Despierto (LGBT)

11. pressure

(Foto: Ewan)

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Sentado en frente de su ordenador, Ewan mirada la hora sin cesar, ya ha había calculado el tiempo desde su casa al garaje, cuanto tardaba en abrir la puerta y sentarse, cuánto tardaba en llegar, aparcar, etc...

Sólo quedaba una hora y media para las nueve, y no tardaría ni media hora en llegar.

Por los nervios no había desayunado, y ya estaba con el impoluto traje colocado, para perder el tiempo, abrió un explorador y buscó la página web de la compañía.

Su madre tras saber la buena noticia, no dejaba de mandarle mensajes a todas hora, ayudándole a preparar todo, y como no, le ponía más nervioso.

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Ambos llegaron a la vez.

Caleb y Edgar se encontraron en el parking privado de la empresa, y verse en la puerta del ascensor les hizo reír.

Subieron cargados de un ambiente tranquilo, hasta que Caleb habló.

- Hoy es su primer día, ¿verdad?

Edgar tosió, para aclararse la garganta.

- Sí.

- ¿A qué hora acudirá a tu despacho?

- Caleb... Voy a hablar con Jordan para....

Caleb de giró hacia su jefe, mirándolo a los ojos.

- No es necesario.

Edgar le devolvió la mirada, pero algo inseguro, intentado ver en los ojos del otro seguridad y confianza. No solo eso, también vio algo de nerviosismo.

- Venga ya, no tengo quince años, soy una persona adulta, capaz de controlar mis sentimientos, y más en el ámbito laboral. Será como la llegada de otro nuevo más, como los de esta semana.

El mayor finalmente asintió poco convencido, cambiando de tema sin problema.

Al llegar al último piso ambos se acomodaron en su lugar de trabajo, y comenzaron su jornada.

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Por tantos nervios, había llegado media hora antes, y era algo normal en Ewan, presionado por la impuntualidad que nunca tuvo, dejó el ordenador apagándose y la lavadora puesta.

Aparcó casi enfrente de la puerta, ahorrándose mucho más tiempo del previsto.

Ahora está en su pequeño coche, un Citroën C3, que su padre le regaló en su último año de universidad, sujetado al volante y de vez en cuando apretándolo.

Miraba la puerta de cristal del edificio, viendo ver el interior y cómo salía y entraba gente, oficinistas, diseñadores, secretarios, unos más rápidos que otros. Apartó la mirada del lugar, para mirar la calle, sorprendido por la actividad de la ciudad, aunque sabía que la principal motivación de la gente es que era viernes.

Dudó entre esperar sentado en su coche hasta que fuese la hora, o entrar y esperar en la sala de espera tranquilamente.

Mientras pensaba, alguien se acercó a la ventana del acompañante de su coche y pegó unos golpecitos, al girarse y ver un rostro que desentonaba de los demás ciudadanos, pegó un pequeño grito de sorpresa.

Aquella persona saludaba con la mano, hasta que llegó un momento que con un dedo señaló hacia abajo tocando con la otra mano el cristal.

Ewan obedeció su gesto y bajó la ventanilla de su coche, viendo como el hombre sonrisa alegremente.