa que no sabía.

―A propósito, esta mañana he ido a ver a tu hermano, justo en donde dijiste que estaría, ahí estaba trabajando ― digo cuando el semáforo se puso en rojo.

―¡¿Cómo está él?! ¿Se encuentra bien? ¿Le dijiste que estoy en tu casa?

Estoy por responderle cuando escuchamos el sonar de una sirena acercarse. Miro por el retrovisor y me percato de que era una ambulancia, así que me hago a un lado para dejarla pasar.

― Oh, ¿Qué habrá pasado? ― Pregunta Syd. Frente a nosotros una larga fila de autos avanza poco a poco.

― Seguro un accidente; ya ves que a esta hora de la noche a la mayoría se les da el manejar como locos ― me quejo. Cada que salía de la oficina en el camino me encontraba con un gran tráfico a causa de un imprudente accidente de alguien que seguro iba alcoholizado.

Avanzamos un poco más hasta toparnos con el lugar del accidente. En un retorno una motocicleta se había estrellado con una camioneta y estaban levantando un cuerpo.

Cuando dirijo la mirada a Sydney está quitándose el cinturón de seguridad, trata de bajarse con gran desesperación del auto, pero no puede sostener la manilla de la puerta. Sus manos se resbalan sin fuerzas, lo que le evita abrir la puerta mientras mira hacia afuera angustiada.

Al fondo se escuchan los cláxones de los autos pidiéndonos que avanzáramos ya.

―¡Sydney! ― Pronuncio su nombre en voz alta, pero parece no escucharme en lo absoluto ― ¡Sydney qué pasa!

Million Dollar Man | Tyler Hoechlin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora