Capítulo 18

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"El que sabe que está loco, no está muy loco"

«Chuang- Tzu».

Aprieta el volante con fuerza. La cabeza le palpita. Un estremecimiento recorre toda su columna vertebral y se sacude mientras las lágrimas brotan de sus ojos.

Desesperada y con las manos temblorosas por el miedo, abre la guantera del copiloto y comienza a rebuscar desesperadamente.

—Maldición, ¡¿Dónde diablos las deje?! 

 Siente el pequeño frasco entre sus dedos y lo toma. Lo abre, saca dos píldoras, las coloca en su lengua y traga grueso.

 Cierra sus ojos, esperando a que el dolor pase. El dolor de cabeza va disminuyendo gradualmente. Lejos de sentirse aliviada, la sensación sólo sirve para desarmarse en llanto.

Arranca, apresurada. Necesita salir de allí. 

Quiere huir.

«¡Eres una mujer vil y miserable!».

El dolor desaparece. Los recuerdos y sus pensamientos, no.

Llega al único lugar, que, contradictoriamente, odia más que nada, pero donde mejor se puede sentir.

«No eres una mujer, eres un monstruo»— sacude su cabeza en un desesperado intento de desaparecer esa voz en su cabeza.

Se baja del auto sin siquiera apagarlo. Camina tambaleante.

El cuidador de la mansión la mira y se acerca preocupado.

—¿Señorita, está usted bien? — no responde y pasa por su lado.

Entra con prisa a la casa. Sube las escaleras, sujetándose con fuerza del barandal. Llega hasta la puerta al final del pasillo.

 Serena se encuentra en la pequeña oficina casera. Al escuchar la puerta, chasquea la lengua.

—Andrómeda, has llegado tarde. Sabes que no me — ahoga toda riña al ver el estado en el que se encuentra; con el rostro empapado de sudor y lágrimas, ojos perdidos y respiración agitada—. Santo cielo— se acerca a ella. Acuna su rostro —. Mírame. Andrómeda, mírame...

—¡NO ME TOQUES!— grita, desesperada y fuera de sí. Suavizó su semblante al reconocerla — Serena, ayúdame, por favor— ruega con la voz rota—. Las medicinas...No funcionan...yo...no puedo...dejar de escucharlo...

«Te odio».

«No hay persona más despreciable y aberrante en este mundo que tú » — la voz llena de desprecio de Sonnike, se repetía en su cabeza

«No sabes cuanto me arrepiento de lo que hice »— entremezclándose con las palabras de Elliot.

Tapa sus oídos, frustrada.

—Cálmate, Andrómeda. Respira profundo— escuchaba como la voz de Serena se volvía más lejana, mas imperceptible—, sólo tienes que...

No puede escucharla más.

Está en el salón tocando una de sus piezas favoritas.

 Sueño de amor.

En su momento, había ambientado los días más felices de su vida. Ahora, solo era una composición llena de tristezas y melancolías.

El dolor que siente en el núcleo de su pecho es insoportable. Cuando cree que ya no puede llorar más, las desgraciadas lágrimas le recuerdan que aún siente.

Que aún sufre.

La puerta se abre de golpe. No se inmuta, preparada para lo que viene, tiene una gran hostilidad resguardada y esparcida en todo su cuerpo, capaz de destruir todo a su paso.

DULCE ATADURA (EL AMOR DE MIS VIDAS#1)Where stories live. Discover now