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| ✸ | Capítulo 7.

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Podría huir de aquí, me dije mientras me miraba en aquel espejo ovalado.

Podría pedírselo a Anaheim y ella me sacaría de la Corte Oscura sin hacerme una sola pregunta al respecto.

Podría... desaparecer. Pero ¿a dónde iría? Si me marchaba de la Corte Oscura mi acuerdo con Deacon quedaría anulado y, estaba segura, que el príncipe oscuro se vengaría de mí haciendo que mi hermano muriera. No le resultaría complicado que pareciera un accidente, o producto de la guerra. Durante los dos días que había pasado allí había podido escuchar jugosas informaciones que se me habían vetado mientras estuve en la Corte de Invierno. Deacon me había estado luciendo delante de su propia corte, durante las comidas que compartíamos con algunos señores importantes que habían añadido una gran cantidad de efectivos al ejército de la Corte Oscura.

En la cena de la noche anterior, por ejemplo, me había podido enterar de que los ejércitos de la Corte Seelie habían empezado a llegar al Valle pero que, tanto Keiran como Kalimac, habían preferido mantenerse resguardados tras los muros de sus respectivos castillos, a la espera.

Sinéad me había mantenido apartada de todo aquello mientras que Deacon me permitía que escuchara libremente. Gracias a ello había podido empezar a hacerme una idea de lo que estaba sucediendo; de en qué punto nos encontrábamos.

Escondí mis temblorosas manos bajo las capas de mi camisón, procurando mantener mis sentimientos bajo control y ocultos a los desconocidos que estaban en aquella habitación, de la reina que se estaba encargando de peinar con cuidado mi cabello. Anaheim se encontraba en algún rincón del dormitorio, comprobando que todo estuviera en orden. Vigilando.

Pensé en el reencuentro con mi hermano, pues Deacon me había asegurado haber enviado un mensaje a la Corte de Invierno con las noticias sobre nuestra boda; en qué tendríamos que decirnos. Caí en la cuenta de que Robinia también acudiría y no sentí las más mínimas ganas de cruzarme con ella.

Iona me había hecho partícipe en aquellos dos días de cómo sería la ceremonia, además de haberme instruido en las nuevas costumbres y tradiciones; sin embargo, no había dicho ni una sola palabra sobre el vestido. De nuevo había sentido un pequeño retortijón al pensar en cómo la reina Titania había llevado ese asunto, mostrándome la monstruosidad que había usado ella en su propia boda.

Recé a los elementos en silencio para que no sucediera de nuevo, para que mi aspecto no fuera similar al de un enorme y bonito regalo listo para el príncipe oscuro.

Mis ojos se encontraron con los de la reina en el espejo mientras sus expertas manos trenzaban mi cabello y colocaban pequeñas perlas de color negro sobre algunos mechones. Ella me sonrió, incapaz de ocultar la emoción que sentía por aquel importante momento.

Yo lo único que sentía eran ganas de vomitar.

La reina retrocedió un paso, admirando su obra en mi cabello, y luego dio una sonora palmada. Me giré sobre la banqueta en la que estaba sentada, observando cómo las doncellas —tanto las mías nuevas como las que servían a la propia reina— se agitaban con la misma emoción de Iona; el poco desayuno que había conseguido ingerir se me convirtió en plomo cuando dos mujeres trajeron consigo el misterio que quedaba por resolver en todo aquel espectáculo. El baúl que se me había permitido tener conmigo allí había desaparecido, seguramente llevado a mi nuevo dormitorio; apenas quedaban pertenencias en aquella estancia, que pronto quedaría abandonada.

Regresé al presente cuando la inconfundible voz de la reina ordenó que retiraran la tela que cubría el que iba a ser mi vestido de novia, la envoltura del regalo. Todo el mundo guardó un respetuoso silencio cuando las doncellas que lo llevaban cumplieron con lo que se les había exigido: mis músculos se quedaron rígidos al observar aquella prenda de tela. Al contrario que la idea de Titania de lucirme como un premio para uno de sus hijos, aquel vestido era lo opuesto al otro vestido que iban a ponerme.

THE DARK COURT | LAS CUATRO CORTES ✸ 3 |Where stories live. Discover now