cap 36

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—Diana abrió el expediente de aquel sujeto—. Su nombre es Niall J. Horan.
—¡Busca su foto! —le pidió Liam. Su rostro se había empalidecido de repente—. ¡Oh, por Dios!
—¿Qué sucede? —Diana miró con atención la foto del sospechoso y le resultó familiar.
—¡Niall J. Horan! —Liam no lo podía creer—. ¡Es Niall Horan!
—¿El reportero que se nos acercó cuando fuimos a ver a Elizabeht?
—¡Sí! ¡El mismo! ¡Usó a su mejor amiga para llegar hasta ella! —Comprendía, por fin, aquella sensación que lo había estado inquietando toda la mañana—. ¡Le está haciendo una entrevista a _______! ¡Dios mío, debe de estar con él en este preciso momento!
Diana se puso de pie de un salto y tomó su arma.
—¡Voy contigo!
Liam ya atravesaba los pasillos de la jefatura a toda velocidad cuando ella apenas salía de la oficina..

—Por lo que veo, te gusta la música de los ochenta —dijo _______ inquieta mientras acomodaba de nuevo las cintas en su lugar.
Podía ser solo una coincidencia. Debía de serlo. No era extraño que hubiese encontrado una cinta de Patrice Rushen en su automóvil si le gustaba la música de aquella época.
—Sí —le respondió y la miró a los ojos—. ¿Sabes cuál ha sido siempre mi cantante favorita?
Ella negó con la cabeza. Estaba comenzando a temblar.
—Patrice Rushen. —Esbozó una sonrisa—. En 1982, una de sus mejores canciones llegó a convertirse en un gran éxito.
—¿Cómo… cómo se llamaba? —titubeó.
Niall detuvo el automóvil y se giró hacia ella.
—Creo que lo sabes, _____(d).
_______ se quedó quieta, casi sin atreverse a respirar. Buscó la manilla de la puerta, pero él fue más rápido. Se abalanzó sobre ella y le sujetó la mano.
Estaba dominada por un terror gélido, su mente se bloqueó y, por un instante, el pasado se mezcló con el presente.
—No te escaparás de mí, _____(d), no esta vez —sentenció cerca de su oreja.
Se retorció debajo de él e intentó empujarlo hacia atrás con todas sus fuerzas pero él cerró la mano en torno de su cabello y tiró con fuerza. _______ gritó de dolor.
—¡Suéltame!
—Sabes que podría matarte ahora mismo si quisiera —le dijo y la apretó contra su pecho—. ¿Lo sabes, verdad?
_______ asintió con la cabeza.
—Será mejor que te comportes. —Aflojó la presión de su mano—. Ahora nos bajaremos y actuarás con naturalidad.
_______ sintió algo punzante que se le clavaba en la espalda.
—Baja —le ordenó—. Y no hagas nada de lo que puedas arrepentirte.
Las piernas le temblaban cuando logró bajarse del Ford Focus. Niall continuaba sujetándola por un brazo y cuando le hizo darse media vuelta vio que lo que llevaba en la otra mano era una navaja. _______ miró desesperada a su alrededor, pero, a pesar de que se encontraban en una zona urbanizada, el lugar estaba desierto. Había dos edificios que parecían estar abandonados y un terreno baldío que ocupaba casi toda la manzana.
—Camina —le ordenó y la tomó por la cintura.
—¿Adónde me llevas? —Sus labios temblaban al igual que todo su cuerpo mientras comenzaba a moverse arrastrada por él.
—A nuestra última morada, _____(d).

