16. La legión de asesinos.

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Hola! ¿Leerías la nota del final? ¡Es de tu entero interés!

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Las cosas habían estado bastante tensas últimamente. Luego de la visita no tan inesperada del Jefe, es como si todo el mundo se hubiera revolucionado porque les había dado la gana de hacerlo. Se habían producido dos enfrentamientos entre mafias enemigas porque se habían cruzado en un encuentro y dos de sus miembros tenían cuentas pendientes por una chica del pasado.

Absurdo. Simplemente absurdo.

Entre otras, no había dejado de darle vueltas al portafolio de documentos que habían sido dejados en mi casa tras la última visita. Aún no podía encontrar la respuesta a qué demonios había cambiado para que esta información llegara de manera repentina a mis manos. No me quejo, hay cosas aquí que valen oro, como también podrían hundirme hasta la mierda. No creo que sea mera casualidad. No, definitivamente no lo es. Y lo odio, porque mientras el Jefe dice poder mirar más allá de su propia nariz, yo aparentemente no consigo hacerlo. ¿Por qué habla en clave? Nunca me agradaron las adivinanzas.

Tomo mi cabello con frustración al tiempo que un mensaje ilumina la pantalla de mi móvil.

"Lo conseguí" Es todo lo que pone el texto. Dos palabras que me traen de vuelta a la realidad.

Texteo de vuelta un rápido "Bien. 9:00" y vuelvo a fijar la vista en los papeles desorganizados sobre mi escritorio, tratando de descifrar un patrón, la clave de todo esto. Pero no lo consigo.

El tiempo avanza rápidamente, y para cuando menos lo espero el reloj marca las ocho treinta de la noche, estoy ocultando la información y retocando mi maquillaje de noche. Mis tacones hacen eco sobre el suelo cuando salgo del lugar.

The Royal, se había convertido en el mejor lugar para reunirme con Keelie, posiblemente porque nadie me interrumpiría si yo no lo permitía y porque nadie me iba a sacar de ese lugar. No tenían las agallas, pero tampoco es como si pudieran siquiera intentarlo. Otro punto a favor del club era que nadie de mi antigua mafia podría tocar este lugar. Los había vetado a él. No podrán acercarse a este lugar a menos de dos kilómetros de distancia o yo misma me encargaría de hacer volar sus cabezas. No los quería aquí, ni siquiera a Leah. Porque tenerlos aquí implicaba dar explicaciones y, sinceramente, yo odiaba tener que darlas.

El lugar abría a las nueve en punto, así que era de esperar encontrarme con la enorme cola de gente que se formaba en frente a la puerta mientras eran requisados tres veces. Nada de armas allá dentro más que las mías y los sujetos de estatus similar. Nada de micrófonos o aparatos de rastreo. Y, por último, nada de chicos menores de 16 años. Cualquier rompimiento de alguna de esas tres reglas y podría costarnos el sitio. No había lugar para errores.

Nunca los había.

Camino con seguridad pasando de largo la multitud cuando un chico, que no ha de pasar los diecinueve años, maldice fuertemente a mi odiosa madre.

- ¡¿Quién te crees mocosa?! ¡Debes formarte como todos nosotros! - Grita indignado señalándome con un horrible dedo.

Alzo una ceja en su dirección y me giro con la intención de dejar pasar el comentario, pero esta vez siento unos pasos deslizándose con furia en mi dirección y en cuanto llega a mí le asesto un puñetazo en la nariz que lo hace retroceder y tropezar con sus pies cayendo al suelo.

Se levanta con la mirada encendida en furia y lo incito a que vuelva a intentarlo con una sonrisa. Los adolescentes alrededor dejan salir murmullos de sorpresa y de burla por lo sucedido. El chico arremete de nuevo contra mí y esta vez lo hago caer con una patada en el rostro. Pero de repente se encoleriza y alcanza un arma de la parte baja de su espalda. La multitud contiene el aliento cuando ven al coñón de la pistola apuntándome.

Devil's Murderers |TEG#2|Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon