•Dominik (Parte 1)•

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Dominik daba ligeros toques en el edredón con su dedo, pensante

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Dominik daba ligeros toques en el edredón con su dedo, pensante. Se encontraba desparramado en la cama de Vanessa de forma indecorosa, cómodo en sus cavilaciones. Había decidido salir de su habitación y dirigirse a la de ella en su apartamento compartido.
La habitación de su amiga estaba muy ordenada, a diferencia de la suya, con muebles a ambos lados de la cama donde dos lámparas de pantalla blanca daban una iluminación. Dom volteó a la derecha desde su posición en la cama y miró la puerta negra fijamente. Luego se dedicó a pasear la mirada por los estantes que justo después estaban. En la pared contraria, había dos puertas, una llevaba al baño y otra a un vestidor. Después de esas puertas, se encontraba un pequeño escritorio y un espejo largo. En la pared izquierda, pósters y un pizarrón de corcho, en las que habían fotos de ambos y folletos de eventos musicales a los cuales habían asistido antes. Sí, la habitación de Vanessa era grande, más que la suya y la envidiaba pero ¿Qué se le podía hacer? Cuando se mudaron, habían hecho un juego de piedra, papel y tijeras; lamentablemente para Dominik, Vanessa había ganado, quedándose así con el dormitorio principal.

La chica estaba yendo de un lado a otro y Dom se preguntó si en algún momento dejaría de buscar ropa que ponerse y por fin salir. Estaba impaciente, llevaba ya poco más de una hora allí, claro que al principio no le había importado mucho ayudarla con aquello. Al fin y al cabo él era su mejor amigo, si Dom no estaba ahí para Vanessa, ¿Quién lo haría? Alguien tenía que sacrificarse por la humanidad y Dominik tenía suficiente buen corazón para eso.

—¿Qué dices, Dom? ¿Éste o éstos?— Inquirió Vanessa alzando un brazo indicando un vestido negro para luego con el otro indicar una falda blanca plisada y una chaqueta de cuero negra.

—Ponte lo que te haga feliz, Vane. Siempre me preguntas y siempre terminas usando el que te da la gana, sea o no el que te dije.— Contestó Dominik. No era que fuera un grosero o impaciente... Bueno, tal vez sí pero con Vanessa no podía serlo, en esos momentos sólo estaba apurado.

Había pasado alrededor de media semana desde que había visto a aquel chico alto castañoo de linda sonrisa y ya no aguantaba más, quería verlo otra vez, así que su amada Vanessa le había hecho el tremendo favor de hablarle para que pudieran salir como habían prometido. Adrien había sonado algo dubitativo ya que estaban a mitad de semana todavía pero Vanessa y Dominik se dieron cuenta que hacía falta sólo un poco de presión de su parte y uno que otro ruego para hacerlo ceder, fácil.

Habían quedado de ir a un restaurante cercano y Dominik se preguntó si no le había molestado a Vanessa en algún punto que Adrien le hubiera vomitado encima y luego así como así invitarlo abiertamente a ser su amigo. No se quejaba, claro, Adrien era muy guapo y parecía interesante. Pero si en algún momento alguien le quemaba el pelo o la ropa, ella decidiría ser su amiga y ambos terminarían estancados con un pirómano y Dom no estaría feliz con eso. Volviendo a Adrien, éste a Dominik le parecía tener un aura que no podía describir, lo único que podía decir era que le parecía, y sin jugar a chamanes, él no creía en esas cosas. Lo único que podía decir era que algo en ese chico lo hacía desear más, ver más sobre él, saber su color favorito y qué hora del día le parecía la más bella.

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