¿La curiosidad mató al gato?

10.6K 1.1K 845
                                    

Estaba perdido, cansado y por sobre todo hambriento.

¿Y de quién era la culpa? Únicamente de él.

Esto sucedió porque se le ocurrió salir a explorar el bosque que se encontraba cerca de su nueva casa. No debió alejarse tanto de su hogar si no conocía los alrededores.

Por lo menos salió con una mochila que traía una libreta y un bolígrafo, con eso podría trazar un mapa mientras camina intentando volver a su casa.

—Creo que debería buscar algún lugar para descansar —habló para sí mismo. —Y también alguien que me ayude a volver a casa.

Comenzó a caminar en cualquier dirección para encontrar algún camino que lo guiara, esperaba que no le tomara mucho tiempo pues su madre empezaría a preocuparse.

Anotaba en su cuaderno las cosas que veía al pasar, para que la próxima no sucediera lo mismo. No quería volver a estar en una situación como esa.

Luego de algunos minutos de caminata visualizó a lo lejos una vivienda hecha de madera, su mirada se iluminó al ver que el bosque sí estaba habitado. Corrió sin pensarlo dos veces hacia la casa ubicada entre dos grandes robles.

Al llegar a la entrada Midoriya golpeó suavemente la puerta con sus nudillos, esperando que alguien le abriera la puerta.

Pero nada sucedió.

—¿Vivirá gente en este lugar? —preguntó mientras analizaba la construcción. Estaba mal cuidada, habían telarañas entre los tablones de madera y pequeños cortes en casi toda la casa. Miró por las ventanas el interior del hogar, se veía bastante ordenado a comparación del exterior. —Definitivamente debe haber alguien aquí, tal vez no me escuchó.

Tomó el pomo de la puerta con su mano y lo giró a la derecha, rogando que estuviera abierta. Así fue.

—Disculpe la intromisión —susurró mientras hacia un pequeña reverencia al entrar a propiedad ajena.

No pudo evitar mirar cada rincón del lugar con curiosidad. En las paredes habían varias fotografías, pero en todas se podía apreciar tres hombres. Un pelirrojo, un rubio con un mechón negro en forma de rayo y un rubio ceniza.

En una de ellas se veía a dos de ellos sonriendo a la cámara, en cambio el otro miraba con molestia a sus compañeros. A diferencia de otras fotos donde el rubio miraba mal a los demás, en esta él se encontraba plácidamente dormido. Aunque tenía crema batida en la cara y los dos muchachos estaban conteniendo la risa.

—Pobre chico —rió Izuku al ver la última fotografía. Se notaba que se llevan bien a su manera.

Caminó un poco más hasta llegar a lo que él suponía era la cocina y recorrió con la mirada en busca de alimento.

Vio tres tazones sobre la mesa, los cuales desprendían un aroma apetitoso. El gruñido de su estómago lo hizo acercarse a verificar si podía comer lo que hubiera allí.

En el primer tazón habían varios trozos de carnes, se veían tan deliciosos que hicieron aumentar el hambre que tenía el peliverde.

—¿No habrá problema si sólo como uno, verdad?—dijo para sí mismo mientras tomaba un tenedor que se encontraba en la mesa. Enterró los dientes del tenedor en el jugoso trozo de carne y se lo llevó a la boca. —¡Ah! ¡Está caliente!—exclamó entretanto sacaba el pedazo que había probado. Sacó su lengua de su boca buscando  un poco de aire frío que pudiera aliviar el ardor que estaba sintiendo. —Creo que intentaré con otro.

Se aproximó al siguiente cuenco, en el cual encontró una hamburguesa.

 —¿Quién rayos come una hamburguesa en un tazón? —preguntó extrañado Izuku. Mas no le dio mucho importancia porque su prioridad era alimentarse, no cuestionar la forma en la que comen las personas. Agarró la hamburguesa entre sus manos y le dio un gran mordisco. —No sabe mal, pero está fría... —tragó el pedazo que mordió y volvió a dejar la hamburguesa donde se encontraba antes.

Ricitos de esmeralda [One-shot KatsuDeku]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora