Capítulo 6

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Han pasado casi dos años desde que miré su rostro por primera vez, estaba en la escuela y por increíble que pareciera no había tenido la oportunidad de verlo o admirar su cara. Fue aquella mañana lluviosa, era un lunes temprano, como a veces me pasa, salí tarde mi barrio y llegué tarde a la prepa, me tuve que esperar en la entrada para que me dejaran pasar a la segunda hora, estaba algo mojado porque la lluvia me sorprendió cuando apenas iba a medio camino, estaba vociferando un par de leperadas cuando aquella escena ocurrió, fue como si de una revelación se tratara, su rostro, aquellos ojos, su piel clara, ese cabello con unas gotas escurriéndole por las puntas, aquel día lo conocí, su nombre era un misterio, pero luego de preguntar discretamente a los vatos de otros grupos lo supe: Noé.

Llegó corriendo al lado de un sujeto que por demás me cayó como patada de mula, su amigo mentecato, Carlos. Su cuate me valió un carajo, pero Noé, él era quien captó mi atención, lo miré atentamente, sin embargo ni siquiera reparó en mi presencia, estaba demasiado entretenido en la plática con aquel morrillo burguesito que ni una mirada me dio, aquello no me importó, yo me conformaba con lo que había visto, con el paso del tiempo caí en cuenta de algo, al parecer aquel interés raro es lo que se conoce como 'el flechazo'. En una ocasión la Raco me habló de eso, es cuando te encuentras con alguien que pone tu mundo 'patas pa'rriba', la panza te cruje y sientes chistoso cada que miras a esa persona, me aseguró que si aquello le pasa a alguien se dice que cupido lo acababa de flechar y que irremediablemente te habías enamorado, luego de eso habló de viejas y porros.

Cierto día, pude caer en cuenta que era cierto, ya me había enamorado de Noé, el fresita que no convive con la raza y mucho menos se fijaría en alguien como yo, sin contar y dejando de lado lo más importante: no era homosexual. Me resigné pues, a verlo de lejos, a contar cada una de sus sonrisas y hacerme menso, como si estuviera viendo otras cosas, ni Lucy sabe de m interés por el apretadito ese, pero cada que puedo no pierdo la oportunidad aunque sea de soñar de lejos.

Para todos soy el revoltoso que cuida las plantas, y sí, cuido el medio porque es el lugar en el que vivimos, pero no soy lo que todos creen de mí, no saben lo complicado que es esconder lo que soy y lo que me gusta, solo dos personas saben mi realidad, mi dura y difícil realidad, he tenido cosas con otros vatos, pero nunca he sentido lo que siento por el fresita, sé que lo que deseo es imposible, un príncipe jamás se fijaría en un vagabundo, y está de más pensar quien es quien.

-- Gracias por acompañarme – me volvió a mirar con esos ojitos tan bonitos que tiene mientras me dijo aquellas palabras, si supiera las ganas que tengo de abrazarlo, pero no debo, pensará que soy un desviado loco y con justa razón me daría un 'guamazo', me basta con tener el chance de dejarlo en la puerta de su casa sano y salvo, ojalá pudiera hacerlo todos los días, pero no se puede y menos si todo el tiempo está con esa lapa de Carlos cara de huevo. Al menos el morrillo me ayudó a cumplir una fantasía: caminar al lado del fresita de los ojos bonitos.


Como no quiso ir a su casa, Roger se quedó en la mía, no me da desconfianza, al contrario me recuerda a mi hermana, me da ternura y por lo mismo siento el impulso de cuidarlo, justo ahora lo miro dormir, él se quedó en mi cama y yo en el piso, la luz del patio hace que su cara se vea con cierta claridad, duerme tranquilo, hace una ligera sonrisita, al parecer sueña algo bonito, en verdad me alegra verlo relajado. He de confesar que cuando salí de la fiesta furioso por el desprecio del fresita de ojos bonitos, me olvidé de Roger, pero cuando lo recordé me volví a buscarlo, pregunté a todos por él, me sorprendí enormemente al percatarme que estaba desesperado por hallarlo, es como si una fuerza en mi interior me enviara el sentimiento de pánico al no encontrarlo, uno de los chavos de la fiesta me dijo que lo vio irse rumbo a la glorieta de las palomas y fue entonces que corrí para buscarlo, no dejé de sentir preocupación hasta encontrarlo, y cuando lo vi al lado de Noé una paz me invadió por completo, sentí como si Roger no pudiera estar en mejor lugar que ahí con ese chico.

Enamorando a mis papásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora