Percance

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Eran las 8 de la mañana y Uraraka ya estaba en el salón de rehabilitación, afirmándose de unos fierros con sus brazos, intentando poder caminar bien. Sus pasos eran torpes, pero cuando nadie lo notaba ella usaba su quirk para hacer trampa.

-Oye, no creas que no lo noto. -Dijo la enfermera. -Debes hacerlo bien, no uses tus habilidades.

-Ñyaa, pero soy demasiado torpe. -Lloriqueaba la morena.

-Jajja, tranquila, fueron dos semanas, solo tienes que acostumbrar tus músculos, ya verás que hoy mismo podrás caminar bien.

Ochako lo pensó, era verdad, solo estuvo quince días en coma y se quejaba, había gente que tras accidentes así quedaban sin piernas o hasta inválidos.

-Hm, tienes razón, podré hacerlo. -Se dio ánimos, levantando un puño en el aire y sonriendo.

En otra parte, Katsuki estaba llegando a su lugar de trabajo. Ese día se levantó con un horrible dolor de cabeza.

Pasó todo el día normal, hasta que, justo a la hora que debía irse todo se descontroló.

-Bakugo, te necesito. -Le gritó su jefe.

Katsuki lo supo, tenían una emergencia y debía salir a cumplir su trabajo, pero, su horario había terminado, y le había dicho a Uraraka que iría por ella el día anterior.

-Jefe, yo... -No alcanzó a terminar de decir, cuando por radio escuchó el llamado.

-Hay tres o cuatro, tal vez cinco villanos, están destruyendo todo, necesitamos refuerzos, repito, necesitamos refuer... Argh... -Y no se escuchó más.

El rubio lo pensó, este era su trabajo, proteger a las personas y a sus compañeros, por esta vez Ochako debía esperar.

Y sin más, corrió a una patrulla y se dirigió a donde estaba ocurriendo la catástrofe.

Ya iban a ser las 8 de la tarde, Uraraka había practicado todo el día, a pesar de que aún no podía pisar normal y no podía irse del hospital, ella esperó a Katsuki. Por lo general, por lo que le había contado la enfermera, él llegaba siempre a eso de las 5 de la tarde, pero esta vez no lo hizo.

-¿Dónde se habrá metido? -Se preguntaba Ochako en su habitación, estaba preocupada, ni siquiera sabía el porqué. Sin contar el día de ayer, ella no veía al rubio desde hace 6 años ni había sabido nada de él. Tampoco era como si lo hubiese buscado, pero después de saber que él estuvo acompañándola todos esos días que ella estuvo en coma, algo se prendió en su interior.

Tock-tock, golpearon la puerta.

La morena se acomodó y se arregló el pelo, cuando la puerta se abrió, se asomó la enfermera con su comida. La chica se decepcionó un poco, esperaba que fuese otra persona.

-¿Tienes hambre? Te he traído puré con pescado, debes agradecérmelo, me lo robé para ti, esa comida que les dan a los pacientes es asquerosa, puajj. -Decía la mujer, pero cuando miró a la morena notó su tristeza. -Oye... ¿Qué pasa?

Uraraka levanto la cabeza, la miró y con una sonrisa le respondió. -No es nada, no te preocupes. Dame ese pescado, me muero de hambre jaja.

La enfermera le pasó la bandeja y se sentó en la cama donde se encontraba Ochako.

-Oye, no estés así, de seguro tuvo algo importante que hacer. No creo que te eje aquí sola por que sí, al fin y al cabo, es tu novio, ¿No?

La vida no es tan malaWhere stories live. Discover now