19. Todo lo que conozco

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Inspiración: Una ciudad muy lejana.

🔊Escuchar: "Lost in translation" de Alice Kristiansen

11/09/17

Estaba sentado cerca de la ventana de su habitación.

Tenía una casa, pero ahora se había quedado simplemente en eso. La calidez que emanaba se había convertido en un frío tan gélido que hacía que las lágrimas escondidas detrás de sus párpados se congelaran y nunca salieran.

Sólo quería vivir.

Pero la calidez que lo mantenía con vida, había decidido irse, quien sabe, las visitas de las estaciones se volvían cada vez más extrañas.

Suspiro al voltear a la solitaria habitación. ¿Qué había pasado? ¿Cómo pasó todo eso?

Ahora que se encontraba fuera de su casa, pudo llorar toda la tarde, pudo recorrer la habitación con gritos y preguntas sin sentido.

Fue extraño, jamás se había sentido así de triste en su vida, jamás había tenido tantas ganas de gritar hasta que los pulmones carecieran de aire y la garganta supiera a sangre, jamás había tenido tantas ganas de llorar hasta que no hubiera suficientes papeles para secar las lágrimas. Jamás. Pero era su único en la vida.

Era su única oportunidad.
Era su única respuesta.
Era su única suerte.
Era su único.
y se fue.

Tenía que ser así.

Las estrellas eran su mejor consejero, nunca le habían fallado.
Esta vez no fue diferente pero no leyó el mensaje completamente.

Le dio miedo terminar la frase, sabía que era el punto final, y decidió que alguien más lo escribiera por él.

Sigue caminando por la cuerda floja, esa es la única verdad.
Pensó que con el, su acto había terminado, pero en realidad, sólo se encontraba a la mitad... los ojos de él hacían que la distancia se acortara. El apostaba su vida en él.

El té que yacía sobre la mesa ahora se encontraba frío, al igual que el día que estaba haciendo afuera.

Llegó un punto en el que la lluvia inundo los gritos, estaba contestando las preguntas del jóven sin que este lo supiera.

Cuando este se dio cuenta de que el chico lo estaba escuchando, empezó a gritarle a la lluvia, reprochando todo, pidiéndole que se disculpara.

Este sólo cesó.

Y como si le hubieran enterrado una daga en el corazón, el joven se derrumbo de rodillas, pidiendo que regresara, siempre era así.

Que falsa era la lluvia.

Se reflejaba en los cristales mostrando la cara que la mayoría admira, pero una vez que toca tu piel, retrocedes con miedo o furia.

Para el joven siempre resultaba ser la segunda ¿cómo se atrevía a tocar su piel después de lo qué pasó? ¿cómo podía tocar a la puerta inesperadamente? ¿cómo podía despertarlo en la noche sin su consentimiento? ¿qué estaba mal?

La lluvia no tenía la culpa.

La vista que tenía, esa, era la culpable. Era un paisaje peligroso. Pero sólo el lo podía ver, así como solo el podía ver la falsedad de la lluvia.

heather.

Crossing the limits {Jaspar}Where stories live. Discover now