Capitulo 11

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Una cabellera larga, tersa y sedosa, un buen perfume, un cuerpo esplendido y una belleza inigualable que solo pocos podian tener entre sus brazos, si es que tenian suerte, solo por una noche.
Ese tipo de mujeres eran las que el famoso corredor del momento solia disfrutar en su cama, quienes a pesar de ser mujeres tan inalcanzables jamas pudieron llenar el corazón del guapo corredor.
Las sabanas permanecian inmoviles junto a el ritmo acompasado de dos respiraciones, traquilas y sumisas, mientras que un tercero permanecia totalmente despierto, mirando a la nada, sentado a la orilla de la cama.
Despues de salir de su ensimismamiento se levanto de la orilla de la cama donde permanecia sentado.
El hotel donde se encontraba era de esos lujosos y que parecian colgar en su anuncio exterior "Solo para ricos" , el baño y las habitaciones eran de una excentricidad inigualable; hubiese sido una pena no haberlos estrenado, o eso era lo que él pensaba.
Pero justo en esos momentos todos aquellos pensamientos se habían ido, no podia descifrarse a si mismo en su propio reflejo que colgaba en el espejo del enorme baño.
Aunque suene machista las mujeres siempre fueron toda la solucion a sus problemas, el sexo era como aquel analgesico a cualquier tipo de dolor o problema que tuviera, no importaba quien fuera, siempre y cuando fuese una linda mujer de piernas largas, cuerpo de reina y rostro de angel, que supiera hacerlo olvidar todo.
Pero ahora que aun reposaban en su cama las dos mujeres con quienes habia pasado la noche, parecia no haber sido suficiente.
Hasta el mismo se sorprendio de su propia elección, ya que esta vez no solo se llevo a una bella castalla, si no que se dedico a buscar a una mujer que cumpliera con su cabellera rubia y unos esplendidos ojos azules.
Y claro que no eran mujeres cualquiera, eran personas importantes, de dinero y que se suponia sabian lo que hacian y con quienes se metian-aunque en eso no estaban tan perdidas-al ser independientes, aunque ese cuento nadie se los creia; pero a pesar de todo esto no se sentia complacido, necesitaba algo, algo mas que le complaciera totalmente, por que hasta el mismo se sorprendio cuando se dio cuenta que no podia parar de pensar en aquellos azulados y flamantes ojos azules, a diferencia de toda su teoria que genero alrededor del famoso dicho "Un clavo, saca otro clavo" y por el cual estuvo buscando horas a su "Otro clavo", esta no pareció haber funcionado y solo termino dejándose llevar por sus fantasías con el propietario de esos flameantes ojos azulados toda la noche, olvidándose de la chica a quien tenia encima.
Unas suaves y delicadas manos rodearon su rostro, pero a pesar de ello podia ver a través de las rendijas descubiertas que dejaban entre ver sus dedos el reflejo en el espejo y por un momento se le figuro ver aquella persona que lo traia tan loco, sus instintos actuaron antes que la razón, tomando salvajemente las muñecas de esas blancas manos y besando con ferosidad sus labios, deseando más y más, hasta que abrio los ojos y no encontro la mirada que el tanto buscaba, ahí fue cuando volvió a la realidad de golpe.
Soltó a la chica, quien respiraba difícilmente sobre el muro del baño, mientras él solo se volteo de nuevo al espejo esperando encontrar aquella imperfección en su rostro.
No, definitivamente no podía ser posible, y se negaba a creerlo una y otra vez el simple hecho que el gran Francesco Bernuolli estuviera deseando de una manera tan apasionada a otro hombre.

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