Capítulo Nueve: Liberación

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No voy a negar que Claudia parece haberse puesto más hermosa con cada día que pasa. Lleva puesto un vestido crema veraniego con unas sandalias blancas, su cuello decorado por aquella cadena que Derek le regaló hace años con la pieza de un rompecabezas. Su castaño y ondulado cabello se encuentra suelto, cayendo en cascadas claras. No lleva mucho maquillaje; sus pestañas están rizadas y tocadas por rímel, mientras que sus mejillas son naturalmente rosadas. Sus grandes ojos mieles son una simple maravilla. Debo admitir que, si yo no estuviese perdidamente enamorado de Khalessi, hubiese cometido el mismo error que Seth: caer locamente enamorado de los encantos que mi mejor amiga posee.

—Espero que todo esté bien —dice. Se acerca a Derek y apoya su barbilla en su hombro —. Te amo.

—Yo también te amo —responde él, ladeando la cabeza a la izquierda lo suficiente para verla. Ambos se sonríen y lo único que ambos reflejan es amor puro, haciéndome sentir incómodo por una estúpida razón que me avergüenza —. Víveres, ¿eh? Creo que todos podemos salir a comprarlos.

—Pensé que querían...

—Lo que yo quiero es ir y presumir a mi hermosa esposa a todos lados como he estado haciendo durante muchos años —Derek deposita un beso en sus labios —. La prensa me tiene hasta los cojones con tantas preguntas sobre nuestro hijo que me quitan las ganas de salir —los cuatro reímos ante ese comentario —. Pero salir contigo lo vale.

—Bien, entonces los esperamos listos en cinco minutos. —Antes de irse, Claudia lo besa delicadamente.

Es ahí en donde descubro el por qué siento tantos celos de su relación: ambos están juntos pase lo que pase, mientras que la melliza y yo no tenemos ni siquiera en claro que somos ahora que hemos vuelto a retomar nuestra relación no de la mejor manera. Quisiera poder abrazarla y besarla libremente de la forma en que Derek hace con su mujer. Deseo poder tomar su mano y no sentirme culpable por estar hiriendo los sentimientos de otra persona a pesar de que la aborrezca. Odio sentirme como el peor de los hombres por hacerla escoger entre ambos y odio el hecho de que esté la remota oportunidad de que ella no me escoja por una vez más.

Escucho ruido desde la sala y varios gritos de felicidad, por lo que hago contacto visual con Derek y él se alza de hombros, dándome a entender que no tiene ni una sola idea de lo que está sucediendo. Mike nos sigue cuando ambos salimos hacia la dirección de donde viene todo el bullicio, el aire reteniéndose en mis pulmones cuando le veo abrazado a las dos personas más importantes para mí.

—Papá, pensé que estarías de viaje varios días más —le dice Gia, ofreciéndole una sonrisa.

—Sí, pero decidí volver porque ustedes son mucho más importantes que cualquier viaje —responde Matthew, besando su frente —. Papá ama mucho a su reina y princesa como para dejarlas solas por mucho tiempo sin la protección del rey. 

Mi muro de piedra termina de romperse cuando la mujer a la que más amo junta sus labios con los de él, diciéndole lo mucho que lo ama. Aprieto la mandíbula sintiendo como mis ojos pican por las lágrimas acumuladas en ellos, y un nudo se forma en mi garganta al realizar que, en aquel cuadro familiar, soy yo la persona que sale sobrando. 

—Perdón —digo en voz baja, retirándome de la habitación antes de que mis lágrimas comiencen a caer por mis mejillas. 

Con pasos rápidos salgo al jardín trasero y me siento en la banca negra delante de la piscina, pensando en el poco esfuerzo que me causaría ahogarme en el agua para acabar con mis sufrimientos. Mis mejillas se encuentran húmedas por mis lágrimas, las cuales por más que intento retenerlas, salen en contra de mi voluntad.

—Hola —giro mi rostro lleno de sorpresa al encontrarme con mi mejor amiga, quien me ofrece una sonrisa llena de compresión —. Sabes, el hombre que yo conocí hace muchos años jamás se hubiese sentado aquí a llorar por lo que no tiene, al contrario, hubiese luchado por ello.

Estando a tu lado ©Where stories live. Discover now