Miradas Asesinas (Primer Libro)

"Primer día"

La alarma a todo volumen me despierta.

—coño, esa maldita alarma me tiene harta— digo somnolienta.

Me levanto, desactivo la alarma y reviso la hora, son las 6.
Los niños aún duermen, a noche me levante unas 4 veces a darle de comer a Alex, por lo cual no dormí mucho.

Voy a la cocina, preparo mi desayuno. Cuando terminó  lavo mis dientes y me dispongo a hacer algo de ejercicio para activar el cuerpo.
Cuando término reviso el reloj 7:20

Rápidamente tomo una baño, me enfundo unos Jeans, una blusa blanca con las siglas algo monas y encima una camisa a cuadros, acompañada de unos vans negros.

Escuchó el sonido de la puerta, y reviso para ver quien es.

—¿Usted es?—pregunto una vez abro la puerta.

—Celeste—  una mujer de unos 25 años, tes blanca, cabello negro y ojos azules.

—¿Y?—  inquiero tajante

—Soy la niñera que contrató el señor Marcus.—la invito a pasar y cierro la puerta a sus espaldas.

—¿los hombres?— pregunto con desdén avanzando hacia la sala.

—Abajo revisando el perímetro— dice tranquilamente.

~tiene carácter, muy bien~

—¿Y qué sabes hacer?, no creo que Marcus haya mandado a la primera chica inútil que encontró.—

—Soy muy buena con las armas, si hay algún problema mi trabajo es cuidar a los niños, mi vida depende de que ellos sigan respirando, el señor fue muy claro en eso.—

—Ya veo que  no se equivocó al enviarte, me gusta la tu fidelidad al trabajo.— freno de golpe y la observó con cuidado.

La pelinegra intenta responder pero la interrumpo.

—Recuerda que si algo les pasa a esos niños mientras estén a tú cargo, y me entero que no hiciste nada para evitarlo. Pasaran dos cosas, la primera es que si no moriste, yo te mataré, la segunda es que antes acabaré con cada persona que consideres importante en tu vida.—Le advierto fríamente en lo que es casi un susurro.

—¿Entendiste?—pregunto con voz dura.

—Sí señorita.— 

—Dime Ainara—

Una vez adentro le muestro a los niños, las habitaciones y todo lo que tiene que hacer.
Los hombres llegan minutos después, les doy indicaciones y vuelven a retirarse

—Te encargo a mis hijos— me despido de ellos aunque sigan dormidos.

Subo al elevador y busco los lentes negros

—Hoy tocan blancos— profiero colocando unos lentes de contacto, aplico un poco de labial, rímel y estoy lista para irme.

nada como maquillarse en un par de minutos

~siempre ~ 

el elevador se detiene y camino a la salida, sin embargo una voz me detiene

—Señorita—el conserje se acerca a mi corriendo.

—¿Si?—espero a que retome aire.

—Me pidieron que le entregue estás llaves, son de una motocicleta—genial no iré caminando—se encuentra en el estacionamiento— me entrega las llaves con una gran sonrisa.