...NADA, OLVÍDALO

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Salí de la habitación con la poca dignidad que me quedaba y con un vestido de alta costura que intentaba ocultar los moretones que ya comenzaban a asomarse.

Sin darme cuenta ya me encontraba frente a la imponente puerta del despacho del rey que toque dos veces.

— Adelante — se escuchó desde el interior.

Con sumo cuidado abrí la puerta dejando ver a la Reina Maria, al Rey Richard y al bastardo de su hijo que me miraba con la mayor de las delicadezas.

Apenas ingrese hice una reverencia y camine hacia ellos.

— La leyenda era cierta — dijo el Rey con asombro —. Piel pálida cual luna en abril, cabello oscuro como noche, mirada llena de estrellas que brillan cual diamantes posando en el cielo. Eres sin duda alguna la hija de la Luna.

Si tuviera una moneda por cada vez que me han repetido esa maldita leyenda desde que llegue aqui, sería millonaria.

— Es un placer conocerlo al fin su majestad —dije agachando mi mirada.

— No querida, el placer es todo mio. Permítame presentarte a mi esposa, la Reina Maria.

— Permítame presentarle mis respetos, su alteza — dije mientras le hacía una reverencia a la Reina.

— Eres una niña muy linda Selene, no es necesario que hagas reverencias ante mí — Posó su mano sobre mi cabeza, en señal de que podía levantar mi mirada.

Al hacerlo, pude encontrar la sonrisa mas tierna que habia visto en todo el palacio. Aquella mujer era sin duda un adonis y no puedo imaginar lo hermosa que fue en sus épocas doradas.

— Claro que es necesario, eres la Reina — dijo el Rey al mismo tiempo que le quitaba la mano.

Ella bajo la mirada y ,con enojo, safo su mano de un sólo tirón dejando al rey con un expresión de tristeza.

— Querida, he oido que tienes una voz angelical — comentó la reina con una sonrisa —. ¿Les parece si pasamos al salón principal para escucharla mejor? — preguntó a los presentes, todos asentimos—. Perfecto entonces, vamos.

El sonido de los tacones retumbaba por el pasillo principal. ¿Por qué la reina era tan arisca con el rey? Tal vez tuvieron una pequeña riña antes de volver...

— ¿Se puede saber que estas haciendo? —dije al sentir las manos de Joseph tocándome.

— Cállate, si mi padre se entera te matará. Actúa normal —dijo en un susurro.

— ¿Matarme? — pregunté irónica—. Después de todo lo que me ha pasado creo que soy inmortal. Y ... — agarré su mano y la quité de la mía—. Tocame de nuevo y juro que te la arranco.

— ¿Está todo bien? — preguntó la Reina .

— Sí, todo bien — respondió Joseph con una sonrisa tan falsa como la mía.

Nota mental, lavarme el brazo cuántas veces sea posible.

Decir que le tenía asco era poco, incluso su perfume me era repulsivo.

Sin embargo, no rayos, no por favor.

— ¿Selene? ¡Selene? —exclamó preocupado Joseph al darse cuanta que estaba hecha una gelatina y mi entrepierna tenia sangre, mucha sangre. Inmediatamente corrió hacía mi pero apenas intentó tocarme le di un golpe.

— Primero muerta antes...— Pronuncie con dificultad—...antes de permitir que me toques. Idiota.

— Solo quiero ayudarte, solo eso — respondió afligido por el comentario tan arisco.

Luna AzulWhere stories live. Discover now