Ashton B. Jouvelle

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-Keyra Laurenn Maine. 21 años, 1,60 mts de altura, pesa 47 kg, cabello rubio, ojos marrón olivo y tez blanca.- dijo la alta presentadora del vestido negro extravagante. Y fue entonces cuando se escuchó la primera oferta...

- 2 millones de dolares por la señorita- dijo serenamente un señor que se veía muy deteriorado, podría apostar que tenia 80 años. Yo estaba aterrada, no quería ir a casa de un viejo rabo-verde que al parecer tenía mucho dinero, por que 2M es mucho para una oferta inicial.

-¡Que generoso Coronel McRothery!- dijo encantada la esbelta - 2 millones de dólares a la una.- mi corazón se estaba paralizando - 2 millones a las dos...- ¡listo! este es mi fin

- Yo doy 2,500,000- dijo un joven a lo lejos que no alcance a distinguir por la luz que me daba en la cara

-Que sean 2,600,000- dijo McRothery alzando la barbilla y sacando el pecho con superioridad

- 2 millones 800 mil- ¿Que ese hombre no se daba por vencido?

-3,000,000 señorita- dijo el asistente del Coronel tras haberle susurrado algo al oído, ¿para que me quiere?

Toda la sala se quedó en silencio por unos segundos que para mi fueron mi vida entera. ¿Nadie iba a hacer nada? No sabia a donde mirar, nadie mantuvo contacto visual conmigo de toda la audiencia. Al parecer, estaba perdida.

-¡4 millones!-

Toda la sala exclamo sorprendida. ¿A caso se trataba de alguna clase de broma? ¿4 millones? ¿Qué clase de hombre era el?¿Quién sería capaz de pagar semejante cantidad por una mujer? Por mas que forcé la vista no lograba ver con claridad a mi, al parecer, "nuevo dueño".

-¡Ashton Bryce Jouvelle!- dijo con una enorme sonrisa la presentadora al ver al hombre, luego se aclaro la garganta y dijo hacia el público - 4 millones de dólares. ¿Alguien da más?- 

Note como a lo lejos mi primer comprador consultaba con su asistente y al parecer se quedó callado.

-Pues en ese caso... - de mi mente vino un "Oh no" - ¡Vendida!-

Solté un grito ahogado por un nudo en la garganta acompañado por lágrimas que intente pero no logré contener. Estuve a punto de venirme abajo pero llegaron las edecanas a acompañarme hacia la cortina de salida. Mire hacia atrás y note que mi comprador definitivo avanzaba hacía el escenario y fue entonces cuando logré verle la cara al desafortunado, no sabe en que lío se acaba de meter.

Un guardia me hizo indicarle cual era mi equipaje, pero no lograba concentrarme, todavía no caía en cuentas de que ya no era dueña de mi misma, si no que de un tal Jouvelle. ¿Como podía haber gente tan insensible capaz de colaborar a tal atrocidad como prácticamente prostituir jovencitas? Estaba eufórica, necesitaba gritar o golpear algo. Bueno no algo, golpearlo a él, eso necesitaba.

Me quité los hermosos tacones y los guardé con mucho cuidado en mi maleta y sale a donde se suponía que debía "recoger su compra" el susodicho. Mire mi reflejo en el cristal de la puerta. Ya no me veía ni un cuarto de bonita como me veía hace unas cuantas horas, estaba hinchada y manchada de tanto llorar. 

Después de estar 18 minutos parada en la entrada descalza y con frío vi como se estacionaba una limo frente a mi y el chofer bajaba.

-Señorita, ¿me permite su equipaje?- dijo muy amable el señor pero yo no estaba de humor para buenos modos. Asentí con la cabeza y lo deje en el suelo mientras yo me subía al vehículo.

No dure ni medio segundo arriba cuando me solté en llanto. Así duré la mitad del camino hasta que se me secaron las lagrimas y fue cuando alcé la vista.

-¿Le paso un pañuelo señorita?- me dijo de nuevo muy amable el chofer, y decidí que ahora si merecía una respuesta cordial

-No gracias, estoy bien...- dije yo disimulando el hecho que si necesitaba uno

-Tenga, por si acaso- dijo él alcanzándome un pañuelo con la mano mientras conducía con la otra, y entonces me percaté que solo íbamos él y yo en la limosina.

-Gracias...¿ Y dónde está..- no me dejó ni terminar e intuyó a quien me refería

-El joven Ashton se quedó en el Centro de Exhibiciones por unos asuntos pendientes. Me dio ordenes que la dejara en la mansión para que se fuera instalando y después pasara por él-

Así que se quedó, ¿Acaso compraría mas mujeres? No entiendo para que debía quedarse

-Y ante todo esto, ¿Cual es su nombre?- le dije yo al señor que aparentaba tener unos 50 y tantos años

-Evan Mathews, señorita-

-Mucho gusto Señor Evan. Yo soy Keyra Laurenn Maine-

El resto del trayecto qué silencioso, nunca había estado sola con un hombre, aun que éste no me preocupaba. Pasamos por un portón inmenso y precioso que apenas y podía ser visible por la oscuridad de la noche, y seguido de eso kilómetros de un jardín que iluminaba la luna. Pero por mas bello que pudiese ser este lugar, para mi siempre sería una cárcel.

C O M P R A D AWhere stories live. Discover now