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Él la miró marcharse. Y aunque sabía que algún día volvería a verla, no pudo evitar sentir que estaba perdiendo una parte de sí mismo, sabía que luego de esa despedida él no volvería a sentirse tan completo como cuando ella le sonreía a su lado.

La miró marcharse. Y una parte de él murió al no poder hacer algo para evitarlo.

Él la miró caminar, dirigiéndose a una vida lejos, lejos de lo que pudieron haber sido y no fue, lejos de lo que lograron juntos, y sobre todo, lejos de los sentimientos que nunca iban a poder apagar.

Y mientras ella avanzaba, el guardaba en su memoria cada paso que ella daba, las palabras se atascaban en su garganta 'no te vayas, no me dejes, no ahora, no así', que aunque se moría de ganas por pronunciarlas, no lo hizo, porque sabía que no cambiaría nada.

Y una vez ella se marchó, tal vez para siempre de su vida. Él se que quedó ahí, estático, sin saber como afrontar lo que vendría, como aceptar que ya no la vería todos los días, que su risa ya no la escucharía por los pasillos, que su voz ya no sonaría a todas horas. Que ella ya no iría a buscarlo para preguntarle sobre cualquier cosa sin sentido, y que él ya no podría esperarla con ansias para responderle lo que ella quisiera decirle, y que ya no la cuestionaría, y que ya no la vería enfadarse, y que ya no vería esos gestos extraños que hacia con su rostro que él tanto amaba.

Porque ella se fue, pero él, el estaría cada día en el lugar que cambió su vida, que lo llevó a los límites impensados, porque sabía que adónde quiera que mirase la encontraría, o al menos, a su recuerdo, la encontraría sonriendole, mirándole de reojo, la encontraría riéndose a carcajadas, siendo ella en su mejor versión, siendo auténticamente ella; preciosa, ansiosa, desastrosa y triste, pero con ganas de comerse al mundo a mordidas y besos. Con aquellos labios que inspiraban a pecar.

Él deseaba ser el mundo de ella.

Ese día, en aquel lugar, algo quedó, un sueño roto de un amor que nunca se completó.
Y después de aquella despedida, años se llevaron sus cicatrices firmadas con sus iniciales, y así continuaron con sus vidas, sin saber que la vida volvería a juntar a dos corazones que laten al unísono.  

Si supieras.Where stories live. Discover now