Liam supo que habían llegado demasiado tarde. No había señales de _______; solo estaban Frank y Otelo II que retozaban en el suelo del salón comedor.
—¿Crees que estará con él? —Diana podía percibir y comprender la expresión de desesperación que traía su compañero desde que habían abandonado la jefatura.
Liam corrió hasta la terraza y se asomó al balcón. ¡Los policías que vigilaban el edificio! Ellos seguramente debían de haber visto algo.
—¡Bajemos! —dijo y pasó como una ráfaga al lado de Diana.
En unos cuantos segundos estaban cruzando la acera.
—¿Han visto a _______? —preguntó y se apoyó en la ventanilla abierta.
El oficial que ocupaba el asiento del conductor movía sus mandíbulas de un lado a otro al compás de su goma de mascar. Luego asintió nervioso.
—Sí —balbuceó—. ¿Qué sucede, detective? Ha salido con el periodista ese, el que cojea.
El puño cerrado de Liam se estrelló con fuerza contra el techo del automóvil.
—¡Maldición!
El temor le provocaba un dolor palpitante en el pecho. Había logrado dar, por fin, con el hombre que la había secuestrado y en el preciso momento que ella estaba bajo su poder otra vez. Se la había vuelto a llevar, bajo las narices de todos; se había ganado su confianza y la había engañado para terminar con lo que no había podido concluir cuatro años atrás.
Sintió el brazo de Diana sobre su hombro y supo que estaba tratando de tranquilizarlo, pero sus palabras le sonaban lejanas y retumbaban en su cabeza. En su mente solo existía espacio para _______ en aquel momento. Una punzada de dolor le atravesó el pecho. Agachó la cabeza y cerró los ojos. ¡Por Dios! Si le sucedía algo a ella no podría soportarlo.
—Liam…
—¡Es culpa mía, Diana! —gritó y apretó con fuerza los puños—. ¡Debería haberlo sabido!
Diana lo obligó a que la mirara a los ojos.
—Liam, no te culpes. Todo este tiempo has cuidado de _______ y te has preocupado por su seguridad; jamás podrías haber imaginado que ese sujeto llegaría hasta el punto de meterse en tu propia casa y jugar al reportero con ella. —Le acarició la mano que seguía tensa—. Nadie podría habérselo imaginado; no pierdas tu tiempo culpándote.
Él la miró. Tenía razón, no valía la pena. Debía concentrar todos sus esfuerzos en encontrar a _______ antes de que fuera demasiado tarde. Aunque la culpa y la ansiedad le carcomieran el alma debía pensar como policía y actuar con inteligencia.
El hombre enamorado, en aquella situación, debía quedar relegado a un segundo plano.
—Vayamos a la comisaría y averigüemos todo sobre Niall Horan —dijo resuelto.
Diana asintió y mientras Liam caminaba raudamente hacia el Mustang ella les dio instrucciones a los oficiales que montaban guardia para que los siguieran.

Lo primero que notó _______, mientras él la arrastraba hacia el interior de uno de los edificios que ocupaban aquella manzana, era que Niall Horan caminaba sin ninguna dificultad. Su cojera solo había formado parte de su actuación. Se había presentado ante ella, representando el papel del reportero interesado en escribir una historia basada en su vida. Se había acercado y, poco a poco, había logrado entrar en su mundo hasta esperar a la ocasión perfecta para volver a tenerla.
_______ se maldijo en silencio por no haberlo reconocido, por no haberse dado cuenta de quién era él en realidad. Nunca le había visto el rostro a su secuestrador, pero había escuchado su voz mientras la había mantenido cautiva en aquella cabaña. Y cuando volvió a llamarla «_____(d)», fue cuando pudo reconocerla. Demasiado tarde.
Su mano le apretaba con fuerza el brazo y su cuerpo se apoyaba contra el suyo mientras la llevaba por un pasillo oscuro. El edificio estaba abandonado y cuando salieron a un espacio más abierto, _______ notó unas cuantas máquinas enormes en desuso; parecía ser una antigua fábrica de telas. El ruido de sus zapatos sobre el suelo de cemento era el único sonido que delataba la presencia humana en el lugar.
La condujo a través de los enormes telares hasta unas escaleras. Se detuvieron allí y entonces la soltó.
—Para que veas que soy considerado y que me importas de verdad dejaré que subas sola las escaleras —le dijo y le sonrió.
_______ se apartó de inmediato. Se recostó contra el muro con las manos abiertas. La mirada de aquel hombre la paralizaba; la sonrisa sádica que se dibujaba en su rostro era la amenaza latente de que, esa vez, no habría escapatoria.
—¡Anda, sube! —La instó a que se moviera.
_______ sabía que estaba jugando con ella. Estaba tendiéndole una trampa y, por más que corriera a través de aquellas escaleras, sabía que la alcanzaría.
Levantó la mano y se la acercó al cuello; la hoja de la navaja reflejó la luz que se filtraba por los cristales rotos de las ventanas. El corazón de _______ se detuvo y el sudor que le recorría la espalda se hizo cada vez más gélido.
Debía correr y alejarse de él; no importaba que su huida formara parte de su juego macabro, tenía que jugar y acatar las reglas. Comenzó a subir los escalones de espaldas bajo la atenta mirada de Niall. Sabía que debía dar media vuelta y correr tan fuerte como pudiera, pero las piernas no le respondían. Entonces, él puso un pie en el primer escalón. No supo cómo, pero giró y comenzó a subir las escaleras corriendo. Las piernas le seguían temblando y, de vez en cuando, se tropezaba y caía al suelo. Llegó al primer rellano y miró hacia atrás; lo vio acercarse con la navaja en la mano derecha. Se puso de pie como pudo y siguió corriendo. No había puertas ni salida posible, solo muros y más peldaños. Sabía que terminaría yendo exactamente adonde él quería pero no le importó. No supo cuántos pisos subió ni cuantas veces se cayó al suelo para levantarse de nuevo al ver que se acercaba.
Cuando creyó que finalmente desfallecería, una puerta apareció ante sus ojos. Había llegado. En aquel lugar, él la mataría. Lo sabía..

No me olvides[Liam&Tu]TERMINADAWhere stories live. Discover now