Capítulo 23

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Han pasado ¿tres semanas? No lo sé, pero lo que si se es que ya no puedo aguantar más, necesito asesinar, mi cuerpo pide sangre y se lo daré.

Hoy es treinta y uno de octubre y adivinen que, toda la ciudad estará celebrando Halloween. Las calles estarán repletas de personas a las que puedo asesinar, aunque obviamente tengo que esconder los cuerpos, no queremos que sospechen que la chica a la que atraparon no es la asesina.

Todos se están preparando, las familias están decorando sus casas, las calles y los locales están siendo también decorados con calabazas, tela de arañas, esqueletos y mucho más. Los niños y adolescentes con sus disfraces pidiendo dulce o truco. Y como todos los años, en la gran plaza de la ciudad darán una fiesta en la noche, habrá juegos, música, risas y gritos. Y lo que más me gusta, sangre.

Baje la escalera de mi casa, tome las llaves y dinero y salí de mi casa en busca del disfraz perfecto para esta noche, ¿creían que yo no me disfrazaría?

Camine colina abajo directo a la plaza en donde hay varias tiendas de disfraces. Al llegar a la plaza me encontré con una multitud de personas caminando de un lado a otro haciendo sus compras. Caminé entre las personas y entré en la primera tienda que vi, estaba repleta de niños mugrosos corriendo en toda la tienda, rodé los ojos y de adentré.

Había disfraces de todo tipo, esqueletos, brujas, payasos, astronautas y hasta de princesas. Me dirigí hasta un hombre el cual trabajaba ahí y toqué su hombro, volteó y me vio de arriba hasta abajo.

—¿En que la puedo ayudarla? —dijo colocando sus manos en su cadera.

—Necesito un disfraz —crucé mis brazos.

—Tenemos muchos tipos de disfraces, sea más específica —puse los ojos en blanco.

—Algo que sea... sangriento —se me escapó una pequeña sonrisa. El hombre ladeo la cabeza y miró el suelo pensando, luego se le abrieron los ojos y me miro contento.

—Tengo el disfraz perfecto —dijo y camino por la tienda, lo seguí.

Caminamos hasta casi el fondo de la tienda en donde se encontraban algunos disfraces y más que todo mascaras. El hombre busco en un perchero lleno de disfraces una en específico. Cuando la encontró se formó una sonrisa en mis labios, era un disfraz de enfermera asesina, tenía un vestido blanco con manchas de sangre que llegaba más arriba de las rodillas, también tenía su gorro blanco con una cruz roja en el centro que igualmente tenía sangre. Y por último traía unos guantes blancos.

—Serás la enfermera asesina más sexy de la ciudad —el hombre sonrió de lado.

—Es perfecto, me lo llevo —dije sin despegar la vista del disfraz.

El hombre y yo nos dirigimos a la caja y pagué el disfraz, lo colocaron dentro de una bolsa y me lo entregaron, salí de la tienda satisfecha. Esta noche será perfecta.

Cuando llegué a mi casa subí a mi habitación y al abrir la puerta me encontré con nada más y nada menos que Madison.

—¿Qué haces aquí? —dije colocando la bolsa en la cama, ella se levantó del sofá y se sentó en mi cama tomando la bolsa.

—Vine a ver tu disfraz —su sonrisa se hizo más grande al ver mi disfraz—¡Me encanta! —chillo de alegría, yo me tape los oídos.

—Ya dámelo —se lo quite de las manos y lo devolví a la bolsa.

—Si eres gruñona —bufó y se cruzó de brazos.

—¿De qué te disfrazarás tu? —dije sentándome en el sofá.

Mente RetorcidaWhere stories live. Discover now