3. Al otro lado de esa ventana

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Sabrina acompañaba a Chloe, más bien la seguía a una distancia prudencial, con el bolso propio y el de Chloe.

—¿Quieres caminar más rápido? —pidió Chloe, irritada.

Era ridículo que tuviera que voltear el cuello hasta casi romperlo para contarle lo que sucedió el día anterior.

—Sí, Chloe —obedeció ella. Dio zancadas más largas para estar a la altura; a Chloe le dio risa, Sabrina lucía como una garza.

—Como te decía, compré dos vestidos en esta boutique. Nadie la conoce pero sus diseños son exquisitos —continuó con la historia—. Deberíamos ir el fin de semana. ¿Quieres ir?

Sabrina se detuvo.

—¿Es en serio?

Chloe se detuvo también. Volteó a ver a la pelirroja, estaba paralizada como una estatua. ¿Qué la sorprendía tanto?

—Pues, sí —dijo, extrañada. Por un segundo temió que dijera que no, que se riera en su cara y luego diera media vuelta como debió hacerlo hace mucho tiempo. Y entonces, volvió a la realidad.

Sabrina no se reiría ni se iría. Tampoco era extraño que estuviera perpleja, es decir, no recordaba la última vez que le preguntó si quería hacer algo; ni siquiera recordaba que eso hubiera pasado antes, en primer lugar.

—Oh —soltó por lo bajo. No creía que haber sido escuchada—. ¿Quieres o no? —le preguntó con el mismo tono dominante de siempre.

Sin embargo, Sabrina no se movió de su lugar, sólo miró a Chloe como si intentara hacer encajar las piezas de un rompecabezas complicado.

—Sí, claro —murmuró, aún con la mente enfocada en otro lugar.

Se quedaron calladas, sus pies al bajar las escaleras fueron los únicos ruidos que llenaron el silencio, esos y los del barullo en general; estaban en hora del almuerzo.

Chloe barrió el patio con la mirada, estaba inundado de gente. Se sintió pequeña. No sabía como soportaba estudiar en un lugar tan pequeño como François Dupont. Eran más veces de las que no en las que se encontraba a sí misma diciéndose: «un años más, sólo un año más». Pero entre la multitud de estudiantes captó una cabellera negro azabache.

Miró a Sabrina de soslayo, lucía pensativa. Sabía lo que estaba pensando, y no le agradaba en nada.

—Sígueme —pidió.

Alzó la barbilla y con la actitud de siempre, caminó en línea recta hacia Marinette.

—Vaya, ¿a dónde ha ido ese gusto tuyo del que tanto presumes, panadera? —fue lo primero que dijo cuando la vio.

Lo decía con malicia, pero en el fondo, quería saber la respuesta. Marinette estaba horrorosa, como si hubiera recogido la ropa que usaba de un basurero; tenía puesta una sudadera gris con pantalones deportivos del mismo color —para Chloe seguían siendo pijamas—, tenía ojeras que no se había molestado en cubrir con maquillaje y no estaba bien peinada. ¿Qué acaso no sabía lo que era un cepillo?

—Se fue al mismo lugar adonde fue a parar tu querida madre, pero tú no me escuchas hablar de eso, ¿o sí?

Silencio.

—¡Marinette! —exclamó Alya, que estaba sentado junto a ella, escandalizada. Los ojos avellana de ella se posaron en Chloe, como si quisiera excusar las palabras de Marinette. No servía de mucho, Chloe no prestaba atención de todas formas.

Todo lo que podía registrar era la punzada en el pecho con la mención de su madre. Marinette sabía la historia y cuánto había sufrido por eso, ¿qué le daba el derecho de mencionarlo?, Chloe nunca mencionaba a...

«No pienses en eso», se ordenó inmediatamente. Sin embargo, pensó algo peor. Marinette nunca diría una cosa tan personal y cruel así como así.

Algo andaba mal.

—¿T-ti-tienes idea con q-quién estás hablado? —respondió un segundo muy tarde.

