Capítulo 01 (corregido por la editorial)

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—Porque no sabes encestar de espaldas en la canasta. —Movió la cabeza como si fuera algo obvio.

Dave aguantó la risa, la miró de nuevo, se removió con incomodidad visualizando a todos los niños que iban de un lado a otro. Su fiesta de cumpleaños no estaba resultando como había pensado. Creyó que iba a salir al jardín a jugar con sus amigos y con Carlene, pero no deseaba irse muy lejos. Este chico, Paul Grant, no dejaba de contemplarla como un odioso venado encandilado. Dave quería pedirle que dejara de hacerlo porque lo ponía nervioso.

Carly bajaba el faldón de su vestido con más frecuencia de la necesaria y apretaba la tela con sus puños. Su ceño estaba fruncido y su frente arrugada, tanto que temió que se quedara ceñuda siempre. Se veía adorable, incluso así.

Rio para sus adentros porque sabía que no le agradaba ser inspeccionada, sin embargo, se dio cuenta, sus gestos de enojo se intensificaron, su mirada miel llameó y se volvió anaranjada. Las cejas de D salieron disparadas, nunca se molestaba con él, excepto aquella vez que aplastó a su mascota. No quería pisar ese pollo, en realidad, pero nunca le creyó.

—¡Deja de burlarte de mí! —exclamó y giró la cabeza hacia otra parte, indignada.

—No me estoy burlando, luciérnaga —aseguró, volvió a enfocarlo. Entonces, su cara se relajó un poco y sonrió.

—Detesto esta cosa. —Señaló su atuendo con la nariz arrugada—. No hemos podido hacer nada divertido, creo que deberías ir a jugar tú.

Hizo una mueca que lo hizo reír en voz alta. Jamás la había visto usando un vestido, mucho menos de ese color. Seguramente Ginger, su madre, la había obligado a ponérselo. La señora Sweet se dedicaba, la mayor parte del tiempo, a exigirle cosas a Carlene.

—Te ves bien, parece que a Paul le gusta. —Señaló al chico al otro lado de la habitación, que se sonrojó, sus cachetes parecían dos tomates. Llevó su vista hacia él y se puso pálida, negó fervientemente y se levantó de un saltito.

—Paul se comió un saltamontes una vez. —Se retorció con asco, él volvió a reír.

Era un buen chico, solo que su amiga había quedado traumada desde el día que se metió el insecto en su boca en el patio de recreo, así que evitaba acercarse a él.

Rachel gritó que era tiempo de partir el pastel, todos corrieron hacia la mesa; era de chocolate y tenía muchas chispas de colores. La gente a su alrededor entonó una canción para desearle feliz cumpleaños. Después de dar una pequeña mordida y de que Carly fuera regañada por Ginger al querer llenar su cara de betún, la madre de Dave cortó el postre.

Una vez que tuvieron los platos llenos de tarta de chocolate, los dos corrieron al exterior de su casa, justo debajo de la casa del árbol que hacía años que no usaban. Se sentaron en el suelo y empezaron a comer en silencio.

Algunas cosas habían cambiado últimamente, desde el día que Rachel empezó a molestarlo diciendo que Carlene le gustaba. Le gritó que era mentira, pero sus mejillas se colorearon y se pusieron muy calientes, así que la idea rondaba en su cabeza.

Le encantaba jugar con ella a cualquier cosa que se les ocurriera, y después hacer una batalla para ver quién había conseguido el raspón más grande. Los videojuegos de luchas eran divertidos, porque si perdía no lloriqueaba, y le gustaba comer pizza con jamón como a él. Detestaba que llorara cuando había truenos, era emocionante ver películas de terror porque, en vez de gritar, reían juntos. Y era bonita. ¿Todo eso significaba que le gustaba?

De pronto se dio cuenta de que lo descubrió observándola, alzó una ceja, se quedó quieto. Quizá sí le gustaba porque ninguna otra niña hacía que su corazón latiera tan rápido.

Luz de luciérnaga © (WTC #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora