Capítulo 7

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-- No te muevas, morro, esto lo soluciono yo – mi papá comenzó a caminar, él es muy protector conmigo y con mi pá, es más, hasta a mí me regañaba cuando desobedecía a mi pá Noé, por eso es que puedo saber que Ramin se puso como león al ver lo que vio.

-- ¡Basta Carlos, deja de decir tonterías! – pude escuchar la voz de Noé, se oía como si tuviera ganas de llorar, por desgracia ese tono de voz lo reconozco demasiado bien.

-- ¿No tienes otra cosa que hacer o qué onda? – los dos chicos que peleaban miraron directamente al que los interrumpió.

-- ¿Tú qué quieres? – ese mocosillo que se llama Carlos y que tan mal me cae dejó de lastimar a mi pá y encaró a mi papá, ahora que hago memoria, ellos jamás mencionaron a ese niño, es más ni siquiera en mi época lo he visto, ¿Será que se fue a vivir a otro país o algo así?

-- Pues ya, carnal, deja al amigo en paz, ¿No ves que te dijo que lo dejaras tranquilo? ¿O es que no entiendes castellano? – papá se miraba muy irritado, me da miedo cuando pone esa cara, cuando era niño y me ponía esa cara de enojado, salía corriendo a mi cuarto, luego él entraba y me daba de cosquillas, creo que lo hacía como para disculparse por haberme asustado.

-- Esto no es asunto tuyo, hippioso, vete a tu rincón y deja de fastidiar – con altanería ese chico pesado le habló a Ramin, ¿Pues qué se ha creído este infeliz? Le iré a patear la espinilla para que deje de maltratar a mis jóvenes papás.

-- Prefiero ser un hippioso a ser un chulo pedante y mentecato como tú, cara de huevo – le contestó, ¡Así se hace!

-- ¿Qué me dijiste? – el cara de huevo se mostraba enojado.

-- ¡Ya basta! – gritó mi pá - ¿Se dan cuenta que si el prefecto nos ve nos reportará a todos? Yo no quiero una mancha de esas en mi expediente.

-- Pues este mugroso que se mete donde no lo llaman – con tono muy despectivo y moviendo la cabeza señaló a mi papá.

-- ¿Quieres ver lo que este mugroso le hace a tu cara? Te la pudo ir dejando como huevo estrellado, burguesito.

-- A ver si me dejo, mugroso – esto huele a pelea, juro que si no fuera porque se trata de mi papá comenzaría a grita ¡Pelea, pelea!

-- ¡Ah pues si eso estoy queriendo desde hace rato! – dejó caer su intento de mochila, y digo intento porque es una rara maleta de tela muy desgastada y que seguramente dentro solo tiene una libreta y un lápiz.

-- ¡Qué rápido haces amigos, Noé! Y mira nada más la percha, el mugroso y ese mocoso raro – lo miré con sorpresa, desde hacía rato nadie reparaba en mi presencia, y justo ahora ese Carlos me llamaba raro.

-- Te lo voy a decir una sola vez, cara de huevo, tú te metes con el morrito y te tumbo los dientes de un guamazo – secamente le advirtió a su enemigo, fue una amenaza muy clara y me dio miedo.

-- Ya basta Carlos, ese niño no se está metiendo contigo, no lo metas en problemas – mi pá también entró al quite, me siento muy contento de tenerlos a los dos.

-- Esto no ha acabado, hippie, nos vamos a volver a ver las caras – dijo con seriedad ese chico, luego volvió su cara a mi pá, quien se notaba bastante triste – Y contigo ya no tenemos nada que hablar, se acabó – no entendí a que se refería con eso de se acabó, solo pude notar como Noé suspiró y bajó la cabeza, luego de ello, el cara de huevo entró a la escuela dejándonos a nosotros tres afuera, todos callados, en un silencio muy pronunciado.

Enamorando a mis papásWhere stories live. Discover now