1. Donde siempre estuvo.

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—De nuevo, ¿por qué estamos aquí? —preguntó Marinette, confundida. Alya volteó a ella, casi con cuchillos saliendo de sus ojos.

—Porque estamos celebrando —remarcó, con voz muy seria. Por Dios que si Marinette lo había olvidado...

—¿Y qué estamos celebrando, si se puede saber? —preguntó con el mismo tono empleado hace unos segundos.

—¿Acaso no sabes qué día es hoy?

Por el bien de la azabache, sería mejor que la respuesta no fuera negativa.

—Siendo honesta, no —dijo desinteresada. Las palmas de Alya comenzaron a picar, tenía la sospecha de que si las ponía alrededor del cuello de su amiga se calmaría la comezón. Sin embargo, la risita proveniente de los labios de Marinette la distrajo—. Por supuesto que sé que día es hoy, tontita —afirmó divertida, aunque a ella no le hizo ni un poco de gracia. Bueno, en el fondo sí, pero Marinette no debía enterarse de eso.

Sintió los brazos de Marinette sobre sus hombros, que la sacudían un poco en señal de juego. Soltó un bufido fastidiado al tiempo que ambas tomaban asiento en la mesa de esa cafetería cercana a la torre Eiffel. Se separaron por cuestiones de lógica.

—Feliz primer aniversario de mejores amigas. —Marinette le ofreció una cajita blanca

—No debiste —contestó, con cara de pocos amigos.

—Sólo toma el regalo y calla, niña —ordenó Marinette, a lo que ella viró los ojos, aun así, tomó la caja—. Lo vi el el otro día y me gritaba: «Cómprame, cómprame». Espero que te guste.

Una sencilla pulsera con un pequeño dije de catarina, no era mucho, pero Alya lo apreciaba; sabía que todos los ahorros de su amiga eran para comprar materiales para diseñar, y esa pulsera no lucía tan barata como habría querido que fuera.

No tuvo tiempo de quejarse porque Marinette alzaba su mano derecha, dejando a la vista unos pequeños ojos de gato, verdes.

—Somos un equipo, como Ladybug y Chat Noir, siempre estaremos ahí la una para la otra. —Alya contuvo el aliento.

—Marinette —soltó en un suspiro enternecido—, eres la mejor. —Los ojos se le inundaron de lágrimas. Se sentía tan afortunada de tener a Marinette en su vida, no podía pedir por alguien mejor.

—Lo sé, soy genial —apoyó, en un tono más parecido al de Chloe que a otra cosa. Alya rió por la horrible imitación—. Tú también eres la mejor amiga del mundo, Alya.

Compartieron una sonrisa. Y luego hablaron de cualquier cosa. No era diferente a otro día, sólo eran ellas hablando sobre el nuevo diseño de Marinette o lo que hizo Nino la última vez que salió con Alya. Eran tantas cosas que no valía la pena contar. Todo lo que Alya sabía era que se sentía feliz de tener una amiga como Marinette.

—Hoy Ladybug y Chat Noir derrotaron al akuma número veintisiete y también es su primer año como héroes —comentó ella, aunque estaba segura de que Marinette lo recordaba a la perfección—. En serio, ¿qué hubieras dicho si hace un año que iban a haber personas transformándose en villanos de repente?

—Y dos adolescentes en trajes de látex salvando el día —añadió, jocosa, antes de tomar un sorbo de su batido de chocolate.

—Habría dicho: ¿qué clase de droga has estado consumiendo? —Ambas rieron al unísono. La mirada de Alya se perdió un instante, como si acabase de recordar algo—. ¡Lo había olvidado por completo! —saltó de repente. Marinette levantó la mirada hacia ella, ya ni se tomaba la la molestia de sobresaltarse.

—¿Qué cosa? —preguntó en tono robótico, por la mirada en su rostro, intuía a qué se dirigía Alya, no que a ella le importara, igual iba a hablarle de las nuevas noticias.

¿Qué le sucede a Marinette?Where stories live. Discover now