Van abajo a la cocina.

Son las tres de la mañana, todo el mundo está despierto, ¿así que qué más hay para tomar a excepción de café? En la esquina de la barra, la maquina burbujea mientras trabaja.

La voz de Deaton es calmante— Él fue, a pesar de todos los efectos, una aparición. Si estuvo aquí en el estado de sueño, no tenía ninguna habilidad para manipular objetos en esta realidad.

— ¿Pero qué pasa con la luz y la tormenta? —Stiles mueve los hombros entumidos y mira ansiosamente a Claude. Está en los brazos de Derek, aun dormida.

—Estuvo a juego con su aparición —dice Deaton.

— ¿Qué pasa si intenta volver, esta vez de verdad?

Deaton se ve serio— Me temo que no puedo responder eso.

—No puede llevársela —susurra Stiles, luego atrapa la mirada que Derek y su papá están intercambiando—. ¿Qué? ¡No!

Porque sabe exactamente qué están pensado: el Increíble Mago Stiles es su papá, no él. Y tienen razón, pero esto no es sobre lógica y jamás cambiará lo que siente en los huesos. Claude es su hija. El corazón se le arrancará del pecho si alguien se la lleva.

Una voz traicionera le susurra en la cabeza: ¿Justo como le rompió el corazón a él el enviarla lejos?

¿Y qué?

Que le jodan.

Hizo su decisión.

¿Verdad?

Cuando Stiles tenía ocho y había perdido a su mamá recientemente, su papá lo llevó de viaje a Sacramento. Solo fue un par de días para alejarse de todo. Más tarde descubrió que fue solo para que Melissa McCall pudiera vaciar todos los armarios de su mamá y enviarlas a Goodwill. Stiles había gritado tan fuerte cuando su papá botó su shampoo y cepillo de dientes en la basura que hubiera sido un desastre para él el quedarse y ver lo mismo con su ropa.

Así que, Sacramento.

Había un centro comercial cerca de su hotel y una tienda de animales allí. Todos los días, Stiles iba y miraba los cachorros y los gatos, y todos los días su papá le decía que no, que no podía tener uno. A excepción de una parte de él que no le creía. Una parte de él creía que se lo debía y no solo porque el universo tomó a su mamá y solo era justo y necesario que le diera algo en cambio, sino porque había una parte en su interior que sabía que nadie más en el mundo podría amar a esos cachorros y a esos gatos más que él. Su pequeño corazón se había encogido cuando los vio. Todo su mundo se había iluminado. Era imposible que no le dejaran llevarse uno a casa.

Imposible.

Nadie podría amarlos más que Stiles.

Era impensable que volviera a casa sin un cachorro o un gato.

Se sintió exactamente como ahora.

Nadie podría amar más a Claude que él.

Nadie.

Nadie podría decirle que no podía quedársela.

Nadie.

Stiles lloró todo el camino de vuelta de Sacramento hacia Beacon Hills.

Al segundo en que llegaron a casa, corrió a esconderse en el closet de sus papás como siempre hacía. Le gustaba el espacio entre los zapatos de su mamá, donde los dobladillos de sus vestidos caían y le rozaban la piel. Le gustaba acurrucarse ahí y llorar en la oscuridad y el silencio y el toque suave de las telas contra su rostro y brazos, confortándolo.

I Know Where Babies Come From, Derek; SterekWhere stories live. Discover now