Marinette la miró a los ojos, ojos que penetraban a lo más profundo de Chloe. Se quedó paralizada.

—No eres nadie, Chloe —dijo, con los dientes apretados en una sonrisa. Quiso correr, ocultarse bajo las sábanas de su cama y fingir que había viajado a un mundo donde aquella mirada no la asustara. Se quedó ahí, y aunque Marinette se había levantado, ella no podía retroceder—. ¿Crees que eres muy importante? ¿Crees que le importas a alguien? Adivina qué, no lo eres. Nunca les importaste y nunca, escúchame bien, nunca les importarás, porque eres sólo un bicho, un insecto que debe ser eliminado. No, ¿sabes qué? Eres un adorno, grande y estorboso. Estás ahí sólo para verte bonita y crees que porque la gente te mira le importas, cuando la verdad es que te olvidan cuando dejan de mirarte. Tu madre, por ejemplo. Te van a olvidar, porque ese es tu único propósito en la vida, ser una... molestia para todo el mundo. —Hizo una pausa, y luego ensanchó la sonrisa que tenía en los labios—. Algo que nunca debió existir en primer lugar.

El delicado cristal en el que estaba parada crujió bajo sus pies, creando figuras abstractas hecha de grietas. El peso de la verdad había quebrado todo, y había caído al vacío; Marinette la miraba desde arriba, con una sonrisa ladeada y ojos ardiendo en malicia.

Dicen que los ojos son las ventanas del alma. Los de ella lo eran, sólo que no había nada bonito del otro lado.

El fondo del hoyo, los vidrios de la verdad se le incrustaron en la espalda y le rompieron la ropa. Pero el golpe le dolía más que las cortadas. Las lágrimas salieron solas, ardían contra la piel pálida y fría.

—Chloe —susurró Sabrina a sus espaldas, pero no podía escucharla ni responderle.

Aún miraba los ojos de Marinette, había un fuego perpetuo en ellos, deseoso de devorar todo a su paso. Esa era la chica que recordaba, la misma que lograba paralizarla con sólo verla. Marinette, la Marinette que todos —incluso ella— querían no estaba ahí, esa chica se había ido.

Un escalofrío tomó posesión de ella, hacían años que no lo sentía, sin embargo, el recuerdo era nítido. Comenzó a temblar. Tenía que huir de ahí.

—¿Qué crees que estás haciendo? —gritó Alya en susurros, sus ojos buscaban a los de Marinette, pero ella nunca se los quitó de encima—. Fuiste... fuiste demasiado lejos.

Alya ahora la miraba a ella. Chloe también la miró, y tuvo que ver el terror en sus ojos para arrastrar a la culpable lejos de ella.

Se quedó ahí parada, incluso cuando Marinette ya se había ido. Sabrina le hablaba, le hacía preguntas, pero no podía responder. La escena se repetía en su cabeza una y otra vez, en una película de nunca acabar.

No tenía muchas cosas en claro, pero había algo seguro, algo realmente malo le sucedía a Marinette.

Nota de autora:

Veinte capítulos, sólo faltan veinte capítulos :') ahora que estoy de vacaciones espero poder editar más rápido.

Así que, como verán Chloe —ya— no se pregunta qué le sucede a Marinette. Es porque ella ya lo sabe... en parte.

¿Ya les he comentado que me encanta escribir sobre Chloe? En especial aquí.

Bueno, dos cositas:

1. Quienes ya habían leído este capítulo saben que omití un pequeño y adorable detalle sobre nuestra amada Chloe. Por favor, no lo comenten, ni comenten nada sobre los capítulos que están más avanzados, no me gustan los spoilers y lo saben (no por nada somos NoSpoilerGirls xd)

2. El capítulo cuatro está listo pero por ahora no está disponible. Así que voy a seguir con el capítulo cinco.

Bueno, eso era todo, mis pequeños problemas.

Trouble milagrosa se va.

Dudas aquí:

Teorías acá:

[04/07/17]
Palabras: 1242

¿Qué le sucede a Marinette?Where stories live. Discover now