C36 TÉ DE RUDA

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Los calabozos de Londres son los más desagradables que pudieses encontrar. Con verdugos malolientes, carceleros despiadados y ratas asquerosas que en ocasiones son consideradas un manjar para quienes no resisten el hambre.

Entre toda esa mugre, las solapas de un vestido costoso se arrastra junto con una capa con capucha de color negro. La figura se acercó con seguridad al guardia que custodia al joven dentro de la celda con su imagen desalineada. La figura misteriosa sacó un morralito con monedas de oro que luego puso en la palma extendida del guardia. El guardia miró a ambos lados y dijo con advertencia: —Siete minutos o menos, mi relevo está a punto de llegar y él no es tan comprensivo —.

—Está bien. Abre la reja— pidió ella.

— ¡¿Esta loca?! No hay tiempo, diga lo que tiene que decir desde aquí— Contestó el guardia.

Sin más opciones, la visitante se tiró al suelo, muy cerca de los barrotes y se bajó la capucha. Una melena rubia y piel como la leche destaca mucho en tan deplorable lugar.

—Víctor— hablo ella.

—Ella— Contestó el hombre encarcelado.

Ambos se miran. La mano de él se metió entre los barrotes para poder tocarla, el lugar es tan oscuro y amargo que a veces es difícil distinguir la realidad de la fantasía. La yema de su pulgar acarició su piel lisa, era tan cálido, tan real. Una lágrima traicionera salió...

—Estás más delgado— Comentó ella.

—Estoy cuidando la figura— bromeó él.

Ambos rieron con incomodidad.

— ¿Cómo está el pequeño?— preguntó él.

—Él está bien. Crece normal... supongo — contestó ella tocando su barriga aún pequeña. —Él, Kit, no te matara. Me tiene a mí y él es demasiado orgulloso como para perder contra mí. Además, tampoco estará dispuesto a hacer público que le puse los cuernos. No es tonto, sería el hazmerreír de su gente... Estaremos bien. Todos —.

—Confío en ti... pero no en él —.

—Es normal — dijo ella y el silencio volvió a ser parte de la reunión.

—Yo — volvió a hablar Ella. Un nudo en la garganta la asfixiaba de forma horrorosa y la frustración provocaba que unas lágrimas escaparan de sus ojos ya rojos. — Lo lamento... Ese día que nos conocimos, yo debí... —.

—Sshhh— la silencio él poniendo un dedo sobre sus tiernos labios. — No llores... te hace ver fea— bromeó él.

Volvieron a reír.

[♦]

— No hay registro — Aseguro Adam con temor de que el rey Kit Explotara en su contra. Para su sorpresa, él lo tomó muy bien.

LEGACY: Las Hermanas TremaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora