VII. Sombría evolución

251 61 50
                                    

El caminar desesperado de Dionisio retumbaba en el piso de madera. Las manos se perdían en el oscuro cabello, templándolo con ahínco, maldiciendo su suerte. Una efímera dicha lo hizo creerse libre de un aciago destino.

Endira, horrorizada por el deceso de Néstor, hizo bautizar a su hijo de inmediato. La superstición de la mujer salvó al pequeño.

Si al menos hubiese llegado más temprano, reflexionó.

—¡¿Por qué no me despertaste condenado engendro?!

Unos arañazos profundos desgarraron la madera.

Unos arañazos profundos desgarraron la madera

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


—¡No me intimidarás! —desafío al ente.

El siguiente arañazo provocó que Dionisio lanzara un alarido de dolor. Examinó su mejilla derecha y advirtió horrorizado cómo brotaba sangre de ésta. Esa criatura le había hecho un profundo corte en la piel.

No tuvo tiempo de recuperarse, un golpe familiar llegó del exterior.

Abrió la puerta y se encontró de frente con el hombre de blanco. Retrocedió por instinto.

—¿Qué... vas a hacer conmigo? ¡No es mi culpa no haber encontrado un niño sin bautizar!

Una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro del visitante, revelando unos dientes en puntas. La mitad de la cara permanecía en sombras.

—¿De haberlo hallado me lo hubieses entregado sin importar su procedencia?

Dionisio asintió, trémulo.

—Muy bien. Entrégamelo entonces —exigió.

—¿Cómo?

El individuo apuntó con su dedo al pecho de Dionisio.

—¿Has escuchado la expresión: "el niño que llevamos dentro"? Tú, llevas un niño sin bautizar dentro de ti... y lo quiero.

El semblante de Dionisio se descompuso.

—¿Qué... quieres decir?

—Lo que oíste. Hice un trato con Rómulo y tú fuiste el precio a pagar.

—¿Quién eres tú? —preguntó temeroso—. ¿Acaso... eres el diablo?

—Siento decepcionarte, pero no. Lo conozco de cerca, eso sí —se carcajeó.

—¿Él... te envío por mí?

—No más preguntas —lo mandó a callar—. Entrégame lo que quiero.

—No...

—Tu padre dispuso de tu vida a cambio de riqueza y poderío. —Le agarró la palma—. Esa herida debió doler mucho. ¿No quieres vengarte de todas las burlas y desprecios que padeciste por su culpa?

Dionisio apartó la mano, recordando el sufrimiento. Una densa rabia lo invadió. Sopesó la oferta pero aún no estaba seguro de aceptarla.

—Hazlo por tu madre —añadió su interlocutor, percibiendo la indecisión—. Ella sufre castigos inimaginables. No podrás liberarla, pero sí vengarte de quien lo causó.

Esa revelación fue suficiente para que el odio obnubilara su juicio.

—Acepto.

El hombre de blanco soltó una risa macabra. Tomó el último rastro de inocencia que habitaba dentro de Dionisio; la oscuridad absoluta se apoderó del cuerpo y las sombras revelaron su lado siniestro.

La criatura que acompañaba a Dionisio dejó de ser invisible: era un chacal con cola de serpiente, de zarpas largas y afiladas. Los ojos rojos reflejaron el fuego del infierno.

—Estarías muerto de haber visto su apariencia antes de convertirte —siseó el hombre albo—. Llévalo contigo. Empiecen por este pueblo, no dejen nada vivo. ¡Háganlo sangrar!

Dionisio rio sádico, bastó una orden para que diera rienda suelta a esa oscuridad que ahora residía en él.










¿Fin?

Palabras: 499

Al caer la noche  ©Where stories live. Discover now