Despertar

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Dos semanas ya habían pasado, 15 días para ser exactos, ya era viernes y como todos los días desde esa noche Katsuki terminaba su día laboral para irse lo antes posible al hospital.

—Oye, oye, oye...

—No puede ser. —Dijo el rubio en voz baja.

—¿A donde crees que vas, eh? —Le pregunto su jefe que estaba detrás de el.

—Pues... ya termine mi turno, me voy a casa.

—¿Y desde cuando te vas después de tu turno? La verdad no me molesta, esta claro que puedes irte, pero me parece raro, desde hace días veo que te vas más temprano y el domingo pasado ni siquiera viniste a trabajar! —Decía el jefe, con sorpresa y duda en su mirada. 

—Pues, tengo vida señor.

—Desde que entraste a trabajar aquí, nunca te vi irte a la hora que debías, siempre haces horas extras y trabajas los festivos. ¿Hay algo que debería saber? ¿Hm?

—Tengo cosas que hacer viejo, déjame pasar o muere. —A Bakugou ya se le estaba acabando la paciencia.

—Jajaja ay Katsuki como me agradas hombre, eres tan gracioso. —Reía su jefe. —Si necesitas algo, lo que sea, puedes decírmelo, te ayudare en lo que sea amigo.

El rubio se quedó pensando en lo último que le dijo su jefe mientras se despedía de él y caminaba hacia su auto, ¿Debía contarle lo sucedido? La verdad si confiaba mucho en él, los años trabajando juntos hicieron efecto y a pesar de tener una relación solo laboral, sabia que era mas que eso, siempre le encargaba las misiones mas importantes, claro, le tenía mucha confianza. Una vez hasta trabajaron juntos en secreto haciendo que el rubio se infiltrara en una mafia y así hacerlos caer, realmente se llevaban muy bien y sentía que escondiendo esto le estaba faltando a esa gran confianza que habían creado.

Dejo de pensar en eso cuando el auto se puso en marcha, desde el día del accidente, Bakugou visitaba a Uraraka siempre después del trabajo, esa era la razón por la cual ya no se quedaba, el horario de visita del hospital no corría hasta tan tarde como la hora en la que cerraba la estación de policías. Él la visitaba siempre con la esperanza de que despertara para explicarle que fue lo que pasó, estaba seguro que si no aparecía mas ahí en el hospital, nadie sabría nada sobre el accidente ni de él, nadie, pero el muy estúpido le había dado sus datos a la enfermera loca la vez que se hizo pasar por el novio de la chica. Mala jugada.

Al llegar, se bajo del auto, dejando atrás sus pensamientos, cruzó la puerta y solo miro a la recepcionista, la cual le sonrío y le hizo un gesto de que podía pasar. Sin siquiera intentarlo, ella le estaba coqueteando, y así decían que los hombres eran los que molestaban a las chicas con el coqueteo.

Llegó a la habitación de Ochako y ahí estaba ella, como siempre recostada, ya no tenia tantas mangueras y cables conectados, solo uno que se anclaba a la pantallita del pulso y la mascarilla que la ayudarla a respirar.

Tomó la silla de siempre y se sentó a su lado, no sabía porqué hacía eso, osea, solo iba para poder explicarle a la morena lo que sucedió, el porqué ella estaba ahí, pero ¿qué pasaría si se la pasaba así por meses? ¿Tal vez años? ¿Qué pasaría si ella nunca despertaba? Ese pensamiento hizo que su pulso acelerara.

Miro la mano de la chica y la tomó como la primera noche, ya no estaba tan fría, ahora estaba un poco mas calientita. Levanto la vista sin despegar su mano de la de ella y vio su cara, tenia las mejillas coloradas, como cuando eran compañeros de clases en Yuuei, ahora su cabello era mas largo y su cara seguía siendo la misma, redonda, grande, linda, ros... Espera, ¿Linda?

La vida no es tan malaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu