Primera y fracasada cita

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 Capítulo Catorce 

 Era sábado y mi cuerpo lo sabía. En serio, estaba tan nerviosa que me dolía la panza. Igualmente, eso no impidió que me despertara temprano para arreglarme, o sea, bañarme, maquillarme, elegir ropa, y esas cosas.

Como empecé a prepararme temprano, todavía faltaba más de una hora para que Theo pasara a buscarme. Así que maté al tiempo viendo "Un viernes de locos" por Disney.

Lamentablemente no terminé de ver la película, porque eran las doce y escuché el timbre, así que Theo estaba esperándome en la puerta de mi casa.

Bajé las escaleras tratando de no caerme, fui al living para agarrar mi mochila, que en ese caso no era la del colegio, y agarré mi nuevo celular. Si, mi vieja me compró un celu nuevo porque según ella, ya aprendí a no tirarlos por la calle.

Corrí hacia la entrada como Flash, me miré rápidamente en el espejo que estaba al lado, acomodé mi pelo, y al fin, abrí la puerta.

Ahí estaba, mirándome con una sonrisa, la cual devolví al instante.

— Hola, ¿Cómo estás? ¿Todo bien? — Me preguntó después de saludarme con un abrazo y un beso en la mejilla.

— Si, todo bien ¿Y vos? — Le respondí mientras lo miraba y él metía un mechón de pelo que se me molestaba, atrás de la oreja.

— Bien bien— Me contestó sin quitar su hermosa sonrisa.

Empezamos a caminar, en eso, me agarró de la mano y la enlazó con la suya. Yo, lo miré tímida y sorprendida. No esperaba que hiciera eso.

Seguro era un tomate andante.

— Si vamos a tener una cita, hay que hacerla bien.


Caminábamos hablando de cualquier cosa. Hasta llegar al McDonald's, donde él se pidió una rehamburguesa y yo una ensalada, ya que quería comer algo liviano porque me seguía doliendo la panza. En otra ocasión también hubiese pedido lo mismo, altas ganas tenía de comer una hamburguesa bien grasosa.

Theo pagó todo por dos razones. La primera es porque pago primero y de forma rápida, diciendo que el me invitó a la cita, así que él se iba a hacer cargo de los gastos. La segunda es porque simplemente no me dejó hacerlo, haciendo que lo mirara algo enojada.

Salimos de McDonald's, fuimos a una avenida y paró un taxi.

—¿A dónde vamos? — Le preguntaba curiosa.

— A venderte a la trata— Me dijo serio.

Lo miré, preocupada, tratando de encontrar algún rastro de diversión en su cara. No la encontré, hasta que se empezó a reír.

—¡TENIAS QUE VER TU CARA! — Reía a carcajadas.

El taxista nos miraba raro, como si tuviéramos serios problemas mentales. Y si, señor, déjeme decirle que usted estaba en lo correcto.


Habíamos llegado a un parque de diversiones. Nunca estuve en uno, así que mi cara de emoción era épica.

Theo me agarró nuevamente de la mano y caminamos a la fila para comprar las entradas. Ahí empezamos a hablar de cualquier cosa, y nos reíamos de cualquier cosa, más que nada estallamos en carcajadas cuando un viejo le dijo "Yo a tu edad me quedaba en casa estudiando, no tratando de seducir muchachitas", al ver como Theo me miraba y acariciaba mi espalda.

Él, con las entradas en mano, rodeó su brazo en mis hombros mientras íbamos a la entrada.

Más tierno no podía ser.

Mostró las entradas al guardia para que nos dejara pasar y eso hizo. Dentro del parque, miraba asombrada cada cosa que llamaba mi atención. Podía describir en ese momento aquel parque como un lugar con muchas luces y un rico olor a pochoclos.

—¿Te gusta? — Me preguntó atento.

—¿Cómo no me va a gustar? No pudiste pensar en un mejor lugar para traerme. ¡Me encanta! — Le contesté emocionada.

— Me alegro entonces— Me dije sonriendo. — Ahora vamos a subirnos a los autos chocadores— Agarró de mi mano y me llevó hacia una no tan larga fila.

Lo único que hice una vez que me subí a un autito, fue tratar de alejarme de los autos que se chocaban, mientras que Theo me seguía y lograba chocarme casi todo el tiempo.

Con sed de venganza, aceleraba y trataba de perseguirlo. Él, con mucha agilidad, lograba esquivarme. En lo que tocaba el timbre, avisando que terminaba nuestro turno, sentí que me chocaron por atrás. Al girar mi cabeza lo vi sonriéndome con un brillo raro en sus ojos.

Indignada, o más bien un poco frustrada conmigo misma por no saber jugar a los autitos chocadores, me bajé del auto y fui a la salida de la atracción. En eso, sentí que me agarraron suavemente del brazo, así que me di vuelta.

—¿Todo bien? — Me preguntaba Theo, con duda en su mirada.

— Si — Contesté sonriendo, tirando el orgullo a la basura — Vamos a la montaña rusa — Le dije mientras lo llevaba a la atracción que más llamaba la atención.

Después de muchos gritos y apretones de manos, nos bajamos super despeinados y un poco mareados.

— Te invito un helado, ¿Querés?

— Sisi, dale, pero necesito ir al baño— dije.

— Bueno, te acompaño al baño y después me voy a la heladería de allá— Señalando donde queda el puesto de helados.

Le dije que si con un asentimiento de cabeza y llegamos a la puerta del baño.

—¿Sabor favorito? — Preguntaba con una sonrisa traviesa.

— Chocolate— Le contesté devolviéndole la sonrisa.

— Me encanta el chocolate— me dice mientras se acercaba cada vez más a mí. Me agarró de la cintura, mientras que con la otra mano me quitaba un mechón de pelo que me obstruía la vista y lo puso detrás de mi oreja. — Sos hermosa— soltaron sus labios antes de que los empezara a sentir en un lindo y suave rose.

Pero algo siempre nos tenía que pasar.

Una señora abrió la puerta tosiendo sonoramente, cagando el momento.

A penas pasó eso, nos separamos y lo miré con un poco de vergüenza y timidez.

— Mejor voy comprando los helados— Dijo mientras se daba la vuelta y se iba caminando a la heladería.

Hecha un tomate, entré al baño.

Y algo mucho peor me tenía que pasar.

Me vino Andrés corte pum y me manché.

¡Que vergüenza! No podía seguir así.

Sin pensarlo dos veces, cegada por la vergüenza, me fui.

Salí del baño y fui corriendo hacia la salida, donde de pedo había un taxi parado en la esquina. Me subí a este y me llevó a casa.

Perdón, Theo. 

El chico del bondi.Where stories live. Discover now