Inglaterra

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—¡¿Que le diste qué?! —gritó angustiado Arthur  mientras cruzaba los pasillos de la academia a toda velocidad, seguido por un rubio con anteojos que intentaba seguirle el paso, también un poco aturdido.

—Como todavía no llegabas le di ese té que me habías dado para que espere más tranquila.

—¡Eso no era té, gordo! Te pedí que la tiraras porque era una poción mal hecha. 

—Pero era verde... —se justificó inocentemente el rubio mientras se encogía de hombros. Arthur resopló de enfado y resignación cuando llegó frente a la puerta que tenía un cartel escrito con grandes letras: "Club de Magia". La abrió rápido y entró primero.

Vio en una silla frente la ventana un cuerpo femenino con el respectivo uniforme de la academia. La chica miraba hacia el patio cuando oyó el sonido de la puerta abriéndose y volteó curiosa. Qué mal. 

Un pequeño resplandor verde inundó sus ojos junto con una pequeña pequeña pérdida de equilibrio que no llegó a accidente gracias al respaldo de la silla. En ese momento el rubio de cejas gruesas se le acercó preocupado.

—Oye, ¿Te encuentras bien...? —dudoso, le quitó los cabellos que le cubrían el rostro para encontrar una expresión de total incomodidad y sorpresa.

—Hey, no me toques ¿Quién eres? —Arthur se quedó estático, rogando haber escuchado mal la pregunta.

—¿Cómo dices? —preguntó sintiendo como su corazón parecía ser estrujado por alguna fuerza desconocida.

—No te conozco... ¡Alfred! —se levantó y corrió hacia el gringo que parecía haber estado junto a la puerta todo el tiempo con cara de confusión.

—¿Sabes quién es este tipo? Tiene cejas raras. —le susurró, escondiéndose un poco detrás de él.

 —Habrá que reunir a un par de personas...

***

Fue una sorpresa para Vladimir encontrar a más de medio mundo intentando meterse en SU club. Cuando pudo pasar la marea de gente y entrar al salón cuidando que no pase ningún desconocido o intruso miró con furia contenida a todos los presentes.

—Me voy a buscar unos apuntes a mi casa y cuando vuelvo me encuentro a casi toda la academia aquí metida ¿¡Alguien me explica que demonios pasa aquí?! —gritó mientras empujaba la puerta aún no cerrada.

—Eso es lo que me gustaría saber. Llevamos más de quince minutos aquí y lo único que sé es que me dieron alguna porquería para borrar la memoria y olvidé a ese tipo —señaló al cejón—. Y aún no me explican quién es.

—Tu enemigo. —comentaron casi todos.

—Oh... —soltó mirando con desconfianza al rubio.

—No, bueno. No nos llevamos del todo bien, pero no creo que sea para tanto. —le dijo rápido, sonriendo incómodo.

—¿Bromeas? Si hubiera sabido que tenías esa poción escondida, se la habría bajado de un trago.

—Cállate, idiota. —le susurró al estadounidense a la vez que lo llevaba a un rincón apartado.

—Te ves interesado en caerle bien "esta vez" ¿Eh? —cuestionó pícaro. 

—No, no, no. Quiero que recupere sus recuerdos. 

—Dude, sabes bien que (T/N) te odia, no tendrás oportunidad con ella si haces que te recuerde. Y sí, sé que te gusta, y no lo niegues. —añadió al ver la cara de perplejidad de su amigo.

Hetalia y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora