Introducción

40K 3.6K 8.1K
                                    

"¡Es una trampa!"

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

"¡Es una trampa!"

Mis amigos llevaban una semana insistiendo en ir a ese bar del que tanto se hablaba. 

Lo cierto es que, después de terminar tantas veces dado vuelta en algún banco de plaza, decidí dejar de hacer caso a sus "recomendaciones". Porque sí, eran mis amigos, pero cuando se trataba de salir a fiestas, no podía confiarle mi seguridad ni a uno de ellos. A duras penas podían cuidar de sí mismos. Sin embargo, después de una insistencia exagerada, al final terminé accediendo.

Había algo que comenzaba a hacerme ruido desde que me hablaron de ese lugar; "es como un bar-pub temático" me explicaron, escueto, sin ahondar en el tema. "Tenemos que ir, pasan música buenísima, y los tragos son baratos". Con esa acotación dieron por finalizada su descripción del sitio. Yo sabía que había algo que no andaba bien, algo que ellos sabían que a mí no me gustaba, pero los muy cabrones me llevarían de todas maneras, por el puro gusto de ponerme en una situación incómoda. 

Y ahí estaba, a las once y media de la noche, terminando de aprontarme para salir. Claudia me envió un mensaje con la ubicación, y yo salí a buscar un taxi.

—Voy hasta el bar este... —dije, mientras miraba la dirección en mi teléfono—: "La trampa".

El conductor alzó ambas cejas, hizo un sonido extraño y arrancó.

Ya estaba perdido.

Cuando llegamos, le pagué al taxista y salí disparado del coche. En la puerta me estaban esperando Claudia y Sebas, dos de mis tres mejores amigos.

—Pensamos que te habías acobardado —dijo Claudia, agarrándome de un brazo.

—¿Qué se va a acobardar?, si no venía, lo iba a buscar hasta la casa —agregó Sebas.

Me esperaron hasta que pagué mi entrada, la cual venía con una consumición de regalo. Cuando entramos me di cuenta de por qué no me habían explicado nada.

El sitio era un bar temático gay, "hetero friendly" según leí en una pancarta que estaba pegada a una pared de piedra. Había tres pisos, y en cada uno de ellos dos barras que eran atendidas por hombres con atuendos temáticos. En el primer piso eran conejitos playboy, en el segundo eran ángeles y diablillos, y en el tercero —el que más me llamó la atención—, llevaban vestidos muy ajustados.

—Yo me largo, quédense con mi trago, no quiero saber nada de esto —dije molesto mientras pegaba la vuelta.

Como era de esperarse, Claudia y Sebas me agarraron del brazo para detenerme.

—¡Deja la homofobia, hombre!, es solo un pub, tranquilo.

—Un pub de putos, Sebastián... —mascullé, mientras sacudía el brazo para que me soltaran—. Por eso no me querían decir de qué se trataba, porque sabían que ni en joda vendría a un lugar como este, por Dios, qué asco...

El chico del vestido rojoWhere stories live. Discover now