31.

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Cuando me alejé un poco él me soltó, me sequé las lágrimas y estuve un poco más calmada, así que pude mirarlo de nuevo a esos ojos verdes que tanto había necesitado mirar. Estaba angustiado y me miraba con cautela, acariciándome la mejilla y secando mis lágrimas que cada vez caían menos.

—Pasaron muchas cosas esta semana...internaron a Ana, todavía no sale.

— ¿Qué pasó?

—Sobredosis. —musité y mi voz volvió a quebrarse. —fue una semana de mierda, todavía no tengo las fuerzas suficientes como para recuperarme y encima con vos fuera del mapa estaba desesperada.

—Yo también, fue una semana de mierda y lo único que quería era llegar a verte.

—Vení. —le dije y lo hice caminar hacia mi cuarto. Ya era de noche y ni siquiera prendí la luz, solamente quise que nos acostáramos y poder abrazarlo, relajarme entre sus brazos y sentir su respiración con la mía.

Todo me daba vueltas y me dolía la cabeza aún con los ojos cerrados, el corazón iba a salirse de mi pecho en cualquier momento y me sentía muy mal. Abrí los ojos en la oscuridad y traté de estabilizarme con mi dolor y levanté mi cabeza para igualarme a Gian, él levantó su mano y acarició mi mejilla, volví a cerrar los ojos y lo sentí cuando se levantó un poco y contempló sus labios con los míos. Me besó y yo lo seguí, tan suave e intenso como recordaba de él y con ganas de mucho más pero estaba muy cansada para pensar eso, aunque mi cuerpo reaccionaba a la necesidad.

Me alejé un poco después de unos minutos y los dos respirábamos con dificultad.

—Te extrañé tanto. —susurró. —me asusta lo que siento por vos Abril.

—A mí también... pero me gusta.

— ¿Te gusta?

—Sí, extrañarte me hizo dar cuenta lo mucho que te necesito. —le dije porque de verdad lo sentía. Él suspiró y se abrazó más a mí.

— ¿Por qué te estás haciendo tan indispensable para mí?

No sabía por qué, pero sentía exactamente lo mismo e incluso quería más, por eso lo besé y me dejé llevar por lo que nuestro beso tenía para demostrar sin decir demasiado, solamente la reacción de nuestros cuerpos.

Mi teléfono sonó antes de que pudiera subir a la sala de espera y me quedé en el descanso de la escalera leyendo el mensaje que Gian me había enviado. Después de habernos despertado juntos y con el ambiente endulzado, logré salir de la cama para suplantar a Ema que no había vuelto en la noche, y simplemente me derretí.

Me estás volviendo un loco obsesionado por vos, todo lo que no quería ser lo estás logrando, todo lo que te sigo extrañando es inmenso, me muero por volver a verte.

Yo también me moría por volver a verlo, ojalá no me hubiese tenido que haber ido, pero mis amigas me necesitaban y dejé de lado lo que yo necesitaba para asistirlas, tanto a Ema que le tocaba descansar, como a Ana que no tenía a nadie para que la cuidaran. Sin embargo, fue imposible no dejar de pensar ni un segundo en él, en besarlo y abrazarlo, hacer el amor y dejar de extrañarlo más de lo que ya había hecho por una semana, estúpidamente me estaba enamorando de él y no me importaba, sólo quería que nada se terminara entre nosotros, porque era perfecto.

Aprendiendo a Quedarse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora