Parte 8

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David Aquilar

Presente

He estado doce años aquí. Los primeros días me sentía libre de obligaciones por fin, pero la ansia volvió a mí en cuanto Omega cometió una nueva tanda de atentados. Des de entonces he recabado tanta información como he podido desde las sombras.

Así que el único modo de eliminar a Dos Santos, la clave para que todo Omega Corporation se desmorone, y hablo como militar con muchos años de experiencia, es el siguiente:

Una vez dicho eso, David se derrumbó presa de un disparo. Una voz gritó:

-¡Objetivo eliminado! ¡Aseguren a los soldados enemigos!- una granada cegadora lanzada por un combatiente de Omega inutilizó a John y Martín sin que supiesen que estaba pasando. Les pusieron esposas y se fueron con un camión hacia rumbo desconocido.

Rafael Dos Santos

-Señor, los prisioneros están listos para el interrogatorio-. El oficial a cargo de mi protección efectuó un saludo militar y le abrió la puerta. Otro idiota a mis órdenes, pensé cruelmente. Mis organizaciones solo servían para una cosa: Acabar con la superpoblación del mundo. En aquel momento todo el mundo fuera de Omega me veía como un asesino despiadado, pero dentro de unos años Rafael Dos Santos sería recordado como el salvador del planeta Tierra.

-Adelante, señor-. El oficial me instaba a entrar en la sala de interrogatorios. Me había abstraído, me pasaba a menudo.

-Disculpe- le dije al oficial. Entré en la sala. Había dos tipos atados y amordazados. El oficial les quitó rápidamente la mordaza y empecé un pequeño monólogo. Quería provocarles una falsa confianza para que fuesen dos soldados más a mis órdenes.

-Bienvenidos a Omega Corporation, S. A, les decía, el lugar donde prosperamos cada día para obtener la solución a los problemas que asolan el mundo.

Les fui hablando así, hasta que el más bajo de los dos dijo:

-En teoría nos debería torturar y sonsacarnos toda la información que pueda antes de que muramos. ¿Qué está haciendo?-

-Les estoy ofreciendo una nueva vida, caballeros. Únanse a Omega Corporation y, pasado un año de vigilancia, tendrán libertad incondicional para ayudarnos en nuestro propósito-. El más bajo escupió a los pies de Dos Santos:

-¡Ni por un millón de dólares me metería en su asquerosa corporación!- Era un hombre leal a su ejército. Suspiré, fingiendo decepción:

-¿Y tú aceptarías el trato?- Me importaba un rábano si lo aceptaba o no: Es más, mejor si no lo aceptaba, ya que había el riesgo de que lo matara si se unía.

-No, señor-. El otro tipo era más sucinto y cauteloso, cosa que me incomodó. Había llegado la hora de dar el siguiente paso:

-En fin, pues podéis replanteároslo durante media hora: Si alguno de los dos cambia de opinión, que llame al guarda de vuestra celda. Si no cambiáis de opinión... Me temo que os tendremos que interrogar. Y, quien sabe, si no ofrecéis mucha resistencia quizá algún día os devolvamos la libertad.

Tanto John como Martín eran firmes en su pensamiento, por lo que no cambiaron de opinión.

Al cabo de media hora de estar mirándose fijamente a los ojos sin pensar, un soldado de Omega los llevó a la sala de interrogatorios. Ambos tenían una integridad admirable, y por este motivo ninguno de los dos soltó una palabra a pesar de sufrir tormentos que habrían provocado todo tipo de confesiones en otros hombres.

Un día después de ser interrogados sin éxito, el interrogador los asesinó a ambos en un arrebato de furia. Este se llevó una pequeña sanción.

En la OTAN se hizo un pequeño acto en su memoria. Y John y Martín desaparecieron para siempre de la memoria del mundo entero.

Propósito de VidaWhere stories live. Discover now