Parte 16

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Narra Bill.


Me sentía frustrado, él siempre quería ganar una discusión, lo que sea que fuese, en todas, absolutamente todas las veces, quería obtener la razón en todo lo que decía.

Mientras caminé por la arena, comencé a oír ruidos aproximándose hacia donde ambos estábamos. Voltee la vista y no lo podía creer. Una sonrisa ligera se me dibujó de inmediato, y caminé en dirección hacia Tom. Me sentía aliviado, por sólo notar que eran demasiados como para poder acabar con lo que sea a su paso, acabar con aquellos infectados que habitaban en la isla.

Algunos de los soldados se aproximaron, venian junto con un civil que traía consigo, una maleta de primeros auxilios.

Tuvimos una charla ligera, el de la maleta nos hizo preguntas a ambos mientras que los soldados aguardaban cerca de él. "Están sanos" Le habló el sujeto al soldado que tenía al lado, después le dijo algo que no entendía con claridad, escuché algo como "No me fío de palabras, has tú trabajo." El hombre le hizo una mueca de molestia y se nos acercó de nuevo.

Me causó desconfianza, cuando pidieron revisarnos a ambos, de manera en que lo hice sin siquiera dudarlo. Quería salir de éste sitio, ansiaba estar en la comodidad de mi casa, aunque sea un completo caos, al menos deseaba volver a dormir las horas necesarias sin temor y alimentarme perfectamente.

En cuanto partimos, mi desconfianza se hacía notable cada vez más, no podía quitarme de​ la cabeza aquella vez que nos rodearon, temía demasiado lo que nos depararía éste viaje.

Según decían, habían llegado para recoger personas varadas en la Isla y a su vez, ir acabando con la "plaga" según le habían apodado, para que dejara de propagarse. Así es como por fin aceptamos ir con ellos, me agradaba la idea mientras tanto Tom parecía poco convencido.

En el transcurso del viaje se podían​ oír los disparos, que eran descargados en cada amenaza.

Aunque a decir verdad, me sentía incómodo sentado en la parte de atrás de aquél jeep, sin poder ver nada de lo que ocurría.

Tom me observaba, yo observaba a los dos soldados que iban en la parte de atrás junto a nosotros, pero ellos observaban hacia afuera, controlando la zona, con sus armas listas para disparar.

Me preguntaba, cómo nos habían encontrado, y si eran los mismos que me rescataron aquella vez cuando salí a dar un recorrido en la oscura noche. Y en éso, recordé a Alex, aquél nombre jamás lo olvidaría.

...



Narra Georg.


Observe sus senos a medio cubrir, ése escote estaba poniéndome de una manera muy caliente e insana.

-¿Y que edad tiene el niño?-

Pregunté, desvinculando todo pensamiento de lo que veía.

-Cumplirá diez.-

Respondió y después soltó una risa.

-Sé claro, vamos al punto-

Me sorprendió​ lo que había dicho casi sin darme tiempo a responder. Ella sonrió con malicia como si por arte magia leyera mis pensamientos.

-No dejas de mirarme desde que andabas husmeando por allí-

Habló con diversión soltando una ligera risa. Me miró de manera pervertida.

Sonreí nervioso, en un momento como éste, esperaba que los demás no escucharan nada mientras estuviesen dormidos, al menos no el menor. Al voltear descubrí que el niño se había dormido, Gus también o así parecía. Estábamos completamente solos ahora, pero aquello no era excusa, para hacer lo que se me diese la gana.

Ella​ alzó las cejas.

-¿Es tu novia?-

Hablo preguntándo con interés, acompañando el giro de sus ojos hacia la rubia que dormía, como señalizando con la vista.

-No.. no, ella está aquí porque se hospedó en el mismo hotel. Era un completo caos y decidimos ayudar. Además, la banda la conoce de toda la vida.-

Hablé y en éso ella se comenzó a desprender los primeros botones de su vestido e inconcientemente me quedé mirado.

Ella sonrió.

-¿Qué pasa? ¿Te incomoda?-

Cuestionó mirándome de la misma manera que minutos antes.

-Si Tom estaría aquí, no durarías ni un segundo más con ése vestido.-

Hable avergonzado soltando una risa. Ambos reímos

-¿Tom? ¿Tratas de decir que él es pervertido?¿Tú no?-

Ella sacó un cigarrillo y lo encendió mirándome.

-Yo soy la imagen y el rostro de la banda-

Ambos reímos y me convidó de su cigarrillo, acepté mientras continuábamos hablando. Entre tanto, al pasar los minutos, noté que bostezó y luego se disculpó, explicando que necesitaba un descanso, y luego se quedó completamente dormida. Por ésta noche, sería yo el que vigilaría el lugar.

Sin DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora