¿Coincidencia?

2.1K 154 7
                                    

2; ¿Coincidencia?
Haneul

─ En cuanto acabes de terminar de limpiar ya te puedes ir, Haneul. Sé que estáis de exámenes estos días y no quiero interponerme en ello. Hoy puedo cerrar la tienda yo solo. ─ escuché decir a mi superior detrás de la barra del café.

─ Está bien. Gracias. ─ le sonreí amablemente y continué limpiando las mesas tal y como me había dicho minutos antes.

Estaban a punto de dar las 9 de la noche, una hora perfecta para cerrar y volver a la residencia a empaparme de deberes e História para mañana. Pero eso no era lo que más me preocupaba en ese momento, sino el hecho de que hoy sería el primer día en mucho tiempo que volvería sola desde el trabajo, puesto que a Min le ha salido una 'cita' sorpresa con uno de los nuevos de grado superior y claro, era una oportunidad única para ella. Qué cara tiene a veces, dejar a su mejor amiga vagando por la ciudad a altas horas de la noche sabiendo lo peligroso que es Seúl después de que el sol se ponga.

Pero, tampoco tengo derecho en reclamarle nada. Sabe que soy una miedica de pies a cabeza y, por eso siempre hacía el esfuerzo en venir desde la universidad andando solo para buscarme. Así que solo por eso, no le guardó rencor y dejaré este día pasar.

Concluí rápidamente de dejarlo todo limpio y brillante y salí disparada hacia el pequeño cuarto donde nos cambiamos. Me desvestí, guardé el uniforme en la taquilla nº 57 y procedí a ponerle la misma ropa que había llevado esa misma mañana. La misma ropa que me hacía pensar al chico nuevo de nuestro curso. Sacudí la cabeza al recordar su dulce mirada y suspiré después. Cuando acabe, cerré la taquilla, le puse su candado, cogí la mochila y saqué el móvil del bolsillo junto con los auriculares. Hacía mucho tiempo que no escuchaba música de camino a casa y bueno, nunca viene mal recordar viejos tiempos.

Al salir, me despedí del jefe agitando la mano con fuerza ─ Hasta mañana, pequeña invasora ─ me dijo sonriendo a la vez.

Pequeña invasora. Sí, así era como mi jefe, 30 años mayor que yo me llamaba desde el mismo día en que me dio empleo por un pequeño accidente de mi parte. Sin querer invadí todo el local con mis cosas personales. Soy una persona que le gusta sentirse cómoda allí a donde va y lo mejor para hacerlo es dejar mi pequeña huella en sitios poco notorios a primera vista. El jefe me pilló un par de días mas tarde y desde entonces que se me quedó ese nombre en el trabajo. Incluso mis compañeros me acostumbran a llamar así cuando quieren molestarme, pero yo, por suerte intento no tomármelo demasiado personal.

Me encaminé por las amplias calles de Seúl. Quería ir por sitios donde estuviera transitado por mucha gente, pero aún así, tenía que pasar por un callejón en donde no pasa ni un alma viva y, mucho menos a esta hora. Aún así, me armé de valor y, con sólo un auricular en la oreja, empecé a caminar a paso ligero mirando a mi alrededor cada dos por tres. Como no veía peligro, empecé a hablar para mi misma organizando el itinerario que tendría que hacer esta noche.

─ Haber... Tengo que acabar el trabajo de Geometría que me corre más prisa, después seguiré con Español y cuando acabe me pondré a estudiar. Tendré que hacer también un pequeño resumen y... ─ no me dio tiempo a acabar la frase cuando me choqué con alguien. Retrocedí dos pasos para verlo mejor y me disculpé por no estar atenta. Pero no hubo respuesta de su parte. ─ Perdón... ¿Se encuentra bien? ─ pregunté no muy convencida de querer saber la respuesta.

─ Muy bien bonita ─ soltó sin previo aviso. Me puse alerta. Sabía que esto pasaría esta noche, soy demasiado gafe. ─ Y dime... ¿Te dejó plantada el novio esta noche, por eso vas sola vagando por ahí? No te apetecería mejor venir a dar un paseo conmigo. Te aseguro que nos lo pasaremos muy bien ─ Aunque estaba todo oscuro y solo iluminaba la luz de la luna, pude percibir levemente como una sonrisa torcida apareció en su rostro.

