4. foggy

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Dejó el vaso de Whisky encima de la pequeña mesa al lado de su cama, haciendo que los hielos sonasen al tocar el frío cristal con la madera oscura.

Se encontraba sentado en el borde de la cama, mirando su reflejo en el espejo, que se encontraba enfrente de su cama, veía su propio pelo azabache, y sus ojos verdes como deslumbraban gracias a la levedad de la luz de la lámpara. Con frustración Edgar suspiró y llevó sus manos a su cabeza, despeinándose como era costumbre.

En su mente solo cabía el nombre de Caleb.

Se sentía culpable, y después de aquello en su cabeza trataba de ordenar las posibles acciones de Álex, de cómo había sido capaz de engañarlo en su propia cama con dueño.

Una parte de Edgar se sentía culpable, si tan solo hubiese organizado para atrasar su viaje.

Pero aún así se sentía mal, sabía que Álex le había engañado igualmente, y este estaría ocultándolo hasta que la culpabilidad y el remordimiento hiciese mella en su corazón, y eso le llevaría a contarle la verdad, demostrando que no solo le había engañado, sino que también era un mentiroso.

Pero esto le llevaba a la resolución del problema, había estado tanto tiempo forjando esa amistad, que se había olvidado que lo más importante que había entre Caleb y él, era un simple contrato de trabajo, dejándole más ofuscado.

Habían cruzado una linea que ninguna relación jefe-trabajador había cruzado nadie.

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El pitido del ascensor y el sonido de la abertura de puertas le fue muy nostálgico, pero a su vez era doloroso, por qué sabía que este viaje de ida era para volver a su actual hogar, y no para quedarse.

Tras subir y apretar el botón, quedó esperando, pensando en como comenzaría su mudanza y acomodando la mochila de su hombro.

Al llegar y abrir la puerta de la entrada, se quedó esperando, mirando el hueco de la puerta y el marco, viendo que en el interior solo habitaba la oscuridad, intento agudizar el oído, esperando algún motivo para darse la vuelta y volver por donde había venido.

Tras unos segundos de espera, finalmente abrió la puerta, encontrando todo tal cual lo había dejado, haciendo una mirada de derecha a izquierda, se encontró con el enorme estante lleno de libros, continúo por la entrada del pasillo, y al final de ver el salón al fondo se encontraba la cocina, que gracias al enorme ventanal de 2 metros le permitía que la luz de la luna entrase a su antiguo hogar, dejando ver todo el espacio de salón-cocina, pero antes de continuar, vió una gran espalda, esa persona se encontraba sentada en el taburete, reposando su torso en la barra que separaba los diferentes espacios.

Caleb apretó los puños, y con toda seguridad volvió a tomar aire y se dirigió hacia el pasillo y llegar a su habitación.

- Caleb.

Eso detuvo su andar, quedando en el hueco de la entrada del pasillo, no iba a decir nada, pero decidió relajar su manos y expulsar esa tensión por la boca.

- Creí haberte pedido que no estuvieses en casa.

Aquel cuerpo de metro ochenta se giró rápidamente bajando del taburete, pero antes de que dijese nada, Caleb continúo su andar hacia la habitación.

Al abrir la puerta, lo primero que se encontró fue con la cama, con sus sábanas blancas limpias, Caleb evito mirar a toda costa aquella pieza de mobiliario y con pasos firmes se dirigió a al armario, quitándose la mochila, la abrió sacando de ahí un bolso deportivo horizontal.

Tomándose un segundo, abrió con tranquilidad su lado del armario, sacando camisas, camisetas, pantalones, ropa interior, calcetines, accesorios y demás objetos, que su mochila y bolso le permitía llevar.

Despierto (LGBT)Where stories live. Discover now