🍑JiMinniePoo tejedor

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Cansado, jodidamente cansado, así estaba YoonGi. Su jornada había sido particularmente larga y exhaustiva el día de hoy, y sentía cómo cada músculo de su cuerpo estaba dolorosamente contraído y acalambrado, sobretodo sus extremidades. Lo único que podía pensar y que le hacía mantener aunque fuera un poco de optimismo en su día -el cual perdonen en vocabulario pero había sido una real mierda (excepto por la parte de despertar y desayunar con JiMin, claro)- era el hecho de que faltaban tan sólo dos cuadras para llegar a su complejo de departamentos, luego a su casa y posteriormente a su cama con un niño mimado y lindo aferrado a él como un bebé koala.

Fue cuando dobló en la esquina de su manzana que lo vio, de pie afuera de la panadería que había en la primera plana de los departamentos, arropándose con fuerza en un abrigo demasiado grande para ser suyo, intentando así protegerse el frío invernal que azotaba la ciudad, con una bolsita aparentemente de regalo colgada en una mano y el cabello completamente revuelto por el violento viento que corría por las calles. Frunció el ceño con preocupación, ¿qué hacía JiMin ahí parado en medio de la vereda en vez de estar adentro esperándole con la calefacción encendida? Ese niño no iba a aprender nunca.

- ¡PinkyPoo! -Un agudo grito lo trajo de vuelta a la realidad, y con él, un par de cortos bracitos ciñéndose a su alrededor con fuerza y una naricita de botón completamente congelada frotándose contra su mejilla- Te extrañé, PinkyPoo.

Una sonrisa se coló en sus labios bajo la gruesa bufanda que cubría la mitad de su rostro, sin embargo, JiMin lo conocía bien, sabía que cuando los ojitos de YoonGi se cerraban de esa manera era porque estaba sonriendo en grande, con sus rosaditas encías siendo visibles y sus dientes perlados completamente a la luz. Correspondió el abrazo del menor con gusto, disfrutando su tacto, su calor, su aroma, cada pieza del menor en el contacto.

-Te extrañé también, cariño -Asintió con ternura, apartando la tela de la bufanda de su rostro para así destapar sus labios y poder depositar un casto beso en la mejilla sonrojada por el frío del menor- ¿Qué estabas haciendo afuera con este frío, Minnie? Vas a enfermar -Regañó el mayor con dulzura tomando la manita de JiMin entre la suya para que así ambos comenzaran a caminar en dirección a la entrada de la residencia.

- ¡Estaba con la abuela Choi! -Explicó JiMin alegremente balanceando sus manos de atrás a adelante.

YoonGi frunció el ceño intentando recordar. Abuela Choi, abuela Choi, señora Choi, ¿Cuál de todas las abuelas del vecindario era la abuela Choi?- ¿La ahjumma de la panadería? -Preguntó finalmente cuando ya se hizo una idea de a quién se refería el menor.

- ¡Sipi! -Asintió JiMin sonriendo- He estado pasando las tardes con ella últimamente, es una mujer muy amable, sus historias son geniales y me ha ayudado mucho con algo -YoonGi estuvo a punto de preguntar a qué se refería con "algo" cuando JiMin comenzó a hablar de nuevo- ¡Y me regala panquecitos! De hecho te mandó unos, PinkyPoo, son los últimos horneados así que aún están algo calientes, ¿quieres? -Preguntó sacando de la bolsa de regalo un pequeño panquecito envuelto en papel transparente para evitar que contactara con otras cosas en la bolsa, y enseñándoselo a YoonGi.

-Quiero -Aceptó el mayor sintiendo su boca hacerse agua por el aroma que desprendía el pequeño dulce. Aún estaba tibio y YoonGi sólo pudo confirmar que llegar a casa era la mejor, mejor parte del día.

-Es de arándano porque es el favorito de PinkyPoo -Agregó JiMin orgulloso de su conocimiento y de que al mayor le hubiera gustado el dulce, ¡era parte de su sorpresa!, ¡todo estaba yendo muy bien!

-Por dios, esta señora cocina espectacular, adoro tanto sus dulces -Comentó YoonGi tragando un bocado del panquecito con una sonrisa de oreja a oreja- ¿Quieres tú también, Minnie? -Preguntó extendiendo su mano hacia JiMin.

JiMinniePoo ❀ YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora