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—¿Así que... Soy raro? —preguntó, de verdad queriendo saber a qué se debía eso, si ellos decían que no tenía porque volver a sentir el dolor que durante quince años había soportado—...un...fenómeno.

—Básicamente, sí —respondió el hombre de coleta.

—¡No, no no, nada de éso! —el sujeto grande negó, tal vez preguntándose qué pasaba por su cabeza, dándole una mirada venenosa al Nara—. No precisamente un fenómeno, sólo... diferente, mirá, todas las personas somos diferentes pero nosostros somos diferentes a ustedes, posiblemente se debe a eso la reacción que tuvo tu mente.

—Chouza tiene razón, además, no todas las personas reaccionan igual ante un intruso en sus mentes o recuerdos —Draco volvió la mirada al hombre rubio, que parecía saber más que los otros sobre el tema, parecía cierto lo que decía—. Mi clan se especializa en técnicas mentales —aclaró al ver su ceño fruncido.

—Como ese chico Potter.

—¿Interrogaron a Harry? —más que sorprendido por lo que escuchaba, se sorprendió porque a su cabeza rápidamente llegó el nombre de Harry, y no su apellido con notable desprecio cómo normalmente hacía.

—¡Eh!, no podemos hablar de eso, es información clasificada —alegó el rubio, viendo de reojo a sus compañeros y dándoles una mirada severa.

De camino a lo que ellos llamaron la torre Hokage, le contaron algo sobre una barrera y que no entendían cómo funcionaba pero que sí sabían que había grandes diferencias entre los países ocultos y el lugar de donde él venía.

Cuando llegaron a lo que parecía ser el edificio más grande de todo el lugar se dirigieron a la oficina del Hokage. Y cuando la vio creyó que sus ojos le engañaban, la dirigente era una mujer de no más de treinta, o menos.

—Hokage-sama —saludaron los tres hombres nadamas entrar.

En la habitación se encontraba el chico de pelo negro que le había permitido ir con ellos, el rubio de extrañas marcas en las mejillas, la joven que parecía ser la mayor de todos, los que le habían acompañado claro, y Potter y Longbottom también estaban. A cada lado de la mujer se encontraba un hombre, o mujer, no sabría decirlo pues llevaban máscaras, blancas con diferentes dibujos.

—Todo está bien —aseguró el de coleta—. Aquí está lo que pidió, Hokage-sama —le entregó un folder con lo que suponía era un informe detallado de sus recuerdos o algo parecido.

—¿Encontraste algo, Inoichi? —le habló al hombre, pero sin dejar de mirarle a él.

—Nada, Tsunade-sama, lo que dice es verdad, dudo que alguien con ésta edad pueda engañar a mis técnicas —aseveró el hombre.

—Bién, pueden retirarse, y buen trabajo —los tres se despidieron y con un último «Tsunade-sama», se retiraron—. Ahora —se dirigió a él—. ¿Qué es exactamente lo que quiéres?

Su pregunta lo descolocó un poco, no esperaba que le preguntara nada, sólo que le ordenara no salir para nada del lugar o ponerle algún trabajo sucio, cómo limpiar excremento o quehaceres domésticos.

—Yo... No, no sé —al instante se sintió ridículo, con Potter y Longbottom ahí viéndolo, para sorpresa suya no se rieron, por el contrario, pusieron una expresión de preocupación.

—¿Cómo que no sabés? —inquirió—. No puedes llegar nadamas y esperar que te solucionemos la vida, sólo porque no sabés.

—Tsunade-sama, si me permite.. —intervinó Sasuke, sorprendiendole y a la mujer—. Él no quería nuestra ayuda precisamente, fue a buscar a Harry, no sé exactamente qué esperaba que hiciera Harry por él pero no podíamos dejarle —le vio de reojo—. Echaría a perder nuestra salida de Privet Drive.

La Orden del Shinobi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora