- ¿Quién las trajo? ¿Cómo supieron? -Le pregunté al separarnos. Alicia sonrió y me volvió a estrechar entre sus brazos.

- Tu Novio ha ido por nosotras, no ha sido fácil poder estar aquí, a Laisha le han detectado cáncer y tuvo que viajar a Dinamarca y se esforzó para poder venir. -Dijo Lucía mientras secaba las lágrimas que mojaba sus mejillas. Alicia y las demás voltearon a verla en forma de reproche.Lucía siempre fue la más despistada y descuidada de palbras y en muchas ocasiones nos hizo meternos en problemas con la policía.

Aquella noticia me había destrozado. Me separé de Alicia y me acerqué lentamente a mi amiga, estaba pálida y a pesar del maquillaje sus ojeras se notaban. Laisha siempre fue la más delicada con su piel y su cabello. Suponía que lo que llevaba puesto era una peluca. Mi pecho se había comprimido la abracé con fuerza, sollozando sombre su hombro, sentí como sus brazos me apretaban con fuerza y escuché sus ligeros sollozos.

- Es el día de tú boda, hagamos de cuenta que no tengo nada ¿sí? -Hasta su voz había perdido fuerza.

- Las amo. -Susurré al soltar los hombros de Laisha. Las chicas sonrieron y se miraron entre si con una mirada pícara.

- ¿Qué? ¿Por qué me miran así?

- ¡Agarraste el pez gordo! -Dijo Amelia con diversión. La rubia miró la habitación y se acercó al espejo. - Y qué conste que lo digo en todos los sentidos. No cualquiera entra a un edificio en llamas sin estar completamente seguro de que su amor esté allí.

Las demás se esparcieron por toda la habitación. Cerré la puerta detrás de mí y me senté al borde de la enorme cama. Amelia tenía razón, era algo de aplaudir aquel acto.

-Y no solo eso; Cuidar durante meses a un bebé que ni si quiera es familiar suyo. ¡El hombre vale oro! -Opinó Camila desde la puerta del closet.

-Oro no Camila, ¡Diamantes! -Dijo Sara sentada en una pequeña butaca junto a la puerta del baño, tenía las manos sobre su frente. - El tipo es un regalo de los Dioses.

-¡Pueden parar! -Exclamé para luego esconder mi rostro entre mis manos. Todas rieron y permanecieron en silencio por menos de un minuto.

- ¿Y tus hijos? ¿Dónde están? - Me preguntó Alicia.

- Están con Angela, la madre de Royce. Supongo que ya deben de estar de camino. -Le dije mientras bajaba de la cama y busca ropa interior nueva entre las gavetas del tocador.

- ¿No piensas tener un hijo con Royce? Porque de ser así deberían empezar desde esta misma noche. -Dijo Lucía sin pelos en la lengua.

-No cambias. -Le dije antes de reír.






(...)

Las estilistas dieron el último toque a todo lo referido con el cabello y el maquillaje. Me ayudaron a ponerme el vestido, había sufrido bastante al sentir como ceñía el corcel en la parte de arriba de mi cuerpo. Unos minutos después las mujeres salieron de la habitación dejándome sola y bien que lo necesitaba.

A pasos lentos me puse frente al espejo de piso y me quedé observando mi reflejo. El vestido era blanco con corte de princesa con un escote en la espalda, las mangas eran de encaje y en sus borden al rededor de mis muñecas tenían un pequeño bordado cosido a mano, el vestido dejaba a la vista mis hombros y la clavícula, en la cintura llevaba un pequeño cinturón plateado con un pequeño diseño de brillos en frente, de mi cuello pedía un brillante collar que descansaba sobre mi delgada clavícula. El cabello estaba recogido hacia atrás a excepción de unos cortos mechones que estaban en mi frente y por delante de las orejas y tenía una pequeña corona.

Había llegado el día de mi segunda boda, a diferencia de que está era con un verdadero hombre que sí me ama de verdad. Mi boda con Raúl había sido por lo civil y solo firmamos unos documentos una tarde lluviosa sin contar con ceremonia.

De la puerta sonó un chirrido y volteé pero no había nadie. A los segundos vi a mi madre junto a la puerta.

- ¿Qué pasa? -Le pregunté.

Ella suspiró y entró a la habitación. Al cerrar la puerta se acercó a donde yo estaba. La miré y sus mejillas estaban húmedas y deslizó sus dedos para cercar dos pequeñas lágrimas que se había escapado de sus hojos.

- Sólo necesito unos pocos minutos. Seré breve. -Su voz sonaba bastante débil y sus ojos reflejaban felicidad, pero a la vez dolor.

- No pareces estar bien. -Le dije.

- Me he sentido la peor madre del mundo, tal vez lo sea, pero justo en este momento estoy feliz y orgullosa de ti. -Dijo mientras acariciaba mis mejillas.- Eres una mujer fuerte, una buena madre y estoy segura que serás también una excelente esposa. Quiero que me perdones por todo lo que te pasó, tú no tenías la culpa, solo eras una niña.

- Dejemos todo eso en el pasado, empecemos desde hoy una vida nueva. -Le dije sonriendo. No valía la pena llorar por eso el día de mi boda, no quería arruinarlo.

Pattie asintió y respiró con profundidad. Abrí los brazos para poder abrazarla y ella los recibió.

- Estás hermosa. -Me susurró cerca del oído izquierdo. Nos separamos y luego de varios segundos se golpeó levemente la cien con la palma de su mano.

- ¿Qué pasa? -Le pregunté.

- Royce está esperándote. -Dicho eso Shanellix abrió la puerta de golpe y bufó.

- Mi hermano se está asustando. -Dijo Shanellix. Llevaba el ramo en sus manos el cual me entregó cuando estuve en el pasillo.- ¿Lista?

Suspiré y empecé a bajar las escaleras con lentitud por miedo a caer. Cuando estuve en el primer piso empecé a temblar y sentía que el ramo de flores se iba a deslizar de mis manos.

Escuchaba una suave canción proveniente de afuera. Miré como Shanellix soltó el borde del vestido y corrió a la puerta la cual abrió y volvió a agarrar el borde trasero del vestido. Caminamos a través del jardín, era de noche y las estrellas brillaban junto a la luna. Era una hermosa noche, perfecta para esto.

- No entrarás hasta que suene la música de entrada.- Volvió a repetirme mi cuñada por décima vez en el día.

- Estás más nerviosa que yo.-Le dije. Mi madre rió en voz alta.

- Me imagino como sería tu boda Shanellix. -Le dijo Pattie. Shanellix bufó y nos detuvimos frente al recinto.

Nos habíamos ingeniado para que estuviera cerrado pero mientras pasaban las horas y al ver el pronóstico decidimos dejarlo al aire libre. El césped no sería un problema ya que éste no se encontraba en el área de la celebración.

Hice un ejercicio de respiración cuando Shanellix soltó mi vestido y se perdió entre parte del jardín. Segundos después volvió y me sonrió.

- ¿Lista? - Me preguntó mi madre.

- Sí. - Murmuré.

Casada Con Una BESTIA  | EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now