─ Em... No gracias. Tengo algo de prisa, así que si me disculpa... ─ volví a caminar a paso ligero para seguir con lo mío pero no pude llegar muy lejos. El "hombre desconocido" me agarró del brazo y me jaló hacia atrás, quedando de nuevo enfrente de él.

─ Lo digo en serio guapa. Te vienes conmigo esta noche que nos lo vamos a pasar en grande los dos.

─ Ya te he dicho que no puedo. Suéltame. ─ me vencían las ganas de gritar como loca, pero de alguna manera sabía que nadie me oiría. Estábamos lo más apartados que podíamos de la civilización. Sí, un sitio perfecto para que rapten a una chica y nadie sea testigo de ello. El pánico pudo conmigo y dejé de hacer fuerza. Él sonrió sabiendo que había ganado.

Tenía ganas de llorar, llamar a Min y que viniera a darle una patada. También sabía que solo pasaría en mi mente y no en la realidad.

─ ¿No te ha dicho que tiene prisa? ─ Oímos ambos una voz que procedía del final del callejón. ¡Mi salvador! Pero... ¿Quien sería tan tonto de ir por este lugar a esta hora? A parte de mí, claro.

Nos sorprendimos tanto que miramos en dirección a la voz. Abrí la boca impresionada, avergonzada y molesta a la vez por la imagen que había delante de mi. Mataría a Min en cuanto llegara a la residencia, eso lo tenía claro. El mismo joven que me había dedicado el baile de inauguración por su llegada horas antes, ahora se encontraba apoyado en una de las pocas farolas que había cerca, dejando mostrar su rostro a la perfección.

─ No te metas donde no te llaman, enano ─ dijo el hombre y volvió su vista en mí. No sabía que hacer y mi cuerpo seguía como una roca clavada en el suelo sin intención de hacer ningún movimiento.

Antes de que ninguno de ninguno de los dos hiciera o dijera nada apareció el 'Nuevo' poniéndose entre el hombre y yo y, sin previo aviso, hizo una patada voladora que aterrizó en la cara del contrario. Retrocedí unos pasos y me escondí detrás de un cubo de basura cerca del lugar. El hombre se levantó y su expresión no era precisamente de amigos en ese momento. Se lanzó hacía el nuevo pero este nuevamente le dio una patada, mucho más fuerte que la primera, haciendo que saliera casi volando de la fuerza.

Para mi suerte y la suya el otro no parecía moverse. Fue entonces cuando volví en sí y pude respirar tranquila de nuevo.

─ ¿Estás bien? ─ dijo el "nuevo" tendiendome la mano. Sin darme cuenta había acabado sentada en el suelo como una bola.

─ Sí... No... Digo. Gracias ─ las palabras no me salían coherentes. No sabía el motivo por el que se encontraba aquí pero, de seguro que Min tenía algo que ver con todo esto. No me sorprendería nada que el "Hombre" lo haya contratado ella para que me viniera a salvar el "nuevo" y enamorarme de él. De ella me puedo esperar cualquier cosa.

─¿De seguro que no quieres ir a que te vea alguien? ─ preguntó nuevamente con una sonrisa que, a decir verdad, hacía que se me olvidara todo. Pero eso, era algo que no podía demostrar. No ahora.

─Sí, de verdad. No le ha dado tiempo a hacerme nada, supongo que gracias a ti.

─Siempre está uno dispuesto a salvar princesas en apuros ─ No sabía como responder a eso. ¿Me está llamando princesa? O ¿Se está echando flores él mismo? De igual forma me ayudó a levantarme y puse en orden mi ropa. Busqué con la mirada la mochila y el móvil, que habían salido zumbando por todo el alboroto de minutos antes. Por suerte el aparato se encontraba sin ningún rasguño y la mochila seguía intacta. ─ Te acompaño a casa. Me pilla a mi también cerca. ─ le oí decir a mis espaldas. Respiré hondo y volteé para encontrarme de nuevo con una sonrisa de oreja a oreja.

─ Seguro que te pilla de camino ─ dije irónica mientras avanzaba por el callejón. Se apresuró a seguirme el paso y empezamos a caminar en silencio por ese oscuro y estrecho camino en dirección a la residencia.

𝖣𝗎𝗅𝖼𝖾 𝖲𝗎𝖾𝗇̃𝗈; 𝖠𝗆𝖺𝗋𝗀𝖺 𝖱𝖾𝖺𝗅𝗂𝖽𝖺𝖽 © 𝐩. 𝐣𝐢𝐦𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora