Aura floral

Begonia

Desde muy temprano te he visto con un gran libro de jardinería entre tus pequeñas manos. Es divertido como te muestras tan interesado en interiorizar sobre cada flor y sus cuidados.

Poco a poco has comenzado a adaptarte al ritmo de la floristería, lo cual me alegra porque te vuelves parte de nosotros. Quizás por eso contamos con más clientes desde tu llegada; porque te esfuerzas en conocer lo necesario para una mejor atención y por tus nuevas amigas, las flores.

La pequeña campanilla resuena en todo el lugar, volteo para chequear al próximo cliente, una señora de edad.

Corres en su ayuda y le muestras nuestra amplia gama de variedades y colores de flores, prácticamente le das un mini tour por el local, siempre te comportas así, atento, ya sea con los clientes o conmigo.

La anciana se acerca a mi con un gran ramo de variadas flores en tonos cálidos, sonríe y se dispone a cancelar su pedido.

—Debo felicitarlos por la atención que me han ofrecido, son muy amables y cordiales. Espero que jamás cambien.— mencionó con sinceridad la señora. Hago una pequeña reverencia a modo de agradecimiento.

Una vez la clienta cruza la puerta me acerco para felicitarte y elogiar tu desempeño.

Transcurridas las horas nos disponemos a cerrar la tienda, pero antes te obsequio un ramillete de begonias que llegaron esta misma tarde. Adoro la dulce y tierna sonrisa que me regalas.

Eres tan amable, aprecio aquella virtud en ti.

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Floriografía: cordialidad.