Capítulo 22

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Algo dentro de él le decía que todo aquello se debía terminar. En parte, Emilio ya estaba acostumbrado a estar junto a Mariola, algo de él se va muriendo por dentro de tener que pensar que Mariola se va lejos y saber el por qué. Aun así se queda  algo de ella, puesto que ya forma parte de él. Aunque mañana al despertar su hueco esté vacío siempre le quedará el amor que siente por Mariola. A pesar de hablar con ella y proponerle que no lo deje, ella  hallando un sufrimiento dentro de su alma, debía de despedirse de Emilio. El hombre al cual ama y debe renunciar a su cariño, por ordenanza de su abuelo y porque Marcos ya la había telefoneado avisándole que deben poner fecha para la boda.

Padeciendo una molestia en el centro de su pecho, Mariola se despedía de Lorena y lo que más incomodidad le causaba era tener que decir adiós a Emilio, dejándolo como si fuera cualquier cosa, como si sus sentimientos no valiesen nada y todo por no tener la suficiente valentía para afrontar lo que quiere y desea.

Echando su cabeza hacia atrás entre lágrimas, Mariola cargada con su maleta le decía adiós con la mano a Lorena y Emilio que se encontraban juntos despidiéndola.

—Por qué Lorena, porque esta maldita condena me hace sentir preso de mis sentimientos.

—Emilio, sé que amas a mi hermana, pero debes ser capaz de seguir con tú vida.

—Como se hace eso. Cómo puedes olvidar todo lo que has vivido, lo que sientes aquí dentro de tú pecho. Yo no sé si  podré olvidar a Mariola.

—Ven vayamos a tomar un café y conversemos un poco, seguro que te sentirás mejor.

Agradeciendo el detalle de estar junto al él cuando más necesita alguien con quien poder hablar y más en esos momentos tan tortuosos.

Un par de horas tras haberse despedido de Emilio y haber quedado en verse para tener noticias referentes sobre Mariola, Lorena se fue hacia el hospital.

Su día no estaba saliendo como ella quisiera, por su mente no paraba de recordar que algo malo le hubiera pasado a Eloísa. Llevaba varios días intentando llamarla y no aún no había podido hablar con ella. Temblando, con su mirada puesta en unos papeles, pasaba por su cabeza numerosos acontecimientos en los cual Eloísa podría estar. Desde su interior percibía que algo malo le podría estar pasando a su hermana y eso la hizo de temblar.

Agarró de nuevo su móvil para llamar a su hermana. De nuevo le saltó el contestador. Temblando de preocupación Lorena pensó en ir a buscar a Raúl  hablar con él, cuando éste tocó la puerta de su consultorio avisándole que Esme llegaba esa noche.

—Ah, se me había olvidado.—Lorena desvió la mirada para otro lado disimulando para que Raúl no se percatase de lo que ocurría.

—Lorena, ¿Ocurre algo que me quieras contar?

—Yo...Tengo mucho que decirte...pero...

—Dime por favor.

—Yo...no sé nada de Eloísa, llevo varios días intentando llamarla y no sé nada de ella, el móvil siempre está apagado.

—Oh Lorena, quizás se le haya estropeado, estoy seguro que Eloísa está bien.

—No, Eloísa nunca es tan descuidada, además ella está en la finca de ese hombre, el abuelo de Mariola, y no hay quien me quite de la cabeza que ella hombre malo le haya podido hacer algo.

—¿Qué me estás queriendo decir? ¿Y cómo es que Eloísa está en esa finca?—El rostro de Raúl no tardó en endurecerse, su corazón palpitó deprisa fijando sus ojos en Lorena le pidió que le explicase todo. Ella a pesar de sus lágrimas le impedían hablar con claridad, decidió contarle todo a Raúl.

CONCÉDEME EL DESEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora