TE QUIERO DECIR ALGO...

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Narra Esteban:

—¡James! —dijo con un quejido Katara—.

—¿Qué paso cariño?-. contestó alarmado este último—.

—Tengo mucha hambre, me duele el estómago –se quejó—.

El hombre de 30 años se diriguío furioso hacia los barrotes y los empezó a golpear con coraje.

—¿¡CÓMO PUEDE TRATA ASI A UNA MUJER EMBARAZADA?! —gritó—. Lo siento...—le dijo a Katara—. Yo los metí en este infierno —puso su mano sobre su vientre ya crecido—.

Sonreí con tristeza, y pensar que se odiaban. Cuán rápido cambian las cosas ¿verdad?

¿Por qué lloras hermanito? —preguntó Selene, sequé mis lágrimas. No es bueno que mi hermana de 6 años me vea llorar—.

Por nada —contesté. Arrugó el ceño—.

¿Es por ella? ¿Por April? —su pequeña y dulce cara se tiñó de rojo, cosa que sólo sucedía cuando estaba muy pero muy molesta—. ¿De nuevo que quitó tú merienda? —asentí—.

Sin breve aviso se paró de golpe y se dirigió al grupo de niñas de 9 años, en donde estaba April. Vi como intercambiaron palabras y se burlaban de ella pero de repente...¡PUM! Un perfecto golpe de izquierda salió del puño de mi hermana. Giró sobre sus talones y camino hacia mí con mi merienda también con una sonrisa de triunfo plantada en su rostro.

Yo no pude protegerte hermana, soy un asco.

Narra Selene:

—Esta bien ¿Entendiste el plan? —le pregunté a Olivia, ella asintió—.

—Si entendí, aunque aún no se como vamos a salir de aquí—dijo mirando alrededor—.

—Yo si —conteste con una sonrisa—. Vamos a ver si ser esposa de ese idiota tiene beneficios. Olivia ¿puedes hacerme un favor? —ella asintió—. Pon en seis maletas cosas necesarias para sobrevivir y por favor haz que mis doncellas entren y me den un vestido. Odiaría no poder saludar a mis suegros—dije de forma sarcástica—.

—¿Segura que quieres hacer eso? El rey Paul es alguien de temer —advirtió—.

—Si, estoy segura. Quiero que conozca a su encantadora nuera la cual, obviamente, nunca intentará escapar porque es feliz viviendo en este lugar—dije con una sonrisa traviesa y con el odio incrustado en cada palabra que decía—.

—Selene...-me observo detalladamente. Tal vez preguntándose a donde se fue mi inocencia-. Me retiro -desvió su mirada-. Nos vemos en la noche -dijo y se marchó-

Fui corriendo hacia la ventana que había en mi habitación. Estaba casi segura que todo el palacio escuchó mis gritos ,ya que al abrirla, todo el personal me miró con pena causando que inmediatamente me separe.

Corrí con dirección a mi armario, me puse de cuclillas y retire la alfombra así se pudo ver con gran facilidad como una de las tablas de madera que conformaban el parquet sobresalía de entre las demás. Con cuidado de no hacer mucho ruido, la levanté y saque un delgado cuaderno que consideraba mi confesionario.

Lo abrí y ,con la mano aún temblando, empece a escribir cada fragmento de la noche anterior que mi mente lograba recordar. Aunque parece tortura psicológica, estaba segura que cada verso que escribía iba a darme fortaleza en un cercano futuro.

—Detente, por favor —suplique mientras las lágrimas seguían corriendo por mi mejilla—. Te lo ruego, no más -puso un dedo en mis adoloridos labios—.

—Silencio cariño, tu voz hace que quiera seguir disfrutando de tu cuerpo. ¿Tienes idea de cuantas ganas tuve de hacer esto desde la primera vez que te vi? ¿Ah? -pregunto mientras me estrujaba con fuerza-. Sólo tenía un obstáculo y lo mate ¿no es cierto? -giro mi cuerpo para quedar a la par de mis ojos—. Dime algo Selene ¿Aún lo extrañas? —interrogó entre jadeos. No sabía si ser sincera, ya que si lo era, estaba segura de que seguiría con esta tortura—. ¡Responde! —me quedé en silencio—. ¡Te hice una pregunta, responde la ahora mismo!  —me lanzo una cachetada que resonó por toda la habitación—.

—¿Seguro que deseas saber mi respuesta? —contesté con un susurro que apenas era audible—.

—Si —respondió—.

—No lo extraño —dije—. Por qué la sensación de no tener al ser que hace latir tu corazón, el que hace que la vida cobre sentido. No es simplemente "extrañar a alguien", es un sentimiento más fuerte que no posee nombre—levante la cabeza para poder tener mejor visión de su mirada—. Y ese sentimiento es algo que nunca vas a obtener de mí —le escupí en el rostro—.

—¿Por qué? -preguntó mientras apretaba mis muñecas con más fuerza -. Dime Selene ¿Qué hice mal? ¿Porque no te ahorras todo tu sufrimiento y simplemente me amas? Yo te ofrecí todo. Te ofrecí un trono, te ofrecí joyas , diamantes, te di fortuna, te vistes a diario con vestidos de diseñadores que solo se ven en sueños ¿Qué más deseas? -miro mis ojos con desesperación-.

-Libertad -contesté-. Anhelo mi libertad -empezó a reírse a carcajadas, sin ningún pudor. Como si mi comentario fuera el mas gracioso del mundo-.

-Tú -me señaló con su dedo indice-. Eres tonta si crees que algún dia dejaras de estar entre estas paredes.

Lo odiaba, el odio que mi corazón almacenaba era realmente puro y tóxico tan venenoso que mi alma había soltado el último suspiro de inocencia que le quedaba y en su lugar se encontraba el rencor.

Si supuestamente soy la hija de los dioses más poderosos de este mundo ¿porqué no pude defenderme? ¿Porqué me siento sucia? ¿Porque me tengo asco a mi misma? ¿Acaso ellos no pudieron defenderme? ¿No les importo? ¿Incluso ellos me abandonaron?

¿Por que permitieron que me pasara esto?

-Princesa -llamaron detrás de la puerta de la habitación mientras la tocaban-. ¿Podemos ingresar?

Puse las pequeñas tablas de madera en su lugar y coloqué la alfombra mas no puse el cuaderno. Con prisa, deslice mis dedos por mis mejillas y me senté en la cama.

—Pasen —respondí con aparente calma—.
Ellas se asomaron con sigilo y miraron todo el panorama, en unos pocos segundos vi como su mirada pasaba de preocupada a estar llena de horror.

—Dije que pueden pasar —esta situación me estaba hartando— ¿Trajeron lo que les pedí? —ellas asintieron—.

—Princesa...—murmuró una de ellas—.




Luna AzulWhere stories live. Discover now