Capítulo 28: Caesar.

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Caesar Flickerman, quien llevaba su maquillaje de color lavanda al igual que su cabello, comenzó con su discurso de apertura para luego dar lugar a las entrevistas con cada uno de los tributos.

Cashmere comienza con un discurso en el que cuenta que no puede dejar de llorar cuando piensa en lo mucho que estará sufriendo la gente del Capitolio por tener que perdernos. Gloss recuerda la amabilidad que le han demostrado todos aquí tanto a él como a su hermana. Beetee se cuestiona la legalidad del vasallaje a su manera nerviosa, preguntándose si los expertos lo han examinado bien últimamente. Cuando llega el turno de Odair, la multitud femenina enloquece y comienzan a gritar. Caesar decide no tocar el tema de nuestra relación, pero sí lanzó algunos comentarios al respecto.

―Tengo entendido que tienes un mensaje para alguien especial ―nuevamente se oyen gritos femeninos―. ¿Podemos escucharlo?

―Claro.

Odair se puso de pie y observó a la cámara.

― Juntos en las aguas, no hay nada que temer. ―comenzó a recitar lo que parecía una poesía― Cuando las olas rompan a nuestro alrededor, te tendré cerca. Yaciendo en mis brazos eres preciosa como una paloma. Estás a salvo aquí, en nuestro océano… Mi único y verdadero amor. ―hizo una pausa y luego suspiró― Y si yo… muero en la arena, en lo último que pensaré será en tus labios.

La gente enloqueció, tanto los hombres como las mujeres, todos gritaban y algunos se desmayaban. Yo no tenía reacción, hasta que sentí algo cálido deslizarse por mi mejilla… era una lágrima. La limpié tan rápido como pude, deseando que nadie me haya visto.
Caesar estaba conmocionado y miró a Odair con tristeza por unos instantes. Luego, de manera repentina, se puso de pie y exclamó.

― ¡Finnick Odair, señoras y señores! ¡Del distrito 4!

Los gritos ahora se mezclaban con aplausos. Odair saludó a la gente con un leve movimiento de su mano y volvió a sentarse junto a Mags.
Cuando Caesar pronuncia mi nombre, la gente se descontrola al igual que ocurrió con Odair.

―Vaya… ¡Pero si estás hermosa! ―exclama el hombre de cabellos lavanda.

Dicho esto, se escuchan silbidos y piropos por parte de la audiencia masculina.

―Gracias, Caesar.

―Así que… dime ―hace una pausa―. ¿Otra boda frustrada?

Escuché gemidos afligidos provenir del público.

―Así es ―contesté, simulando tristeza―. Parece que es un sueño que jamás se cumplirá para mí.

Los gemidos de la gente se transformaron en llanto. Caesar me miró con tristeza.

― ¿Llevas puesto un…? ―suspiró― ¿Vestido de novia?

El llanto ahora era más fuerte, más desconsolado.

―No exactamente ―mi voz temblaba― Solía ser el prototipo inicial de un vestido de novia pero no fue terminado. Luego lo modificaron, para que pudiera usarlo aquí, esta noche y… aquí está.

― ¿Podríamos verte bien? ―preguntó Caesar.

―Desde luego.

Me puse de pie y fui girando despacio para que todos pudieran apreciar el vestido en su totalidad. El público había dejado de llorar y ahora gritaban entusiasmados. Caesar se puso de pie junto a mí.

― ¡Señoras y señores! ¡La bellísima, _____ Blumer!

Ese había sido el pie para retirarme, mi entrevista había finalizado. Volví hacia donde los demás tributos estaban, y me senté en mi lugar, junto a Woof.
Hacia el final de su entrevista, Katniss se puso de pie para mostrar su vestido. Comenzó a girar en el lugar, al igual que había hecho yo, y su vestido fue… transformándose. Cuando dejó de girar y se quedó quieta, todos quedaron asombrados: Katniss había dejado de ser una preciosa novia para ser una hermosa ave.

―Plumas ―dijo Caesar―. Eres como un pájaro.

―Como un sinsajo, creo ―contestó Katniss, agitando las alas que ahora tenía en lugar de simples mangas―. Es como el pájaro de la insignia que llevo de símbolo.

Luego de aquello, Caesar le sugirió saludar a su estilista, en agradecimiento por aquel hermoso vestuario que le había creado. Katniss le hizo caso y el público comenzó a aplaudir.

Peeta salió a escena y el público, nuevamente, enloqueció con su simple presencia. Caesar le hizo algunas preguntas personales, como por ejemplo, que había sentido cuando se enteró del vasallaje.

― ¿Te diste cuenta que nunca habría boda? ―preguntó Caesar amablemente.

―Caesar, ¿Crees que todos los amigos que nos están viendo sabrán guardar un secreto?

La multitud responde con carcajadas y gritos a modo de afirmación.

―Estoy bastante seguro  ―dijo el anfitrión.

―Ya estamos casados ―anuncia Peeta.

¿¡Qué!?
Estaba estupefacta, al igual que todos los presentes allí. No tiene lógica, tiene que ser alguna estrategia o algo así… No se habían casado, no.
Caesar continuó con preguntas al respecto, a medida que Peeta contestaba el público enloquecía más y más.

―Yo no me alegro ―dice Peeta―. Ojalá hubiésemos esperado hasta la celebración oficial.

―Bueno, disfrutar de un tiempo, aunque breve, es mejor que no disfrutar de ninguno, ¿No? ―pregunta Caesar.

―Quizá hubiese pensado lo mismo, Caesar, si no fuera por el bebé ―contesta Peeta, sonando desesperado.

Mi mandíbula prácticamente se soltó y se cayó ante tal declaración. ¿Katniss… embarazada? Realmente no sabía que creer. Todos estaban pasmados con la noticia, como si les costara asimilarlo. Al cabo de unos minutos, el público comenzó a gritar groserías y a exigir que los juegos sean cancelados. El lugar era un completo caos.
Peeta vuelve al lado de Katniss y le sujeta una mano, llorando. Ella le ofrece su otra mano a Chaff, y la cierra alrededor del muñón en su brazo. A lo largo de toda la fila, los vencedores comienzan a tomarse de las manos y el himno comienza a sonar.
Para cuando el himno finalizó, los veinticuatro vencedores formábamos una fila unida en lo que debe de ser la primera muestra pública de unidad entre los distritos desde los Días Oscuros. La pantalla comienza a fundirse en negro; sin embargo, es demasiado tarde, todo el mundo lo ha visto.

Todas las luces se apagan, el lugar queda completamente a oscuras y se escuchan gritos provenientes de todos lados. Alguien me toma por la cintura y comienza a dirigirme hacía lo que parece ser la salida.
Veo el hall central del centro de entrenamiento. Allí estaban casi todos los demás vencedores, conversando sobre lo que acababa de ocurrir. Antes de sumarme a ellos, volteo a ver a la persona que me ayudó a salir de allí… Era Odair.

Everything changes {Finnick Odair y tú}Where stories live. Discover now