Capitulo 1. Day

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—¡Shawn Mendes! —grité dando un brinco para salir de mi cama, llena de espuma, mientras que Shawn no paraba de reír.

—Debiste ver tu cara —dijo riéndose. Que tu hermano mayor te llene de espuma no es una linda forma de despertarse, en lunes.

—Eres un idiota —dije quitándome la espuma de la cara.

—Buenos días, hermanita —sonrió antes de salir por la puerta. Éste chico no tiene remedio.

Caminé a mi armario a escoger lo que usaría, estábamos en primavera así que escogí unos shorts rojos cortos con una blusa negra de manga 3/4 y con un estampado con la frase KINDA en dorado. Me dirigí al baño y me duché. Salí y me sequé para después ponerme mi ropa y mis vans negras. Fui a mi tocador y me dispuse a maquillarme, iría a la escuela así que sólo use rímel, delineador de ojos y un labial rosa claro. Tomé mi mochila vintage y bajé las escaleras.

Ahí estaba el grandioso Shawn Mendes, con sus jeans oscuros ajustados, una camisa blanca sencilla, la chamarra del equipo de fútbol americano y unos converse rojos.

—Hola, hermanita —dijo dándome un abrazo, se lo devolví—. Toma una manzana y vámonos porque se nos hace tarde —miró su reloj y salió. Santo cielo, éste hombre tiene serios problemas con la puntualidad. Fui a la cocina para tomar una manzana, la agarré y la lavé. Salí por la puerta y Shawn ya me esperaba en el auto, cerré la puerta y subí. Íbamos platicando de cualquier tontería, desde la escuela, hasta porqué el cielo es azul, así éramos nosotros.

Llegamos y Shawn estacionó el auto, después nos bajamos, nos despedimos y cada quien se fue por su lado. Caminé por el pasillo hasta llegar a mi locker, alguien me abrazó por detrás haciéndome saltar.

—¡Lily! ¡Me asustaste! —dije devolviéndole el abrazo a mi mejor amiga, Lily Gilinsky.

—Lo siento, _____ —respondió riendo—. Vayamos a clases que se nos hace tarde.

Caminamos por el pasillo hasta llegar a nuestra clase, nos sentamos en los únicos asientos disponibles, nada interesante paso durante las primeras horas, hasta el almuerzo.

—Hey, ¿Quieres ir al campo a ver entrenar a los chicos de fútbol? —preguntó sonriendo.

—Sí, vamos —respondí de igual manera.

Y no fue especialmente porque me gustara ver a los chicos, en sí, sino que verlos correr me emocionaba, era una fanática del americano.

Caminamos hasta el campo y nos sentamos en la banca. Unos minutos después nuestros chicos notaron nuestra presencia.

—Hola —dijo Jack J. sentándose con nosotras después de saludarnos.

—Hola, Jack —le saludamos de vuelta al rubio más tierno que habíamos conocido jamás.

—Hola, tarada. Hola, _____ —saludó Jack G. sentándose con nosotras y golpeando a su hermana levemente con cariño en el brazo.

—Hola, Jack—saludé sonriendo.

—Hola, imbécil—le saludó Lily sonriendo con ironía.

Ese era su amor de hermanos, el de la mayoría.

—Hola, chicas —nos saludó mi hermano sentándose enfrente de nosotros.

—Hola, Shawn —le saludamos por último.

Platicamos durante un largo rato hasta que el entrenador los llamó para que regresaran al entrenamiento.

—Bueno, chicas —se levantaron—, nos tenemos que ir, las vemos después.

Se despidieron los tres chicos por última vez y se alejaron de la banca para regresar al campo. Ya casi se terminaba nuestro break así que decidimos ir a la cafetería.

Nos sentamos en una mesa nosotras dos solas.

Sí éramos populares, técnicamente. Quiero decir, todo el mundo conocía al equipo de americano de la preparatoria, en especial a Shawn y a Glinsky, y por consiguiente a nosotras. Todas las chicas que nos hablaban lo hacía por un interés en común, y eso más que ser incómodo, era molesto. Así que preferíamos estar sólo nosotras dos.

—¿Irás este viernes a la fiesta en mi casa?

Casi todos los viernes había fiesta en su casa, en la mía o en la de Jack J y algunas veces en la de algún otro chico del equipo. Eran exactamente como el típico estereotipo de equipo de futbol americano de preparatoria estadounidense.

—Claro que sí, Lily, sabes que no me la perdería —sonreí—. Oh, iré a tirar esto al bote de basura, espera un momento.

Me levanté de la mesa con la envoltura del chicle en la mano, caminé hasta el bote y la tiré.

Sentí una extraña sensación, una mirada sobre mí y después unos murmullos.

Volteé a todas partes, hasta que di con el objetivo. ¿Qué hacia él mirándome? Quizá sólo es mi imaginación, él nunca me miraría, y no es como que quisiera que lo hiciera, realmente me daba lo mismo. Pero quiero decir, no sé por qué lo haría.

Lo ignoré y regresé a mi mesa, me senté y pude ver a Lily con una cara muy sorprendida.

—_____ —murmuró atónita.

—¿Sí?

—¿Qué hace Nash Grier mirándote? —soltó al fin— No, espera... te está señalando.

La voz de Lily estaba cargada de sorpresa, mis ojos se abrieron, creí que era broma pero igual volteé, Nash me miraba fijamente mientras hablaba con sus amigos, mierda.

-Oh, eso, no lo sé.-respondí confundida y nerviosa, no me gusta ese chico pero ¡Dios! Sus malditos ojos te derriten.

-Es raro pero no importa, tengo la vista perfecta al sexy trasero de Matthew.-dijo sonriendo pervertidamente.

—¡Lily!—exclamé riendo, esta chica no cambiará, esta loca por Matt.

Tocó el timbre de regreso a las clases y nos levantamos, ellos se quedaron sentados. Caminamos hacia la salida pero justo antes de salir sentí una mano en mi brazo deteniéndome en seco, volteé a ver de quien era aquella mano y me encontré con esos hermosos ojos celestes.

Un momento, ¿por qué Nash Grier está sosteniendo mi brazo?

Enamorado de la apuesta » n.g. Primera temporada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora