12-10-2016

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   Mierda, mierda y más mierda.
Hola, querido libro sin voz propia ni capacidad para pensar o sentir. Y menos mal, porque si me pudieras decir lo que piensas acerca de mi vida, seguro que todo serían carcajadas y comentarios humillantes. ¡Y no! No me apetece estar soportando eso.

   ¿Adivina quién se pasó la tarde entera de hoy castigada en la biblioteca? Sí, ¡yo!

   Verás, ayer, nuestro profesor de educación física decidió no decirnos nada a Connor y a mí por entrar en el vestuario equivocado. Sin embargo, hoy nuestra tutora nos llamó a los dos en el tiempo del recreo para que fuéramos a hablar con ella. Al parecer, nuestro profesor de educación física habló con ella sobre lo ocurrido y a le pareció una falta de respeto injustificable por "las nuevas juventudes". Total, que nos dio la charla del siglo sobre mantener un buen comportamiento y las virtudes de las personas y blah blah blah. No le presté mucha atención, sinceramente. Me dediqué a mirar la hora de reojo, y a ratos, observaba a Connor, el cuál asentía de vez en cuando dando el aspecto de estar concentrado, aunque yo sé perfectamente que le prestó la misma atención que yo. Cero.

   Finalmente, nos dijo que lo más razonable era ponernos... ¡Un castigo! Y lo hizo, vaya que sí. Habló con la bibliotecaria para ofrecerle "mano de obra" gratis. Connor y yo tuvimos que ir a la biblioteca nada más sonar el timbre de la última clase para pasar una increíble e inolvidable tarde. La mejor de mi vida. Claro que sí, porque no hay nada más emocionante que quedarse colocando libros en estanterías llenas de polvo. ¡Obviamente fue un horror!

   Tuve que llamar a Lauren para decirle que no iba a poder ir a verla hoy, por lo tanto, no podría ir a explicarle y pasarle los apuntes. Aunque ella se lo tomó bastante bien y me comentó que no me preocupe, que ya encontrará a alguien que se los pase por mí. Y yo ya sé a quién se lo tiene pensado pedir, a su querido amor platónico, León.

   Hablar con Lauren fue tranquilizante, pero en cuanto marqué el número de mi madre, un escalofrío me recorrió el cuerpo. ¡Y con razón! Cuando oí la voz de mi madre preguntando la razón de mi llamada, me quedé muda. ¿Qué le decía? ¿Que me habían pillado en el vestuario de los chicos? ¿Que estaba castigada? ¿Que llegaría tarde a clase? ¿Que me habían abducido los extraterrestres?

"Eum... mamá, esto... Estoy en la biblioteca del instituto" dije.

"¿Por qué?" preguntó mi madre.

"Tengo que quedarme a hacer un trabajo. Es muy importante para la nota, ya sabes. Así que no te preocupes. Volveré a casa en taxi. Adiós, te quiero" hablé rápidamente y, para evitar que replicase, corté la llamada. Ya luego se me ocurriría algo como excusa.

   Ahora mismo estoy escribiendo esto desde la biblioteca. La señora mayor que hace el trabajo de bibliotecaria se ha quedado dormida, y quedan menos de veinte minutos para que termine el castigo. ¡Son las ocho de la noche! Tengo que escaparme de aquí, tengo que llegar a mi casa y ponerme a hacer las tareas, porque como no empiece ya, no terminaré ni de madrugada. ¡Y mañana tengo un examen! Por lo que no me puedo permitir quedarme durmiendo en casa mientras finjo tener... Yo qué sé, ¿la varicela? ¿Gripe? ¿La peste? Cualquier excusa es buena, pero no esta vez.

   Me encuentro tras una estantería, observando a la bibliotecaria dormir incómodamente sobre su silla reclinable y que chirría. Desde aquí puedo ver la salida. No hay nadie más a estas horas aquí, salvo Connor, el cuál se encuentra perdido entre el inmenso mar de estanterías.

  Comienzo a acercarme a la salida, mientras escucho en mi cabeza la banda sonora de Misión Imposinle. Te aviso de que escribir mientras camino puede llegar a ser hasta

   ¡Joder! ¡Me acabo de pegar un maldito trompazo contra una maldita estantería que se ha cruzado en mi camino! Oh, Dios, espero que nadie me haya visto

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   ¡Joder! ¡Me acabo de pegar un maldito trompazo contra una maldita estantería que se ha cruzado en mi camino! Oh, Dios, espero que nadie me haya visto... Espera, ¿y ese extraño calor a mi espalda? Mejor será que me gire.

   ...

   Mierda.

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Diario de una torpeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora