❛01❜

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—Pero bueno, Yoongi, me haces el favor y quitas esa cara de culo...—volvió a decir mi primo, el dueño del negocio donde yo trabajaba. Ya había hecho un esfuerzo para hacerme la segunda y conseguirme un trabajo decente, ahora tenía también que pasársela detrás de mí ladillando y corrigiendo cada actitud que tengo y cada palabra que decía.

—Es la única cara que tengo, tú me dirás—respondí en la misma mala actitud de siempre, mientras seguía acomodando las resmas de hojas al mismo tiempo que él.

—Coño vale, ya te dije que me vas a correr a los clientes si sigues así, o mejoras la actitud o te bajo el sueldo.

—Marico, esto es un cyber, no un seguro. Aquí la gente viene cuando se les escoñeta el cantv para perder el tiempo en la computadora, no a resolver su vida...

Resulta que yo no había encontrado mejor trabajo que ayudar en el negocio de este pana, donde podía sentarme a echarme aire todo el día mientras también aprovechaba el internet para perder el tiempo en las redes sociales, chancearle a una que otra chama, hackearle el Facebook a algún carajo de la universidad que me caiga mal, etc. Además pagaban bien por tan solo recibir a gente y desbloquearle alguna de las computadoras. Ese trabajo era burde lo que tal.

—Já weno, vacílate esta, aquí vienen los jevitas de primer año—avisé, señalando a los tres chamos que venían entrando al negocio, los que estudiaban primer año de Comunicación social en mi misma universidad.

—No los vayas a chalequear, mira que esos carajitos tienen la pinga de los riales, son buenos clientes porque cuando vienen se quedan casi que todo el día—me amenazó el mamaguevo.

Le volteé los ojos con la madre ladilla presente en la cara. Pedirme a mí que no chalequeara a un trío de maricos era como pedirle a un tiburón que no se moviera, los dos estábamos claros en lo claro y sabía que por mucho que me pidiera, no me iba a resignar a tratarlos bien.

—Buenas...—saludó uno de ellos, era el más enano pero no estaba seguro de si era el menor de ellos, lo que sí estaba seguro era que tenía una pinta de jeva, y el tinte rubio que cargaba en el pelo no ayudaba mucho a la credibilidad de su heterosexualidad.

— ¿Se perdieron yendo a mundo mágico?

Hicieron una cara de muerte al oír la pregunta, excepto por uno de ellos que hizo una expresión confundida, como de no haber entendido el chiste. Solo me pasó por la mente que ese debía de ser el aguevoniao del grupo.

—No sabía que aquí se contrataba gente tan al azar—contestó uno de cabello negro que parecía el hermano perdido del muñequito este de ratatouille.

—Que lo qué, chamitos—intervino mi primo—, tengo libres aquellas tres últimas.

Los terminó de atender y los tres chamos se fueron a las máquinas después de cancelar el monto por las horas que pidieron. Esos tres eran de sacar las mejores notas, eran los típicos coquitos de primer año, así que a lo mejor iban a hacer trabajos o investigaciones.

Antes de seguir con lo que estaba haciendo, noté que uno de los tres chamos no se había ido y seguía detrás de la vitrina, entonces le dio un ataque de risa a ese castaño con cara de gafo.

—¿Qué te dio, pana?

—Acabo de entender el chiste...—respondió y se siguió riendo como loco—, buena esa, te la comiste.

Entonces se fue a sentar sin dejar de reírse. Me dio demasiada risa que el muchacho ese marico entendió cincuenta mil años después, nojodas.

—Marico pa' quedao.

Lacra meets Pajúo ↠ yoontae.Where stories live. Discover now