C13 UNA INVITACIÓN ABIERTA

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- Una carta para mi Lady - dijo el mayordomo. Tendiendo la bandeja de plata que tenía sobre ella un sobre.

Lady Tremaine soltó un pesado suspiro antes de tomar el sobre sellado de mala gana. Lo abrió y leyó el contenido. Sus ojos brillaron como la luna durante una noche sin estrellas, ya no estaba irritada. Su mente vio de inmediato el lado positivo de las cosas.

- Annie, querida - llamó a su hija. Tocando la puerta antes de entrar a la habitación sin permiso. Aunque tampoco lo necesita siendo ella su madre.

La joven aún no se levantaba de la cama, se sentía un poco mareada desde la noche anterior.

- Anna - la volvió a llamar. La susodicha abrió lentamente los ojos para ver a su madre demasiado cerca e invadiendo su espacio personal.

- ¿Qué sucede? ¿Qué te tiene tan eufórica, madre? - le reprocho la castaña.

Su madre la regañó. - ¿Por qué estás en modo defensiva? Más bien, la que debe estar enojada soy yo. ¡Cielo santo! Ya son las dos de la tarde y tú seguirías dormida de no ser porque te vine a levantar -. Miro con más atención a su hija y noto que se encontraba algo pálida. Le tocó la frente pero no había fiebre. - ¿Te sientes bien? ¿Desde cuándo tu tono es tan pálido? - le preguntó.

- Sólo me duele la cabeza. Es todo- Contestó ella.

Su madre le lanzó una mirada crítica. Mirando todos sus movimientos y muecas, más no encontró nada demasiado preocupante. Aunque tampoco por eso se relajó y lo dejo pasar. Mas tardaría llamaría a un médico.

- ¡Mira! - le dijo poniendo una carta en sus manos. - ¡Lee! - ordenó.

La castaña se acomodó, recargo su espalda en el respaldo de la cama y leyó el contenido.

- Una invitación - dijo con una sonrisa cálida y tímida.

Lady Tremaine arqueo una ceja, su hija no estaba tan alegre como se había imaginado que estaría, más bien parecía Annie sabía que eso sucedería. Entonces todo el lado positivo que intento ver hacer un momento se volvió sombrío, porque si Annie sabía de la invitación desde antes eso quiere decir que ya lo había hablado con Kit. En ese instante Lady Tremaine se resignó porque se dio cuenta de que no podía hacer nada para evitar una unión entre su hija menor y la casa real. No obstante, su mente quedó en calma pensando que podría confiar en su hija mayor para cuidar de Annie una vez que se efectuará una inminente unión.

Dejando de lado el asunto de sus hijas directas. Lady Tremaine pensó en cuál sería la mejor manera de informarle a Cinderella sobre su matrimonio arreglado con un Barón sin mucha importancia. Dicho matrimonio había sido acordado hace más de medio año pero había sido cancelado porque el "marido" original había muerto, y como el matrimonio había sido acordado por medios legales, el acuerdo quedo varado durante un tiempo antes de que se reanudara con el hijo mayor y heredero como el nuevo "novio". El nombre de dichoso joven Barón que estaba suplantando a su padre era: Víctor Everglot.

Los sentimientos de Lady Tremaine respecto a Cinderella siempre eran confusos para todos en la mansión, un día era buena y agradable, y al otro día era la peor mujer sobre la faz de la Tierra, humillándola de diversas formas.

Toda esa actitud tenía su razón, Lady Tremaine estaba trastornada. Estaba dividida entre respetar la memoria de su marido, cosa que él no se merece por su infidelidad, y hacer que la niña, quien no derramó ni una lágrima en el funeral, sintiera su pesar multiplicado por mil.

Al final, el ser humano no podía ser tan malo si no está en su naturaleza, ¿o sí? Al menos Lady Tremaine no lo era. Si, era cruel a veces, pero nadie podía negar que tenía sus toques de bondad. Sino no habría de regresar a Cinderella a la sociedad después de algunos años, tal y como lo hacía ahora, y mucho menos le buscaría un marido de estatus decente.

- ¿Estas segura que te encuentras bien? - preguntó Lady Tremaine antes de levantarse de la cama.

- Si. Sólo es un dolor de cabeza... ya pasará - le contestó su hija. - Mamá, la invitación es para todas las damas de la familia... - miro de reojo a su madre y continuó -... quizá deberías conseguirle un vestido a Ella-.

- Bien podría usar uno de los que ya tiene -.

- ¡Pero, mamá! esos vestidos son de hace décadas y son usados - dijo Annie, intentando persuadirla - Piensa en que dirá la gente si la ve usando ropa vieja. Pensaran que la familia Tremaine se está quedando sin fondos-.

- ¿Y qué importa que es lo que dice la gente? Incluso si dicen que estamos en quiebra, vivimos mucho mejor que todos ellos... En todo caso, la que es linda, es linda, sin importar lo que vista... además, ella ya no necesita llamar más la atención de los hombres casaderos. -

- ¿Por qué lo dices? -.

- Haces demasiadas preguntas - terminó por decir Lady Tremaine.

Por la tarde, a pesar de que sus dolores de cabeza no se detenían, Annie salió para comprar tela fina a espaldas de su madre. Quería comprar tela para que, por lo menos, Cinderella tuviera algo decente que vestir y de acuerdo a la moda inglesa. Esta vez, su hermana Griselda le había acompañado sin una razón en específico. Además, Griselda tampoco estaba consciente de cuál era el motivo de comprar tela, Annie apenas y podía coser correctamente.

- No te hubieras molestado - dijo Cinderella cuando recibió las telas en la habitación de Annie. La castaña había aprovechado el ritual nocturno de desvestirse y peinarse para poder entregarle las cosas a Cinderella, no solo le había comprado tela sino también joyas y adornos para el cabello, al ser Annie una mujer de gustos simples, la encargada de elegir las joyas y adornos fue su hermana Griselda, quien por obvia razón terminó llevándose lo mejor de las tiendas.

- ¿No fue muy caro? - preguntó la rubia mientras observaba con entusiasmo todas esas joyas.

Annie se rasco la nuca, no sabía qué responder pues ella no llevo cuenta de los gastos.

- ¡No importa! ... gracias, en serio - dijo la rubia y luego, de forma espontánea la abrazo. - Te quiero mucho, nunca lo olvides. No importa que sucede ahora o en el futuro, yo te quiero y siempre te querré mucho - susurró Ella a su oído.

Entonces, repentinamente Annie tuvo un leve ataque de tos, haciendo que se separaran un poco. La pregunta que formuló la rubia fue la misma que su madre, "¿Estas bien?".

- Si... ¿Segura que podrás hacer un vestido en tan poco tiempo? -.

- Por favor - se mofo Cinderella. - Si las madrugadas bordando y remendando ropa no me sirven para hacer esto lo más rápido posible, le tomare la palabra a tu madre y me autollamare "Inútil"-.

- No digas eso, tú no eres una inútil -.

- Cuando te repiten algo tantas veces, llega un punto en que te lo crees, pero no temas, mi orgullo Tremaine me impide creer hasta no ver. Tomaré esto como mi prueba de fuego. -.

Ambas sonrieron en la tenue iluminación que brindaban algunas velas.

LEGACY: Las Hermanas TremaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora