Lo real, lo que es tangible.

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Era febrero, recién me compre una camioneta, una que cada noche al salir al correr miraba al pasar, y me repetía constantemente: tendré una igual, y si, así fue, también fue muy raro porque mi abuela acababa de fallecer, tenía 29 años cuando ocurrió ese suceso, estaba próximo a cumplir 30 algo que me horrorizaba la verdad, muchas emociones sin duda al mismo tiempo pero trataba de no pensar en ellas, tomando en cuenta que en diciembre del 2016 en un viaje de negocios a la ciudad de México, sería la primera y última vez que vi a mi abuela, aquella que en su momento le deseo la muerte a mi madre y por consecuencia a mí,-vamos hasta aquí todo normal, salvo eso parecía una semana como cualquier otra, antes de estos hechos había una chica cuando realizaba mis prácticas profesionales, ya que ambos estábamos en el último año de la carrera de psicología, solo que ella venia de otra escuela y compartíamos consultorio, el número 8 en el hospital general de una ciudad con el nombre de Reynosa, créanme nunca podré olvidar esta ciudad "donde todo ocurre y nada pasa a la vez", en su momento sabrán el porqué.

Su nombre es Silvia, una chica de unos 21 años, con la cual coincidía unos minutos antes de terminar mi turno y con la que entre sesión y sesión platicábamos brevemente, sobre cosas banales y formales, ya saben esas que se comentan cuando conoces a alguien, entre esas charlas nos dijimos algunos gustos y preferencias y como buenos psicólogos la pregunta del millón ¿tú por qué estudias psicología? Su respuesta, obvio primero las damas fue tal cual, yo quería estudiar otra carrera, administración, pero ya no había lugares disponibles, así que había psicología y esa fue, fin de su historia.

Llego mi turno de responder, la hora de confesar la razón de estudiar esta profesión, siendo yo ya un ingeniero en forma durante la primera parte de mi vida, recuerden tenía 29, a unos días de cumplir 30 en el mes de marzo, pues resulta pues que en mi caso descubrí que soy una persona con Autismo, pero tranquilos, aquel que es del tipo funcional, menos dependiente según, le llaman Asperger, y las personas que tenemos este síndrome somos de una manera, por así describirlo, muy particular, hasta este momento parece una plática muy convencional entre dos personas, para mi claro que no, ya que ahí precisamente es donde lo que tengo en mi mente se impone y no le agrada ese contacto entre personas, ya que las habilidades sociales que tengo tal cual son muy bajas, pero vamos soy psicólogo, decía en mi mente tengo que poder, al menos fingir que me interesa lo que dice, en ese momento sosteniendo uno de mis libros favoritos que me acompañaba todo el tiempo la escuchaba con detenimiento, al punto tal de decir que vendrían más compañeras suyas,-justo lo que necesitaba pensé en forma sarcástica dado a lo que pasa en mi mente, mientras seguía hablando me decía te va a gustar es una chica güerita, en ese momento capto mi atención sin duda, pero como algo mediático termino tal cual y como siempre mi atención dispersa se impuso y olvide momentáneamente esa parte.

El miércoles llego, tenía consulta con varios niños y una en especial llamado Juan Carlos el terror de su maestra de educación primaria y claro no podía ser de otra forma su mama buscaba consuelo y otra oportunidad para ese benevolente infante, moreno como yo tengo que subrayar, con un mal diagnóstico para variar, en fin, dije: tengo que ir, que hueva, entiéndase una expresión que usamos en México para decir que nos da mucha pereza realizar algo, total que fui por el bien de cumplir con mis horas reglamentarias para terminar esa agonía llamada prácticas profesionales, pues bien llevaba un buen ritmo atendiendo varios pacientes, las horas transcurrían y al fin llegó el momento de atender aquel niño, para mantenerlo un poco ocupado ya sabía lo que haría, pero en ese momento llego mi encantadora jefa, una psicóloga experimentada, la cual primero a hablo con la mama del susodicho, paciente espere mi turno leyendo mi libro de psicopatologías, casi medio día y llego mi compañera a cubrir su turno, pero atrás de ella venia alguien más, a la que solo vi de reojo e inmediatamente me cautivo, rubia de ojos verdes, wow, y regrese a lo que estaba haciendo, en eso ella dijo: "Hola soy la nueva", las cordialidades que se acostumbran y fue todo, después se me pidió buscar otro consultorio donde atender al niño, pero las chicas también vinieron conmigo así que me ayudaron, yo seguía en lo mío evitando el contacto visual, pero la chica rubia me empezaba a relatar que ya sabía de mi diciendo que yo era el famoso chico que no le ponía fecha a las hojas de las consultas, en ese momento vi su cara, su sonrisa, no me importo quedarme más tiempo de mi horario, nunca más pude dejar de pensar en ella, solo quería estas de nuevo en esa lugar lleno de vida, muerte, esperanza y desesperanza, no el lugar más idóneo para encontrar el amor, pero así fue para mí, desde ese instante alguien no me apareció aburrido por primare vez en mi vida teniendo Autismo, eso fue en hecho extraordinario, su nombre tan francés como la misma Francia: Aime.

Autismo y unos ojos verdesWhere stories live. Discover now