Después de la fiesta, llega la resaca

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9; Después de la fiesta, llega la resaca.
Haneul

Se puede decir que la semana pasó volando. Los exámenes habían acabado por fin y ya estábamos de nuevo a viernes.

Llegamos a casa al final sin problemas. Min volvió a vomitar dos veces más y después se quedó sobada en el sofá hasta prácticamente las 5 de la tarde del día siguiente por la visita de Mark, de no ser así yo creo que hubiera dormido hasta el lunes en la mañana. Pero... Mientras Min dormía yo no podía hacerlo. ¿Por qué? Muy simple, seguían viniendo escenas de esa misma noche una y otra vez, pero había una que no se alejaba de mi mente. ¿Cómo diablos sabía él mi sobrenombre de cuando era pequeña?. Gracias a que esa pregunta aparecía en mi cabeza y claro, como no tenía cómo responderla acabé soñando con una de las tantas pesadillas que tenía desde que salí del hospital.

Me encontraba cantando en un amplio escenario sola. Podía ver las siluetas del público con la poca luz que había en la sala, luz que procedía de uno de los focos que me apuntaba a mí mientras seguía cantando. De pronto, noté un eco de mi voz cantando a la vez y me sobresalte cuando alguien me agarró fuertemente la mano, sin intención de soltarme. Volteé para ver a la persona pero fue un acto en vano, su cara estaba completamente en la oscuridad, lo único que podía saber es que era chico y que mantenía un micrófono en mano mientras me acompañaba en la letras. Sonreí por alguna extraña razón que no entendía y volví la vista hacia el frente. Fue entonces cuando toda la luz desapareció por completo y me encontraba en un coche con mi família, que reían y cantaban alguna canción de aquella época. Después de eso escuché unos neumáticos frenar en seco contra el suelo y por fin sólo hubo oscuridad...

Desperté sobresaltada como siempre lo hacía. No entendía el significado de aquellos sueños, ni siquiera me acordaba de que algo por el estilo me hubiera sucedido con aquella edad. Pero de igual forma los seguía teniendo una y otra vez y la cosa empeoró hace como dos semanas. Después de eso ya no me pude dormir más así que, como cada fin de semana decidí ir a casa de mi madre antes de lo previsto.

La visita fue rápida, comimos juntas, charlamos un poco, me preguntó por la universidad y yo le respondí lo de siempre y después como no, me empezó a bombardear con la vida de mi hermana de nuevo a mi edad. «Estoy harta siempre de lo mismo» fue lo que pensé después de rodar los ojos al ver sus claras intenciones e incluso me recordó de nuevo que no debía de cantar nunca. ¡Por favor! Ni que eso fuera un delito.

No le dije de mi querida actuación de la fiesta porque sabía que se pondría histérica y no quería seguir oyendola así que me fuí antes de que llegara mi ─adorable y perfecta─ hermana. Gracias a mamá llegué hasta el punto de odiarla.

Cuando volví a la habitación, me encontré a Min despierta riendo como una loca, seguramente por algún comentario de Mark, que estaba sentado al lado de ella. Como no quería molestar me fui a dar una vuelta. Siendo las 9 de la noche, el campus estaba desolado, no había ni un alma por los alrededores y eso me reconfortó. La verdad es que no quería que nadie me viera fumando. Así es, fumo. Poco pero lo hago, sobre todo los días que voy a visitar a mi madre, un cigarrillo es lo único que calma la mala ostia que me pone esa mujer cuando quiere. Así que, me apoyé en un árbol y me encendí el cigarro. La sensación era sumamente refrescante. Sentía que, con cada calada que le daba, volvía a mi estado de ánimo normal.

Fue entonces cuando reparé en que un coche ─de no sé qué modelo─ aparcó enfrente de la puerta del campus. Jimin salió de este feliz mientras despedía con la mano a las personas que seguían dentro. Me quedé observándolo hasta que desapareció por la puerta del edificio de las habitaciones de los chicos. «Qué extraño todo. ¿Dónde había estado?» pensé mientras consumía la última calada del cigarro y lo apagaba en la fría hierba. «¡¿Por qué diablos te interesa donde estaba Han!?» me reprochó mi subconsciente y lo alejé de un manotazo. No sabía porque tenía esa curiosidad pero sin duda alguna, descubriría el porqué.

𝖣𝗎𝗅𝖼𝖾 𝖲𝗎𝖾𝗇̃𝗈; 𝖠𝗆𝖺𝗋𝗀𝖺 𝖱𝖾𝖺𝗅𝗂𝖽𝖺𝖽 © 𝐩. 𝐣𝐢𝐦𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora