Capítulo 2| Entrenamiento

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—¡Mejor cállate no te vaya a oír mi papá diciendo esas cosas! —responde a gritos tras la puerta que una de las ninfas cerró tras pasar, salgo de mi cama quitándome el pijama que llevaba puesto y viendo los vestidos que estaba colocando frente a mi las ninfas.

—¡Soy la sobrina favorita del tío Hades, él siempre me escucha! —le contesto entre risas ahogadas descartando todos los vestidos eran demasiado formales para ir a entrenar, necesito algo más práctico y cómodo. —Hoy tengo entrenamiento con mi primo, necesito algo que me permita correr y sudar —les hablo a las ninfas que asienten y vuelven a mi armario en busca de lo que les pedí.

—¡Te espero en el comedor de mi casa, desayunaremos con mis padres!

Las ninfas me presentaron tres distintos atuendos, el que más me llamo la atención fue uno que consistía en una camiseta de manga larga negra, un jogger negro y converse negros a juego. Elegí ese y me encerré en el baño para tomar una placentera ducha rápida de agua caliente, dejando que los chorros de agua caliente relajen cada músculo de mi cuerpo. Mientras lavo mi cabello cantó una canción que estaba rondando en mi cabeza, Apolo es uno de los mejores cantantes, pero sin dudas los humanos componen mejores temas de los cuales cantar que los adulterios de los dioses o chismes. Luego de unos veinte minutos bajo el agua salgo para envolverme en una toalla y secar un poco mi cabello rubio. Las ninfas entran en el baño sentándome en una silla y secando mi cabello mientras otras hidratan la piel de mi rostro con distintos productos, no me maquillaré porque entreno, pero eso no significa que dejaré mis cuidados de piel básica. Una vez mi cabello estaba seco les pido que lo dejen suelto y no me pongan la corona, no la usaré para entrenar. Me vestí con la ropa que habían elegido previamente para mí y me fui al armario a verme en el espejo, entrenamiento o no debía verme fabulosa. Mi madre siempre decía que aunque fuera a ver a su madre al tártaro ella siempre debía estar arreglada para demostrar su estatus delante de todos, una reina nunca se muestra débil. Dando el visto bueno a mi aspecto me envolví en rayos y viajé hasta el inframundo, apareciendo en el comedor donde se encontraba la familia Black desayunando tranquilos.

—Buenos días —saludo tomando asiento al lado de mi primo que me ofrece unas tostadas francesas que son mis favoritas y las cocineras del inframundo preparan de manera exquisita.

—Buenos días, preciosa —con voz suave saludo, mi tía Perséfone, ella estaba elegante como siempre desayunando con café y algunos panecillos dulces.

—Buenos días, princesa —contestó mi tío Hades llevando una tostada a su boca, al igual que a mi le encantaban las tostadas francesas.

—Ya te vi rubia no pienso saludarte de nuevo —comenta Apolión, bebiendo un sorbo de su café, aunque le costara admitirlo tenía el mismo mal genio de sus padres y no importaba si lo hacían enfadar o no. Apolión siempre está de gruñón, es su forma de ser.

—Apolión compórtate —alega con un regaño mi tía cinchando no muy suave de la oreja de mi primo que se quejó con un leve quejido, aun con veinte años sus padres lo seguían regañando como si tuviera seis.

—Pero mamá... —intentó decir mi primo, pero fue interrumpido por mi tío.

—Ya Perséfone deja a los chicos tranquilos —comentó conteniendo la risa, el tío Hades es lo que muchos humanos llaman un mete mierda o en palabras más delicadas alguien que se encarga de generar conflictos para su propia diversión. En el inframundo no les queda mucho tiempo para divertirse.

—No empecemos por favor, desayunemos en paz como una familia medio normal —interviene mi tía mirando a mi tío y luego a mi primo que agacharon la cabeza obedeciendo a la matriarca para seguir desayunando tranquilos.

—Está bien mi rosa con espinas —hablo con una voz dulce, melosa y delicada mi tío tomando la mano de su esposa para besarla delicadamente. De todos los dioses los que más demostraban amor genuino eran Hades y Perséfone.

La hija de Zeus y Hera [1.2]Where stories live. Discover now